Los cuatro géneros musicales más underground de Cuba (Primera parte)



Underground (subterráneo en español) es un término de origen inglés para designar a los movimientos contraculturales que se consideran alternativos, paralelos, contrarios, o ajenos a la cultura oficial. La revista PMU otorga semanalmente un espacio nacional e internacional a todos los creadores y artistas underground de Cuba, promoviendo, desde 2012, el arte y los artistas cubanos que carecen de recursos económicos y materiales para llevar a cabo su trabajo musical, que trabajan fuera de las instituciones gubernamentales, y que además, lleven en su obra un contenido o mensaje social.

Muchos son los géneros y estilos musicales cubanos que han surgido gracias al movimiento underground. Las situaciones de precariedad para crecer musicalmente, que ya conocemos, los hacen pertenecientes al universo underground desde los comienzos de las carreras artísticas de quienes los practican. De todos los géneros musicales, existen cuatro que son asumidos automáticamente como música, y músicos, underground. Nos referimos a los géneros hip hop, reggae, rock and roll, y punk. En este trabajo estaremos recogiendo de manera general, comparativa y en varias partes, los orígenes, evolución y repercusión de los mismos en la sociedad cubana actual.

El primero y más underground, según el criterio de la mayoría, es el hip hop, esencialmente por sus características anti-sistema. Y para hablar de él, comenzaremos con un poco de historia, a partir de su importación.

Este género y estilo musical llega a Cuba en los años 80 del siglo pasado, pero entonces, su lírica iba en desacuerdo con el sistema cubano. En sus inicios era visto como una invasión de la cultura estadounidense, cuyo principal objetivo era la violencia contra la isla y la reproducción de las problemáticas sociales que tenían cabida en los guetos americanos.

En esta década eran unos pocos cubanos los que conocían de la aparición del género y lo llevaban a la práctica, pero no es hasta 1990, con la caída del muro de Berlín, que comienza a verse como una verdadera amenaza para el sistema nuestro. Con la entrada de este género musical, los pobladores de la isla comienzan a ver la cruda realidad económica de los años del llamado Periodo Especial, que hasta ese momento no se cuestionaban, pues la antigua URSS nos proveía completamente.

En 1995, Rodolfo Rensoli, rapero de la vieja escuela y fundador del Grupo Uno en el suburbio habanero de Alamar, organizó el primer Festival de hip hop de Cuba. El sabotaje estuvo presente en la falta de promoción del evento por parte de las entidades estatales, que intentaban sucumbiera la idea de reunir en un mismo y pequeño espacio, a todos los raperos de los alrededores de La Habana. El resultado fue el rotundo éxito del evento y el comienzo de una nueva era para el hip hop cubano.

En 1999, el género es declarado como una expresión auténtica de la cultura cubana, y en el año 2002 se funda la Agencia Cubana de Rap (ACR), que promociona a través de un sello discográfico estatal, una revista de hip hop y un festival que celebraba todos los años la cultura hip hop que se gestaba en la isla.

Parecía que se desarrollaría internacionalmente el hip hop cubano, que ya podía ser expresado con la libertad que profesa el mismo, pero en realidad no era más que una estrategia para calmar y disfrazar la rebeldía que podía incitar su prohibición.

Con la creación de la ACR por el gobierno cubano, se alentó y apoyó a diversos raperos, a quienes les patrocinaron sus álbumes. Sin embargo, había un lado oculto de la Agencia que afectó la popularidad del género. La fama y la difusión de los raperos estaban sujetas a los precios que debían pagar por las producciones, así como a la pérdida de identidad, porque les pusieron límites en cuanto a cómo debían y podían expresarse. Por lo tanto, la Agencia solo endosaba a grupos que estaban dispuestos a cambiar sus letras y estilos musicales. En cierto modo, la ACR interfirió con la originalidad y la creatividad del artista, y vista como una amenaza para la comunidad hip hop, silenció las voces y los verdaderos mensajes de las canciones, pensamientos, inventivas y nuevos ideales que nunca se escucharon en realidad. Hasta nuestros días, es machacado y perseguido, sobre todo aquellos más osados que no tienen la intención de dejarlo morir ni de tragarse lo que piensan.

No obstante, el crecimiento y reconocimiento del hip hop cubano dentro y fuera de la isla, ha sido positivamente visible.

El Festival de Rap de Alamar se transformó en un Festival de hip hop Internacional anual que se celebra en agosto. El evento ha atraído a muchos artistas internacionales, entre ellos de los EE.UU. También incluye talleres, proyecciones de películas y charlas, hacia una cultura de debate conjunto y el contenido lírico.

Actualmente, se estima que hay unos 500 grupos de hip hop en Cuba. Sin embargo, aunque ha habido mucho interés académico y en los medios de comunicación por el hip hop cubano, pocos grupos han logrado hacerse escuchar fuera de la isla, debido a la persecución a los artistas del género.

El primer grupo en alcanzar el éxito internacional fueron Los Orishas, ganadores en el primer festival internacional realizado. Otro grupo salido de la celebración de los festivales de hip hop y que ganó reconocimiento internacional, fue Clan 537, con el inolvidable y reflexivo tema "Quién tiró la tiza", que llamó la atención sobre el racismo que hasta ese momento existía solapadamente entre los cubanos.

Las mujeres en el hip hop en Cuba también son parte importante de esta cadena de acontecimientos positivos para el movimiento cubano. Ellas se enfrentan cada día a una difícil dicotomía, actuando en defensa y conceptualización del poder femenino y su derecho a decidir. El dúo femenino Las Krudas es el máximo exponente del feminismo dentro del rap cubano.

Las mujeres no participan directamente en la escena del hip hop cubano por el dominio machista. Sus cuestionamientos giran en torno al poder de sus acciones, su intelecto, así como la sexualidad femenina negra. Sin embargo, exponentes de rap femenino tales como Anónimo Consejo y La Fina, tienen un tiempo más difícil de gestión entre su papel como intérpretes sexis juzgado por su apariencia en el escenario, aun cuando actúen como raperas interesadas en cambiar el rol de la mujer cubana rapera.

De todo esto, podemos resumir que es lógico que lo verdaderamente polémico y amenazante de la práctica de este género, para las instituciones estatales, sea el miedo a lo diferente.

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