Sueño del Caribe: buscando oportunidades sin prostituir su arte



Si transitas por la calle Obispo, en la parte más antigua de la capital cubana, encontrarás interesantes propuestas en materia de música. En ese populoso boulevard predominan los intérpretes de música tradicional. Pero allí, donde todo parece homogéneo, siempre puede sorprendernos algún artista, o mejor aún, algún “piquete”, como le han apodado por esos lares. Entre los que marcan la diferencia se encuentra el grupo Sueño del Caribe, liderado por su director, compositor y voz principal, Valerio Sánchez Bárzaga.

El proyecto es sencillo, pues como toda propuesta underground trabajan con pocos recursos y dependen sobremanera del esfuerzo propio y los amigos. La línea melódica se estructura con pocos instrumentos: tres, guitarra, contrabajo y percusión menor, que incluye bongó, maracas y güiro.

No es difícil encontrar a Sueño del Caribe, pues comparten su arte en la paladar o bar-restaurant Don Pucho, donde un amigo les cede el espacio y ellos deben ganarse el público. Sombrero en mano, peso a peso, estos creadores se ganan el sustento diario.

Otros negocios privados como El Sevilla, los acoge algunos días de la semana, que además, incluye ensayos y alguna que otra actividad. “Trabajamos par de días en un lugar, dos más en otro aquí en la Habana Vieja, pero también nos llaman para actividades en escuelas, centros de trabajos y cumpleaños. Aunque lo que más tenemos son horas de trabajo voluntario, de cantar gratis, porque amamos la música”, afirma Valerio.

Los temas que interpretan estos muchachos que se unieron hace un año y medio, transitan por la rítmica del son, la guaracha, la bachata, el chachachá, tanto con canciones suyas como algunos tracks que se han convertido en clásicos de la música en la Isla. No obstante, Valerio confiesa que el objetivo es fortalecer un repertorio propio, una característica que los alejaría del trabajo realizado por la mayoría de los grupos existentes en zonas turísticas. “Queremos dejar una huella, mostrar lo que hacemos. Pocos en la calle Obispo interpretan su propia música y nosotros sí, porque no queremos ser un grupo más”.

La entrega de Sánchez Bárzaga a este proyecto tiene mucho que ver con sus aspiraciones personales, pues a los 51 años ha decidido apostar todas sus energías a la música. Anteriormente hizo carrera militar y apenas tuvo tiempo para cultivar el arte. “Siempre me gustó la música, la composición, pero solo ahora, que hace un año y medio que me licencié de lo militar, me he propuesto hacer carrera en serio”.

Por fortuna para Sueño del Caribe, por el momento no tendrán que crear canciones sobre la marcha, pues disponen de casi cuarenta escritas por Valerio en las últimas tres décadas. “Compuse por primera vez un tema completo a los 18 años. Hacía versos octosílabos y redondillas y luego, quise musicalizarlos”. Sobre las canciones señala que “no son complejas ni para un grupo experto, simplemente queremos llegar a la gente y para ello hacemos arreglos sencillos, donde lo principal es la letra y el mensaje”.

La huella de Valerio en el trabajo actual del grupo es evidente, pues las composiciones y los arreglos son todos de él, aunque “todos ponen un poco en cada creación”, aclara el percusionista Alberto Centelles, quien integró en el pasado la orquesta de Aramís Galindo, entre otras agrupaciones.

Precisamente en un esfuerzo colectivo y autofinanciado, ellos han podido grabar seis canciones con calidad, las que conforman el demo Sueño del Caribe, producción que incluye bachatas y sones.

Los tracks abordan temas diversos como el medio ambiente, el amor, la amistad, e incluso, una de las historias se refiere en tono poético pero directo, a la prostitución. “Salvar la tierra”, “Nube fría”, “Cuando tú no estás”, “Cuando estés lejos”, “El champán de tus labios” y “Eterna mujer”, que justo en ese orden se han convertido en su primer intento compilatorio.

Mucho agradecen ellos a las amistades, sobre todo Valerio, quien dedicó “Cuando estés lejos” a la bella colombiana Rosalba, musa inspiradora de la canción y enamorada confesa del proyecto. “Ella se llevó nuestra música para su país, veremos qué pasa”.

Pero además de las seis canciones del disco, aclaran que tienen otras cuatro o cinco grabadas, aunque sin la calidad esperada. A su juicio, “hay que trabajarlas mejor, porque se hicieron en estudios sin los recursos necesarios”, afirman estos músicos que intentan hacer carrera con mucha voluntad y nulo apoyo o patrocinio de instituciones culturales.

Sin duda, el grupo es serio en su trabajo y sabe lo que quiere, tanto así, que no esconde su deseo de pertenecer a una empresa acreditada en el país. Sin embargo, refieren con cierto desasosiego ese anhelo de ser profesionales algún día. Ellos tienen el empeño, están convencidos de su calidad, pero no encuentran el camino, porque muchas veces transita por una cifra elevada de pesos en el bolsillo. “Es difícil y no nos han abierto las puertas. Nos han dicho que en las empresas están parados los procesos de aceptación de nuevos grupos. Y aquí estamos, esperando por una audición”, explica Valerio.

Antes de concluir este diálogo, los muchachos de Sueño del Caribe insistieron en el tema de las audiciones. Según su cantante y líder del proyecto, no entienden “por qué grupos con ganas de crear, con talento y cualidades, no encuentran una oportunidad”.

Quienes los conocen saben que no hacen reclamos festinados, ni piden nada regalado. Y lo que si no harán, aseguran ellos, es prostituir sus creaciones. Por ahora, simplemente exigen la oportunidad de mostrar su arte y que sea el público quien decida.

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