Rapta, el “negrón fuertón”



Es un chico sencillo, agradable y él mismo se describe como un “negrón fuertón”. Ahora mismo vive en el municipio Playa, en La Habana, pero su origen está en Guantánamo, la más oriental de las provincias cubanas. Su nombre real es Osmani Quintana Heredia, pero nadie le dice así, todos le llaman el Rapta. Cuenta que el público le puso ese nombre por su forma de defender el rap, un género que defiende a capa y espada desde hace mucho tiempo. Su aspecto físico también ayuda a llevar ese sobrenombre, porque usa unas largas trenzas, al estilo rasta.

Durante varios días estuvimos cuadrando una cita, pero por diversas razones no podíamos concretar la misma. Una mañana recibí su llamada para verlo y por fin pudimos sentarnos a conversar. Sobre las 5 de la tarde de ese día llegó a mi casa, y con su buen carácter y sonrisa característica, me dijo: “Tira sin pena, que yo te contesto”.

Mi primera pregunta no podía ser otra que sobre su vínculo con la música. “Hago cualquier tipo de música, reggaeton, rap, moña, lo que venga, menos jazz y rock que no me gustan. (…)…yo mismo compongo mis letras, mi música, y me inspiro de cualquier circunstancia, evento o momento”.

El Rapta lleva una vida, según él, bastante agitada, y esto dio paso a otra pregunta. ¿Cómo lleva su vida sentimental y espiritualmente? “Me gusta vivir, me disgusta la mentira, el engaño. Tengo como virtud que soy una persona alegre, y como defecto ¡ufff!, unos cuantos que para qué decirte. ¿Hábitos? Como bastante y amo a mis hijos”. Hizo una pausa y siguió. “Sobre mi situación sentimental te puedo decir que vivo con mi esposa, pero legalmente no estamos casados y bueno también con mis dos hijos”.

De su vida sentimental saltó a confesarme sus aspiraciones y sueños. “Quisiera ser un personaje, para qué engañarte, que a donde quiera que vaya a las personas les guste lo que hago, que mi música sea escuchada, que la gente me siga. Es decir, ser un artista bien popular y llenar grandes escenarios”. Ya que mencionó los escenarios, aproveché para preguntarle sobre sus presentaciones. “Me he presentado en la Casa de la Música de Miramar, en el Hotel Internacional de Varadero, en la Villa de Guajaibón, en San Agustín, ahí en los Siboneyes, en parques, y así, donde quiera que me llamen o inviten, ahí estoy yo”.

Al hablar de su camino musical me habló del apoyo incondicional que recibe de su esposa, a quien le está muy agradecido porque como dice, “siempre ha estado a su lado, al pie del cañón”. Igualmente, menciona agradecido a su madre, y en general a toda su familia y amistades, pero afirma que si realmente quiere dar un agradecimiento por su labor, simplemente se lo dará a Dios, quien asegura que lo guía y representa en cada decisión de su vida actual. Su comentario me llamó la atención porque son pocos los artistas cubanos que públicamente agradecen a Dios o a una entidad espiritual, y al decírselo, añadió: “Para mí, sin Dios no hay nada, y porque pensar que algo más arriba de nosotros existe, me ayuda a seguir para adelante, y me ayuda a superarme y a tener fe en que puedo y debo seguir”.

Dando un cambio en el giro de la entrevista, le pregunté si había alguna anécdota que quisiera compartir y respondió sin vacilar: “Bueno, hace unos meses, en las vacaciones, fui a cantar en un parque en San José, por el verano, y yo tengo una canción que se llama ‘Ramplampliti’ que trata sobre las gordas, y da la casualidad que en ese momento habían una pila de gorditas. Al principio, no me descargaron mucho, se pusieron un poco bravas, ya después, yo dije que era un tema para gozar y que yo les descargo un mundo a las gordas, y entonces se relajaron y lo disfrutaron”.

Hablando de canciones pasamos a los temas de su propia autoría. “Todos los que canto son de mi mano, ejemplo, ‘Mamita ven’, ‘Hello’, ‘Rampampliti’, que como te dije antes, es un tema para las gordas y la compuse a partir de que un día estaba en la calle y pasó una muchacha pasadita de peso, estaba puesta una canción de Wisin y Yandel, asimilé una palabra, y a partir de eso empecé a componer el tema”.

Sin parar de hablar, el Rapta me cuenta también que es músico desde 1999 y durante su carrera han sido innumerables los obstáculos, dificultades y/o tropiezos que ha tenido que superar para llegar hasta donde está actualmente. “Bueno, imagínate tú, si fuera hijo de papi y mima no estuviera aquí donde estoy ahora, estuviera un poquito más arriba, pero no lo soy. Y lo otro es el color de la piel, el ser negro me ha puesto muchas trabas y problemas. Eso que te digan que aquí no hay racismo, es pura mentira”.

A pesar de esto, confiesa que no todo han sido problemas porque también ha tenido muchos logros, alegrías y situaciones positivas a lo largo de su vida artística. “Aunque no tengo papeles de nada que tenga que ver con el arte, me dieron la oportunidad de formar parte de una compañía de teatro profesional que me cuadra, aunque no estoy todavía en papeles ni nada, ni cobro, pero es un adelanto, y allí estoy, esperando a ver qué pasa. También están mis hijos, mi familia, la que yo creé”.

Siendo artista cubano no podía faltar el comentario sobre la situación de Cuba con respecto a la música, comentario que hizo de forma escueta. “Mejor deja esa tecla ahí y no la toques. ¿Pa’ qué decirte? Eso es por gusto, los malos son los hijos de papá y mamá, son los que están arriba”.

Para culminar le pedí que me hablara de su entorno social que es una de sus inspiraciones a la hora de componer. “En cuanto a eso te digo que es un barrio tranquilo, con la playa relativamente cerca para disfrutar y despejarte, pero lo que más me choca es el nivel de vida de las personas que viven a mi alrededor, ya que es demasiado alto con respecto al mío que es muy bajo y eso me choca mucho. Pero bueno, ojalá y esas cosas un día cambien para bien de mi familia, que al final son por los que realmente velo en mi vida y por los cuales me sacrifico tanto”.

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