Migue, El Escogido. La música como poder espiritual
14 de diciembre de 2015
Cuando conocí al joven rapero y productor musical independiente Miguel Ángel Webb Wright, o Migue, El Escogido (su nombre artístico), no pude menos que preguntarme si alguna vez había conocido a un músico para el cual la música y su proceso creativo fueran cuestiones eminentemente místicas. Cuando comencé a dialogar con él, me convencí que Migue es un artista que vive entre dos mundos: el humano y el divino.
Migue es descendiente de jamaicanos (de ahí sus apellidos tan peculiares) y según él, se enamoró de la música desde que tiene uso de razón. A los siete años cantaba y bailaba, y a los doce años comenzó a escuchar los géneros musicales de su preferencia, entre los que se destacan el rap y el reggae.
Según Migue, la mayor influencia que recibió de la música rap le llegó a través de un primo suyo, mayor que él, quien fuera integrante de la agrupación cubana de rap Primera Base. Fue en esa época donde también comenzó a escuchar los clásicos del rap estadounidense: MC Hammer, 2Pac, Fat Joe, Ice T, Notorious, entre otros, y a asumir todos los elementos estéticos de la cultura hip hop. La influencia fue tan grande que decidió emprender sus primeros pasos como bailador de break dance y pee wee, y también como cantante y compositor autodidacta. Todo ello transcurrió en un período que el propio Migue definió de “imitación”.
A los catorce años tendría lugar el evento que le daría un giro radical a su vida: la conversión al cristianismo. Fue en esta etapa donde tuvo conciencia del poder espiritual de la música y el impacto de las influencias de su mensaje en la transformación del alma. Su sensible percepción de artista se abrió al universo de lo divino. En lo adelante, para Migue, la vida como concepto sería una lucha espiritual, donde el Bien y el Mal se baten sin descanso, y el campo de batalla es el corazón humano.
Por otra parte, su entrada a la iglesia le abrió las puertas al rap cristiano. Según palabras de Migue, en este género vio “un mensaje verdadero que daba una solución. No era de ‘hay esto, pero quédate cómo estás’, sino que había solución en Cristo, porque salvó mi vida. Y vi que ese mensaje a través del rap estaba sustentado por miles de testimonios”.
Sin embargo, a pesar de la impresión tan fuerte causada por el rap cristiano, Migue llegó a decirse “yo no sé componer cosas así”. De modo que emprendió su primer recorrido místico a través de la oración, y a partir de ese instante comenzó su trabajo profundo con la espiritualidad del rap cristiano.
Su primera presentación fue en una iglesia, donde tuvo muy buena acogida, al punto que fue invitado en otras congregaciones para cantar. Pero reconoce que eso no hubiera sido posible sin la mano solidaria de Lacho, el Cacho (uno de los miembros del dúo de raperos cristianos Los Embajadores), quien lo invitó a cantar con ellos, y de la guía de Damaris Benavides, (fundadora del rap cristiano en Cuba), la cual le ayudó a abrirse paso dentro del ámbito musical cristiano, así como en su proyección como artista a la hora de situarse en diversos contextos, y sobre todo, a perfeccionar el contenido de sus letras.
Otro suceso importante fue la adquisición de una PC y el “cacharreo” de la conocida estación de trabajo de audio digital, Fruity Loop, la cual le permitió descubrir su vocación como productor musical. Primero, comenzó a producir sus propios backgrounds, pero al ver que estos tenían aceptación por músicos cristianos y no cristianos, y muchos le preguntaban dónde y con quién los había grabado, decidió dar sus primeros pasos como modesto productor independiente. Hoy día, Migue tiene una clientela que él mismo considera “selecta” -a pesar de la competencia-, no por los ingresos que recibe, sino por la espiritualidad de la música que hacen. Para él, el dinero no es lo más importante, sino que la música que salga de sus predios sea un instrumento de sanación espiritual, y esto último no está dispuesto a negociarlo por todo el oro del mundo. Además, Migue confiesa sin temor alguno, que él trabaja bajo la revelación del Espíritu Santo, y la calidad de sus producciones bajo ese sello intangible, nunca le ha fallado.
