Raperas en stand by (Parte I)



Parece muy fácil describir los caminos por los cuales transita el movimiento femenino del rap hoy en día. En especial, cuando uno se adentra hacia otros escenarios que no sean los capitalinos. Por eso, para hablar de un incremento de la representación femenina en el hip hop underground cubano en el 2015 no hay que ir muy lejos, aún más si se quiere una respuesta rápida, como para salir del paso, y podría ser esta: no se percibe un aumento.

A mi entender, el por qué de tal afirmación aparece en estas mismas páginas de PMU, especie de portada semanal que refleja lo que acontece en ese escenario tan complicado para una mujer que además de su impuesto género, elige el rap como proyecto personal público y artístico. Si se leen los artículos publicados aquí en los últimos once meses, se puede tomar en cuenta quiénes son las raperas cubanas que se mantienen en la “lucha” desde hace varios años, aunque un interesado usuario de la página lea su nombre por vez primera.

Sin embargo, el tema amerita una repensada réplica, sin paños tibios o parches para aliviar repentinos dolores. Así que asumo una lógica con estas preguntas: ¿estarán decreciendo las raperas? ¿Estaremos asistiendo al “goodbye” de una generación? ¿Vienen otras en camino?.

Este es solo uno de los artículos que está en la búsqueda de argumentos necesarios y sobre todo de alicientes para las protagonistas de una verdadera escuela en este país, donde se puede nacer mujer, pero se crece siendo más que una mujer.

Para un propósito como este, lamentablemente, no se poseen todos los elementos para mostrar una perspectiva testimonial completa de lo que sucede justo ahora con las raperas cubanas. Aunque con independencia de lo que esté sucediendo en toda la Isla, si de números se trata, podríamos sumar una veintena, cuidado si más, de mujeres en escena, cifra saludable desde muchos puntos de vista y para algunos impensable.

Es que al rap casi siempre se entra como espectadora, después viene uno de los pasajes comunes: tener una relación sentimental con un rapero, que puede ser como pareja o amigo, y más adelante se toma la decisión de agarrar el micrófono, unirse a otros, o ser independiente. Entonces, la carrera de cada una de las mujeres raperas tiene algo de lo anterior y una sumatoria interesante de perspectivas incumplidas, sueños relegados, éxitos insospechados, mudanzas oportunas y sobre todo mucho, mucho trabajo.

Un breve paneo esboza las figuras que entran en este tipo de juego de supervivencia, donde la supremacía apunta a masculinidades siempre en acecho o en “son de guerra”.

La Habana sigue siendo la meca del rap femenino, es la puerta de las oportunidades, es el semillero de las intenciones, y su staff admite nuevas integrantes, pero también hay raperas en otros sitios de la Isla. Menciono algunas, tal vez las que están siempre en las primeras planas: La Fina con su proyecto Somos Muchos Más, La Javá Atrevida, La Real y La Reina, La Nena, Magia de Obsesión, desde Santiago de Cuba llegó Irina de Las Positivas, y otras que, por ejemplo, desde la música cristiana conquistan sus espacios. Sin dudas, no pueden faltar Las Krudas, un universo increíble de la cultura, y DJ Leydis que en estos días está de visita, después de 10 años de difícil acceso. Los colores que dan Telmarys y Danay Suarez ameritan mencionarse. Otras van y vienen, brindando aires frescos y pintando de ideas propias los escenarios donde son invitadas a cantar.

Por un municipio de Matanzas anda la santiaguera Yaneidis La Positiva; en Pinar del Río: Daily del grupo Sin Nombre; en Las Tunas, La Rosa Negra; ya resuenan desde Holguín Las Kalidas; mientras la capital del Caribe, Santiago de Cuba, se quedó con una potente Yisi Kaliber de Golpe Seko, quien no tiene nadie que en contienda, es un round bien ganado en solitario. Que se sepa, en Camagüey los bancos están vacíos, Guantánamo carece de algo que saque a sus raperas a la publicidad, y en otras tierras permanecen bajos piedras, unas limitadas atrevidas.

Si se compara con el listado capitalino, aún sin todos los elementos, el tema, como escribía antes, merece los acercamientos de las interrogantes.

Otro aspecto que matiza este intento: ¿se puede hablar del rap femenino sin mencionar a las cultoras del spoken word? No sería lícito. Entonces, vengan a engrosar este muestrario Lucy, a.k.a Luz de Cuba, más Lourdes Suarez, la Cimarrona, con su Teatro Hip Hop…

Puestas las fichas esenciales en este tablero, estamos en tiempo de posicionar cada pieza en el sitio que le corresponde, para perfilar como una especie de resumen anual, la salud del rap femenino en el archipiélago.

Ojalá se sumen voces testimoniales que puedan pintar un cuadro alentador para el hip hop que insiste en crecer desde Cuba. Por ahora, esperen otro capítulo de una serie anunciada.

Leer la segunda parte

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