En música, lo exacto...



Es posible ser grande desde pequeño y dejar de ser pequeño un día, para ser grande. Esta historia inicia cuando alguien comienza, desde abajo, desde lo primero, y llega tan alto, sin olvidar su origen. Ese día deja de ser pequeño y lo grande se vuelve inmenso, o para ser “exactos”, contaremos cómo Big Julián, Pekeño y El Raci han ido creciendo…

Los conocí la noche de su primer concierto en la pequeña sala Atril, del capitalino teatro Karl Marx, donde por obra y gracia del llamado “sociolismo” cubano y de “unos pesitos” reunidos por la familia y los amigos, Julián Valcárcel Iznaga, Robert Brown Hernández y Raciel Amador Reyes, quienes se hacen llamar Los Exactos, pudieron presentarse ante sus jóvenes seguidores y compartir con ellos sus mejores canciones, sueños y aspiraciones.

Esa noche todo fue mágico, el pequeño local se repletó de público y algunos tuvieron que quedarse fuera, aunque luego fueron pasando poco a poco, hasta el punto que cuando no pudieron aguantar las ganas de bailar con Los Exactos, tuvieron que hacerlo topando unos con otros, en espacios muy reducidos.

Cuando llegó el turno a la recta final de la presentación, temas como “El Body” y “Millonario” dejaron la pista caliente para el cierre por todo lo alto con la canción “Si se gasta”, la más popular de estos muchachos, que aunque no se escuchan en la radio y mucho menos en la televisión, son bien conocidos entre los jóvenes capitalinos, quienes se pasan de mano en mano sus creaciones y las tararean por doquier.

Fueron casi dos horas de canciones, bailes, risas, y mucho ritmo entre amigos, que contribuyeron a afianzar el quehacer artístico de Los Exactos, quienes comenzaron unidos primero, por sus creencias religiosas afrocubanas, y después, por la música, para construir su sueño de ser cantantes en La Habana.

Después del concierto y mientras disfrutábamos de unos refrescos para bajar la tensión, conversamos con estos muchachos acerca de las peculiaridades de su quehacer musical.

“En nuestro grupo no hay líderes, todos nos apoyamos y emprendemos cualquier tarea, lo mismo escribimos que buscamos el lugar donde tocar, --cuenta Robert, a quien todos llaman Pekeño, porque él afirma que todavía es pequeño en el mundo musical y quiere llegar a ser grande--, cuando lo sea, voy a recordar que empecé desde abajo”, dice retador y sonriente.

Ninguno de ellos ha estudiado música, pero se defienden con sus talentos. Ahora mismo tienen como principal tarea terminar la masterización de un disco en el que incluyeron 10 de sus temas escritos a tres manos y montados en backgrounds también hechos por ellos, que tiene como título Exacto.

Por ahora ensayan casi siempre en la casa de Raciel, porque solo pueden hacerlo alguna que otra vez en uno de los círculos sociales de la capital, pero como no son artistas evaluados, les cierran la mayoría de las puertas en esos locales.

“No ha sido fácil, --explica Raciel--, no hemos tenido recursos para hacer las grabaciones. Hacemos los fondos musicales en una computadora y después los juntamos con las voces en una grabación, todo es digital. No tenemos un estudio como debe ser y cada grabación es la suma de los ahorros familiares, de algunos amigos de verdad que nos apoyan y de mucho corazón y voluntad que le ponemos para llevar adelante nuestro proyecto”.

“Les tenemos que agradecer --agrega Big Julián-- a mi mamá y a mi padrastro, quienes tienen buenas amistades en los círculos nocturnos de La Habana, y de vez en vez piden favores y nos brindan la posibilidad de presentarnos en lugares conocidos y buenos, como sucedió ahora con la sala Atril, que es una discoteca bastante famosa”.

“No vamos a parar, --subraya-- hasta que no le hagamos honor a mi sobrenombre artístico de Big Julián, porque queremos ser grandes en la música y en todo”.

El rap, reguetón, la balada y a veces la electrónica, son los géneros que utilizan estos muchachos para hacer sus melodías. Como casi todos los demás grupos aficionados cubanos, se dan a conocer a través de las redes sociales y por sus amigos, quienes reparten sencillos plegables en la calle cuando van a presentarse en algún lugar.

El solo hecho de presentarse en un lugar conocido y concurrido por la juventud, ya le da promoción y fama a estos grupos musicales. Aunque no les paguen por ello, lo hacen, pues esto los enriquece como artistas y les aporta popularidad.

“Para hacernos un video nos ha costado mucho, porque hemos tenido que echar pa’lante los ahorros de toda la familia, porque en realidad no hemos podido dedicarnos completamente a la música todavía, nosotros trabajamos y esto lo hacemos en el tiempo libre, esperando siempre que alguna vez sea lo que hagamos a tiempo completo”, explica El Raci, quien desea mucho que el grupo sea conocido y apreciado por los medios.

Los Exactos trabajan en estrecha colaboración con el estudio independiente del DJ Misterale, quien maneja una agencia musical underground del mismo nombre, famosa por ayudar a los mejores talentos jóvenes de la capital.

En la escena underground cubana son muchos los jóvenes con inclinaciones artísticas que buscan afanosamente darse a conocer por el público y compartir con ellos sus creaciones, la mayoría no tiene la oportunidad nunca de someterse al juicio popular y mucho menos, de presentarse en un lugar famoso.

Al menos eso lo han podido hacer por ahora Los Exactos, un trío de amigos que se conocen desde la infancia y se consideran amigos, andan juntos por el arte y la vida y sobre todo, disfrutan lo que hacen con grandes deseos de seguir adelante.

La música y la poesía mueven sus fibras más íntimas, los iluminan y los hacen repartir su luz para compartirla con todos a través de sus canciones. Quieren ser estrictos con su labor, diligentes…exactos.

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