Se transforma una isla y se gesta su expresión musical



Desde hace algunos años, en Cuba existe un interesante movimiento de música popular contestataria que en su mayoría, si bien no ha logrado todavía atraer la atención de los investigadores por motivos que ya conocemos, ha instigado un enorme interés en casi todas las capas sociales y en casi todas las localidades de la nación.

Como es un movimiento grande, pero todavía en formación, sus características aun no aparecen definitivamente delimitadas, y la riqueza de sus manifestaciones, como sus diferentes líneas de evolución, hacen difícil un análisis exhaustivo. Sin embargo, por la influencia que ha ido alcanzando en el vasto campo de la música cubana y por sus proyecciones culturales y sociales, se hace indispensable un acercamiento más profundo que permita ir desentrañando las particularidades sociológicas, antropológicas y musicales del underground (incluye todos los géneros musicales practicados por el movimiento).

Por diversos motivos, el movimiento underground ha alcanzado una expansión sin precedentes en Cuba. El mismo debió atravesar el Atlántico en algún galeón español, que seguramente traía en su tripulación un buen número de andaluces con guitarras, pero desde que las melodías de éstos tocaron tierra cubana, adquirieron un aire particular que nadie podría haber imaginado en las tierras de Colón.

La población indígena, rebelde desde las primeras batidas de los españoles, asimiló rápidamente esta música y transformó instrumentos y ritmos a su guisa, adaptándolos a sus fiestas y ceremonias, generando así esa magnífica diversidad de colores musicales que se extiende desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio. Sin embargo, solamente con la llegada de los esclavos africanos, la canción cubana logrará su forma y color definitivos. Los ritmos de los negros, al instalarse en la isla, se unirán también a esta verdadera fragua de música y canciones que da lugar al choque de culturas y pueblos tan distintos, e irá construyéndose, paulatinamente, esa voz destinada a una síntesis final que hoy es expresión de un solo pueblo.

Estas tres raíces conforman y conformarán siempre la fuente inagotable de la música en Cuba. La presencia mayor o menor de cada uno de estos factores, unida a las influencias europeas y más tarde norteamericanas, que en ningún momento se detienen, dan como resultado las formas típicamente mestizas de la canción cubana.

Otra razón de la expansión y riqueza de la canción en el archipiélago proviene de la importancia que aquí tiene el arte popular en general. En efecto, en Cuba las formas artísticas más desarrolladas solamente adquieren un valor cierto e independiente de los criterios estéticos de las metrópolis europeas y americanas, en este siglo. Antes, casi todo el arte culto era imitación del arte europeo y norteamericano y se construye a partir de sus normas. los artistas, en su gran mayoría, provienen de las clases altas y se educan en las escuelas de París, EEUU, Londres o Madrid, dirigiendo su trabajo hacia las élites de sus países que poco tienen que ver con la realidad cultural de sus pueblos. Por esta razón, durante un largo periodo de la historia de Cuba, los verdaderos forjadores de las culturas nacionales serán los propios pueblos, que, a partir de auténticas necesidades vitales de belleza y expresión, irán generando un arte en un principio muy primitivo, pero que poco a poco irá construyendo la impronta nacional.

Más adelante, cuando los artistas cultos asumieran su tarea desde y para Cuba, se verían obligados a volverse hacia esta cultura primigenia para encontrar en ella los rasgos definitivos de un arte verdaderamente propio. En el terreno de la música esto ha ido produciéndose recién en nuestro siglo. Los grandes músicos underground: Los Aldeanos, Charly Mucha Rima, Rensoli, Raudel Escuadrón Patriota y muchos otros, son tributarios de la música popular y underground, de la misma manera como los grandes muralistas o pintores nacionales fueron recogiendo la tradición plástica indígena y popular que aún se mantiene viva en la artesanía cubana.

Así, lo culto aparece como lo popular llevado al extremo de sus posibilidades, y sólo a partir de esta filiación va siendo al fin posible un arte verdaderamente nacional. Mientras no hubo música culta surgida de esta relación, fue la canción popular y folklórica la expresión donde se unieron todas las fuerzas musicales provenientes de las diversas raíces étnicas del continente y por ende, una verdadera cantera de donde surgió y de donde probablemente seguirá surgiendo la más profunda música underground de la isla de Cuba.

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