Quizás sea por esa actitud constante hacia el Bien, y el carisma de simpatía que irradia de su personalidad, que la historia de Migue como rapero cristiano es más afortunada que la de muchos de sus colegas. Confiesa que nunca le han cerrado las puertas donde quiera que se haya presentado. Ya sea en las iglesias o en las instituciones culturales del Estado. También admite que cuando él debutó como rapero cristiano, “los tiempos estaban cambiando dentro y fuera de la iglesia”. Por otra parte, todavía no tiene un disco completo, por lo que sus presentaciones siempre han sido como telonero.
Hasta el momento, cuenta con unas seis canciones, a las cuales les ha ido realizando arreglos con el paso del tiempo. No desestima la posibilidad de hacer un disco, pero afirma que lo que más le gusta es cantar en vivo e interactuar con el público. Dentro de lo más reciente de sus producciones está un tema de timba-rap, del cual se siente muy orgulloso porque ha sido todo un éxito para los propósitos del evangelismo. También ha incursionado en el reggae y la música disco.
Otro de los elementos que Migue toma en cuenta antes de cantar, es pedirle mucha ayuda al Altísimo, porque considera “que todo está formado por atmosferas espirituales”. Una vez que percibe la correlación de fuerzas que se mueven en el ambiente donde va a cantar, traza su estrategia sobre cómo debe conducirse en el escenario, siempre con el propósito de que el mensaje de su música sea un rompimiento con cualquier realidad insana. Así lo ha hecho en los cines Yara y Riviera, y también en el estudio 1 de Radio Progreso.
Para Migue, El Escogido, no hay nada imposible. Vale decir que este joven rapero está convencido de que lleva la música en la sangre, de modo que nunca ha perdido el sueño por no tener una formación musical de academia. El espíritu de “hazlo tú mismo” es parte indisoluble de su ADN. Tampoco se trata de un ingenuo fanático religioso, enceguecido por dogmas y doctrinas arcaicas, que va por la vida enajenado de la realidad, sino de alguien para quien la música es “el lenguaje del alma más exacto que haya existido, y también el más universal, porque se habla en cualquier parte del mundo de la misma manera”.
Su propósito como productor musical es “ser una persona que atrapa los sonidos del Reino de los Cielos y los baja a la Tierra”, porque considera que cada sonido de un instrumento musical, tiene un efecto en el mundo imperceptible que no se puede apreciar a simple vista. Como rapero confesó que su humilde misión personal es “ser una fuente de liberación espiritual para mi nación”.
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14 de diciembre de 2015
Cuando conocí al joven rapero y productor musical independiente Miguel Ángel Webb Wright, o Migue, El Escogido (su nombre artístico), no pude menos que preguntarme si alguna vez había conocido a un músico para el cual la música y su proceso creativo fueran cuestiones eminentemente místicas. Cuando comencé a dialogar con él, me convencí que Migue es un artista que vive entre dos mundos: el humano y el divino.
Migue es descendiente de jamaicanos (de ahí sus apellidos tan peculiares) y según él, se enamoró de la música desde que tiene uso de razón. A los siete años cantaba y bailaba, y a los doce años comenzó a escuchar los géneros musicales de su preferencia, entre los que se destacan el rap y el reggae.
Según Migue, la mayor influencia que recibió de la música rap le llegó a través de un primo suyo, mayor que él, quien fuera integrante de la agrupación cubana de rap Primera Base. Fue en esa época donde también comenzó a escuchar los clásicos del rap estadounidense: MC Hammer, 2Pac, Fat Joe, Ice T, Notorious, entre otros, y a asumir todos los elementos estéticos de la cultura hip hop. La influencia fue tan grande que decidió emprender sus primeros pasos como bailador de break dance y pee wee, y también como cantante y compositor autodidacta. Todo ello transcurrió en un período que el propio Migue definió de “imitación”.
A los catorce años tendría lugar el evento que le daría un giro radical a su vida: la conversión al cristianismo. Fue en esta etapa donde tuvo conciencia del poder espiritual de la música y el impacto de las influencias de su mensaje en la transformación del alma. Su sensible percepción de artista se abrió al universo de lo divino. En lo adelante, para Migue, la vida como concepto sería una lucha espiritual, donde el Bien y el Mal se baten sin descanso, y el campo de batalla es el corazón humano.
Por otra parte, su entrada a la iglesia le abrió las puertas al rap cristiano. Según palabras de Migue, en este género vio “un mensaje verdadero que daba una solución. No era de ‘hay esto, pero quédate cómo estás’, sino que había solución en Cristo, porque salvó mi vida. Y vi que ese mensaje a través del rap estaba sustentado por miles de testimonios”.
