Autogestión e identidad de la música underground en La Habana



En los actuales tiempos que resulta sumamente difícil conformar un grupo de música underground, La Habana se ha llenado de grupos de este movimiento.

Los instrumentos, los locales de ensayo, así como preparar un concierto, cuestan dinero. La Agencia Cubana de Rap (ACR) pacta su parte del dinero, los establecimientos estatales también quieren su porciento del dinero, y las productoras, independientes o estatales, van también a por su remuneración. Por otra parte, el público parece menos dispuesto que nunca a colaborar con un centavo por nada de todo esto, solo, y es entendible, quieren disfrutar de la música de este movimiento que a lo largo de los años ha sido puesta en escena mayormente de manera gratuita.

Cabe preguntar entonces, ¿por qué existen en estos momentos tantas agrupaciones y solistas ensayando, actuando y grabando? Respuesta fácil y sencilla: por amor y devoción a la música. Y ello demuestra que las canciones que en los lugares más insospechados de La Habana se están creando para el disfrute pleno de los implicados todos, desbordan verdad, crítica social y pasión por este respetado arte.

La Ciudad de la Habana está expectante y cada día sale un nuevo grupo con una propuesta diferente, alimentada por la esperanza de cambio, con la esperanza de hacer y con algún mensaje que transmitir. Los públicos también aumentan a la par y son cada vez más versátiles y exigentes.

La música está vigente en Cuba desde los tiempos más remotos, pero nunca antes hubo tanta gente en la capital habanera haciendo música underground. Existen hoy tantas agrupaciones en la Ciudad de La Habana, que se puede comenzar a hablar de una identidad underground habanera.

Existen los que hacen rap contestatario y polémico como Juventud Reverde, Soandry Hermanos de Causa, Renovación Urbana, La Cimarrona, La Fina, La Alianza, Raudel Escuadrón Patriota, Bárbaro el Urbano Vargas, Charly Mucha Rima, Cuentas Claras, Yimi con Klase, David D’OMNI; otros hacen fusiones contemporáneas como La Cruzada, Golpe SeKo, el proyecto Guámpara Music, Etián Brebaje Man; algunos defienden el punk del exilio como Gorki Águila; muchos la música electrónica como Last Rejection, El Limba DJ, Proyecto X; y así, todos los estilos musicales que se realizan en el underground.

Todos coexistiendo al mismo tiempo. Ahora con mas fusión y menos dogmatismo que antes. El cubano habanero se las ha ingeniado para que la falta de recursos económicos y materiales, así como los impedimentos burocráticos y políticos, no les impida crear su propia banda y estilo musical. Cualquiera puede conformar una agrupación, aun con escasos recursos a su antojo, pues lo verdaderamente importante es divertirse, amar su arte y expresarse como le venga en gana.

Independientemente de toda la presión política y económica, cada mes se celebran decenas de conciertos en diferentes lugares de la ciudad de La Habana, que no son instituciones. Alamar es uno de los lugares habaneros apreciados y probablemente genuinos, que más ha tributado al desarrollo de los conciertos de pequeños e inquietos grupos underground, teniendo espacios activos como el Garaje 19, donde se le ofrecen condiciones razonables a dichas agrupaciones.

Este importante espacio para la promoción de la cultura underground es llevado a cabo por 15 productores independientes. Hijos de una tradición de activismo en los espacios públicos de esta zona periférica de la ciudad de La Habana, mantienen el underground en la cúspide: desde los raperos hasta los rastafari, desde los poetas hasta los escritores, desde los artistas hasta los músicos.

La actitud del universo underground se ha extendido como cotidianeidad y alternativa de un modo de vida. Ante la escasez de recursos, muchos han optado por la autoproducción y autoedición en busca de una forma de promoción y difusión de su trabajo a todo lo largo de la isla. Es a partir de aquí, que la autogestión artesanal se extiende en todos los aspectos.

Todos los implicados gestionan y se mueven, pero parece que nadie lo hace; los públicos se integran y participan, pero nadie se entera. La triste y pesada realidad de este mundo musical es que por la cantidad de obstáculos, permanece en un estrato semi-oculto de la ciudad, y esto es pese a los esfuerzos de la mayoría de los grupos por hacerse escuchar y de aquellos que creen verdaderamente en el poder de la música underground.

Por supuesto que esto ha tenido un efecto contraproducente para el movimiento musical underground. Han existido y existen algunas agrupaciones que se sienten a gusto con lo que hacen y no tienen la intención de trascender más allá, pero lo habitual es que simplemente, los miles de requisitos e impedimentos absurdos, los limitan para trascender dentro y fuera del mundo underground.

La gran problemática para los grupos que emergen en la capital es que cada día parece más difícil resistir los avatares del paso del tiempo y ser capaces de desarrollar una carrera. De aquí que la vida de muchas agrupaciones que nacen del underground, sea generalmente corta.

A pesar de todo, se percibe un crecimiento notable en la música underground. Desde los inicios de la práctica de este movimiento musical, paulatinamente ha habido una renovación generacional que se experimenta en la creación de nuevas agrupaciones y en la participación cada vez más, de un público más joven.

Puede que en estos momentos se esté gestando en La Habana una nueva agrupación dispuesta a desafiar toda lógica y alimentar la escena underground más atrevida y funcional de la isla sin necesidad de hacer un negocio de ello.

Existe aun músicos de siempre y también músicos jóvenes, que se mezclan en grupos nuevos manteniendo viva y para siempre la música underground, así como el derecho a componer sobre el contexto social actual desde la más profunda crítica.

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