Las apariencias engañan (Parte I)



A partir del 17 de diciembre del 2014, cuando los presidentes de Cuba y los Estados Unidos de América anunciaron el inicio del proceso de restablecimiento de las relaciones entre ambos estados y posteriormente, el pasado 20 de julio de 2015 con la reapertura de las embajadas de ambas naciones en Washington y La Habana, respectivamente, sin dudas se abrió una nueva etapa en el devenir socio-cultural cubano, signado por los retos y las metas de cada una de las partes.

En ese contexto, los léxicos político-cultural y popular en la Isla comenzaron con mayor frecuencia a coincidir en el uso de términos como resistencia, desarrollo, pluralidad, democracia, tolerancia, intercambio, aceptación y muchos otros. En todos los casos, las expectativas han superado a la realidad y poco, o casi nada, ha cambiado hasta la fecha en el ambiente cultural cubano.

La sociedad cubana, de manera especial el sector cultural, que ha sufrido durante décadas la represión y la censura totalitarias en todas sus formas y proyecciones ha tenido que echar mano con mucha frecuencia en este último año al recurrido refrán popular que reza: “si ves las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

Intelectuales de toda laya en cuanto foro o reunión tenga lugar, no se cansan de repetir que lo más importante ahora en términos de política cultural es proceder con buen juicio, unirse en la defensa de la Patria ante las amenazas culturales globalizadoras que los acechan, y adoptar políticas que preserven el legado cultural de la nación. Esos mismos argumentos sirven de escudo y justificación para mantener una férrea censura e intentar el control absoluto del quehacer de quienes, a su juicio, mantengan una línea discordante de pensamiento y acción, más liberal, democrática, o simplemente no acorde con los criterios que se consideren lesivos al sistema político imperante en el país.

El espacio disponible para este análisis no bastaría si se intentara mostrar qué ocurre realmente en todas las manifestaciones de la cultura nacional. Con perdón de los lectores, a quienes no queremos atiborrar de hechos, preferimos centrar los argumentos específicamente en la razón de ser de esta página que es la promoción y la divulgación del quehacer de la cultura alternativa cubana.

Todavía en cualquiera de los espacios cubanos de confrontación cultural, así como también en los medios de difusión masiva y en otras instituciones encargadas de regir el acontecer artístico, las puertas están cerradas al intercambio, la aceptación y la coexistencia con géneros, tendencias, obras, artistas e ideas que sugieran aperturas, cambios de mentalidades y mucho menos, las que denuncien malolientes realidades acumuladas y clamen por cambios en aspectos medulares de la sociedad.

Se tiene un miedo atroz no solo a quienes disienten con mala voluntad y anacrónico anexionismo, sino también a quienes lo hacen con patriotismo y espíritu constructivo. Se teme a familiarizarse con el supuesto enemigo y se niega la posibilidad de participar activamente en la construcción de una sociedad mejor, plural e inclusiva que de verdad respete el precepto martiano de “con todos y para el bien de todos”.

Crece entre los funcionarios el fantasma de la libertad de expresión, de la formación de ideas y opiniones colectivas, del derecho a valorar y consumir las opciones culturales del gusto de cada cual. Todo lo que se salga de lo “establecido y regulado” en esos términos es una amenaza y por tanto recibe no solo rechazo y marginación, sino críticas y campañas para desvirtuarlo y señalarlo como nocivo para la sociedad en su conjunto y en especial para los jóvenes.

El movimiento underground cubano, particularmente la cultura hip hop por sus valores, espiritualidad y capacidad para entrar en el ruedo de los sujetos de cambio social, es uno de los objetivos centrales del recrudecimiento de la censura y la represión. Sin embargo, no todo es en blanco y negro, hay que mirar y explorar los matices y los extremos. Algunos de los más mediáticos representantes del movimiento hip hop cubano, en algunas ocasiones, han pecado de inmaduros y voluntaristas, negando con esas actitudes la posibilidad, si alguna vez la hubo, del debate, de la superación de diferencias y criterios, de consensuar la coexistencia y de ofrecer la posibilidad de crear realidades más positivas y de inserción abierta en los canales culturales cubanos.

Desenredar la compleja madeja o los acertijos que plantea para la cultura alternativa el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos también pasa por entender, lidiar con, y encontrar nuevas formas de enfrentar y vencer a las sutilezas y los nuevos ropajes con que se viste el accionar de las instituciones culturales.

Para muchos incautos se vive una situación de total relajación donde se puede hacer y decir lo que se quiera, sin temores ni perjuicios; pero OJO la cuestión no es tan simple, han cambiado en lo posible los métodos, pero no las esencias. Si ahora es más común que algún rapero(a), no todos, ni tan siquiera la mayoría, aparezcan en contados espacios de televisión o radio y se permitan hacer más presentaciones en espacios públicos, nada es fruto de la espontaneidad o de la buena voluntad de las instituciones. Muy por el contrario, se agudizó el control del contenido de las obras y de las acciones de los artistas, organizaciones como la AHS y otras intentan por todos los medios controlar el quehacer cultural y exigen participación o copatrocinio en cuanto evento alternativo tenga lugar, hasta el punto de prohibir que se realicen si no están presentes.

El Estado es consciente de sus errores en el campo de la cultura, pero la propia estructura burocrática frena los necesarios cambios a los que están avocados y al verse superados por la realidad recrudecen las restricciones y tensan la cuerda de las relaciones cerrando las posibilidades de entendimiento y coexistencia, al tiempo que mantienen la rutinaria inercia causante de tantos males y mantienen el valor de los criterios políticos al evaluar, promocionar y permitir el desarrollo de determinadas vertientes de la cultura alternativa.

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