Sin embargo, a pesar de la impresión tan fuerte causada por el rap cristiano, Migue llegó a decirse “yo no sé componer cosas así”. De modo que emprendió su primer recorrido místico a través de la oración, y a partir de ese instante comenzó su trabajo profundo con la espiritualidad del rap cristiano.
Su primera presentación fue en una iglesia, donde tuvo muy buena acogida, al punto que fue invitado en otras congregaciones para cantar. Pero reconoce que eso no hubiera sido posible sin la mano solidaria de Lacho, el Cacho (uno de los miembros del dúo de raperos cristianos Los Embajadores), quien lo invitó a cantar con ellos, y de la guía de Damaris Benavides, (fundadora del rap cristiano en Cuba), la cual le ayudó a abrirse paso dentro del ámbito musical cristiano, así como en su proyección como artista a la hora de situarse en diversos contextos, y sobre todo, a perfeccionar el contenido de sus letras.
Otro suceso importante fue la adquisición de una PC y el “cacharreo” de la conocida estación de trabajo de audio digital, Fruity Loop, la cual le permitió descubrir su vocación como productor musical. Primero, comenzó a producir sus propios backgrounds, pero al ver que estos tenían aceptación por músicos cristianos y no cristianos, y muchos le preguntaban dónde y con quién los había grabado, decidió dar sus primeros pasos como modesto productor independiente. Hoy día, Migue tiene una clientela que él mismo considera “selecta” -a pesar de la competencia-, no por los ingresos que recibe, sino por la espiritualidad de la música que hacen. Para él, el dinero no es lo más importante, sino que la música que salga de sus predios sea un instrumento de sanación espiritual, y esto último no está dispuesto a negociarlo por todo el oro del mundo. Además, Migue confiesa sin temor alguno, que él trabaja bajo la revelación del Espíritu Santo, y la calidad de sus producciones bajo ese sello intangible, nunca le ha fallado.
Quizás sea por esa actitud constante hacia el Bien, y el carisma de simpatía que irradia de su personalidad, que la historia de Migue como rapero cristiano es más afortunada que la de muchos de sus colegas. Confiesa que nunca le han cerrado las puertas donde quiera que se haya presentado. Ya sea en las iglesias o en las instituciones culturales del Estado. También admite que cuando él debutó como rapero cristiano, “los tiempos estaban cambiando dentro y fuera de la iglesia”. Por otra parte, todavía no tiene un disco completo, por lo que sus presentaciones siempre han sido como telonero.
Hasta el momento, cuenta con unas seis canciones, a las cuales les ha ido realizando arreglos con el paso del tiempo. No desestima la posibilidad de hacer un disco, pero afirma que lo que más le gusta es cantar en vivo e interactuar con el público. Dentro de lo más reciente de sus producciones está un tema de timba-rap, del cual se siente muy orgulloso porque ha sido todo un éxito para los propósitos del evangelismo. También ha incursionado en el reggae y la música disco.
Otro de los elementos que Migue toma en cuenta antes de cantar, es pedirle mucha ayuda al Altísimo, porque considera “que todo está formado por atmosferas espirituales”. Una vez que percibe la correlación de fuerzas que se mueven en el ambiente donde va a cantar, traza su estrategia sobre cómo debe conducirse en el escenario, siempre con el propósito de que el mensaje de su música sea un rompimiento con cualquier realidad insana. Así lo ha hecho en los cines Yara y Riviera, y también en el estudio 1 de Radio Progreso.
Para Migue, El Escogido, no hay nada imposible. Vale decir que este joven rapero está convencido de que lleva la música en la sangre, de modo que nunca ha perdido el sueño por no tener una formación musical de academia. El espíritu de “hazlo tú mismo” es parte indisoluble de su ADN. Tampoco se trata de un ingenuo fanático religioso, enceguecido por dogmas y doctrinas arcaicas, que va por la vida enajenado de la realidad, sino de alguien para quien la música es “el lenguaje del alma más exacto que haya existido, y también el más universal, porque se habla en cualquier parte del mundo de la misma manera”.
Su propósito como productor musical es “ser una persona que atrapa los sonidos del Reino de los Cielos y los baja a la Tierra”, porque considera que cada sonido de un instrumento musical, tiene un efecto en el mundo imperceptible que no se puede apreciar a simple vista. Como rapero confesó que su humilde misión personal es “ser una fuente de liberación espiritual para mi nación”.
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