Los cuatro géneros musicales más underground de Cuba: el punk. (IV Parte)



Cuba, la mayor de las islas Antillas, es conocida mundialmente por sus espectaculares lugares naturales, sus coches de más de 50 años rodantes aun, su ron de excelencia y sus tabacos de calidad únicos en el mundo. También es conocida por su música, sobre todo la tradicional y la llamada salsa, pero no se conoce, ni se asume la existencia de otros géneros, como por ejemplo, la música punk. Aún así, existe una escena punk bien diferente al imaginario que conceptualmente se tiene de este movimiento.

El anarquismo es una doctrina política que tiene como objeto común la desaparición del estado y de sus organismos e instituciones representativas, y defiende la libertad de cada ente social por encima de cualquier autoridad. Sobre esta doctrina y concepto, los punk basan sus principios éticos y morales para promulgar el movimiento. De hecho, hacen del símbolo anarquista “A” un emblema típico del punk.

A principios de los 90 del siglo pasado, en Cuba se desataba un cúmulo de problemáticas sociales no experimentadas después de 1959. Los punk sobre la base de sus ideales, estaban en desacuerdo con muchas imposiciones estatales, entre las que se encontraba la ley obligatoria para el sexo masculino de cumplir con el servicio militar activo por un periodo de dos años consecutivos. Muchos decidieron contagiarse del VIH-SIDA para ingresar en los sanatorios estatales donde entre otras ventajas, les aseguraban una buena alimentación y por supuesto, obtener la baja automática del servicio militar. Lo que la mayoría no sabía en ese momento, es que era una enfermedad para toda la vida.

Igualmente, la opción de inyectarse el virus se convirtió en una vía de enajenación y refugio para muchos punk, que al ingresar en los sanatorios ya no eran molestados por la sociedad tan conservadora de la que sin desearlo formaban parte, y eran rechazados por el simple hecho de ser diferentes.

Por otro lado, la cultura y naturaleza ocupa de los punk es otra arista que se aborda desde una realidad diferente y lejos de los estereotipos existentes en nuestra sociedad cubana. La ocupación que se efectúa en países socialistas es, en la mayoría de los casos, por necesidad y no por un hecho político en sí. Por eso no existen lugares ocupados como centros sociales, ni la Habana ni en otra región de la Isla, y toda idea de ocupación queda en el mero intento.

Hagamos un poco de historia. A finales de los años 1960, una corriente de jóvenes de Inglaterra, Estados Unidos y otros países, consideraban que el rock había pasado de ser un canal de libre expresión para la juventud, a una mera herramienta de mercado y baúl para la grandilocuencia de los músicos de ese entonces, privando a la gente común de la música. Surgió entonces el punk como una burla a la rigidez de los convencionalismos que ocultaban formas de opresión social y cultural.

A principios de los 80, el hardcore punk empezó a considerarse un sub-estilo por derecho propio. Al mismo tiempo, su carácter crítico y político se fue acentuando cada vez más, haciéndose ésta una característica generalmente considerada un acápite del mismo. El movimiento punk cubano empezó a finales de esta década, pero la eterna escasez de recursos hizo que el debut de las primeras bandas punk de la Isla no saliera a la palestra pública hasta principios de los crudos, difíciles y contradictorios años 90.

Josu Trueba, fotógrafo vasco, recogió varios testimonios en sus escritos sobre el género en Cuba. Según sus investigaciones, “en 1991 Gil formó la agrupación Rotura. Pero la banda no resistió una vida de excesos y una serie de problemas internos desembocaron en su desintegración en 1993. Aún así, la banda se convirtió en legendaria”*. En este mismo año, “Abel conformó Futuro Muerto, una banda con nombre premonitorio. Un año más tarde, ya estaba comenzando con otro proyecto: Detenidos, una de las bandas más radicales y contestatarias de Cuba”.

Estas bandas se convirtieron en iconos de un sector minúsculo de la sociedad que parecía ir tomando fuerza a pasos agigantados por la incertidumbre y el desconcierto que se vivía en la Isla en esos momentos. Y con la misma rapidez que se iban expandiendo, el Estado los fue eliminando de la manera más eficaz que planificó. Radicalmente abolieron toda muestra o existencia, de música y cultura punk en la Isla.

El punk siempre se ha mostrado como una corriente que cuestiona los estereotipos de estilos de vida y expectativas juveniles con respecto a las entidades, la educación convencional, las reglas de la estética, y los medios de comunicación de masas, y por eso no era bien recibido por la sociedad cubana. Así que el sistema político se las ingenió para que fuesen repudiados por la sociedad mayoritaria, mostrándolos como personas anti-sociales y anti-revolucionarias, a las que había que temer y combatir. Aunque fuertes e implacables, los punk eran pocos y le fue demasiado fácil al gobierno mantenerlos en el anonimato y la represión hasta hoy, aunque actualmente en menor medida.

Aunque el movimiento punk no es un movimiento posicionado de una forma determinante y excluyente, sí tiende a acoger diversas posiciones políticas muy marcadas, por tanto, ha tenido un componente de crítica sobre el malestar de la juventud sobre el rumbo de la sociedad cubana contemporánea. Cuando la música punk y la cultura punk contienen algún mensaje político, dejan atrás la falta de moral y decadencia de algunos grupos dominantes. Aparecen mensajes con carga social, lo que por supuesto, constituye una amenaza para todo sistema, esencialmente para un sistema totalitario.

En Cuba, “las bandas pioneras” Rotura, Futuro Muerto y Detenidos “abrieron un camino que seguirían otros. A mediados de 1994 saltaron a la escena, VIH en La Habana y Eskoria, probablemente la banda más consagrada y veterana de la Isla, radicada en Santa Clara”.

Por eso es de suma importancia reconocer y promover lo que fue este movimiento en la Isla, así como el legado de sus iniciadores. Se hace necesario expandir, aunque lentamente, el punk en la Isla. La promoción es mínima y la práctica minoritaria agrava la salud del género. Tanto es así, que no existe una institución o agencia propiamente punk. “Se realizan unos diez festivales de rock al año y los punks participan solo en dos: Rockasol y Ciudad Metal. Es en estos festivales donde los punk de la Isla se reúnen, siempre que la economía lo permita y la policía no interfiera”.

Es necesario entender que el punk no tiene requisitos para ser promovido en cualquiera de las sociedades. Cualquier individuo puede inclinarse por el movimiento o pertenecer a este, desde un intelectual hasta aquel que no haya visto jamás un libro. Solo tiene que estar claro en tus pensamientos, con tus principios y defendiendo tus ideas. Cree en estos criterios y creerás en la existencia del movimiento punk.

Por fortuna y aunque minoritariamente, las nuevas generaciones no han dejado morir al movimiento punk. Al ser humano se le puede privar de todo menos de la libertad de sus pensamientos, por lo que creo firmemente que el punk en Cuba, ahora más que nunca, vivirá.

*Las citas y referencias pertenecen a Al son del punk por Josu Trueba.

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