¿Está unido el movimiento de metal underground cubano?



Algunos creen erróneamente que el movimiento de metal underground cubano es un bloque compacto, pero la verdad es que en muchos casos ni siquiera existe camaradería entre los involucrados. A mi modo de ver, la ignorancia, la intolerancia, el regionalismo y el chovinismo son algunos de los obstáculos que entorpecen la integración de artistas que cultivan diferentes vertientes. Por ejemplo, quienes apuestan por el heavy metal a la vieja usanza se horrorizan cuando escuchan el más canónico black metal o el siempre irreverente brutal death metal. Hay muchos otros contrastes que mencionar, pero eso será más adelante. A todo esto hay que sumar los celos y las rivalidades entre artistas que caminan por la misma senda creativa.

Es sumamente difícil ponerse de acuerdo, basta con reunir un puñado de personas y preguntarles sobre algún tema para obtener respuestas bien divergentes entre sí, y los músicos no escapan de este precepto. El hecho de no reconocer la diversidad es como negar la propia naturaleza humana. Ahora mismo recuerdo una frase muy empleada por un tío mío que dice así: “cada cabeza es un mundo”. Incluso, cualquiera que busque a fondo en cualquier colectivo, encontrará criterios tan encontrados que le harán replantearse si realmente estas personas luchan por metas comunes.

El movimiento de metal underground está compuesto por un puñado de artistas diseminados por todo el país y cuya labor creativa nada tiene que ver con el comercialismo y las ataduras que imponen las instituciones culturales. Estos artistas se expresan a través de bandas que defienden determinada escudería, o sea, diferentes vertientes del metal, que no son pocas. Sin embargo, como planteaba al inicio, hay una inmensa desunión y rivalidades que dan al traste con la llamada “tiradera”, que no es más que un torrente de críticas que avanzan valiéndose de cualquier medio. Este problema no es exclusivo de Cuba, sino que está presente en cualquier parte del mundo.

Un caso en particular amerita distinción, y es cuando en una banda se produce una separación definitiva por desacuerdos creativos o comportamiento inadecuado para los demás miembros. Enseguida, el separado pone al descubierto cualquier secreto para desacreditar, e incluso apela a la crítica musical, hurgando meticulosamente en cada uno de los parámetros sonoros. En respuesta, la banda se deja llevar por la indignación y también responde groseramente, y en ocasiones agrega falsos argumentos, como que era un incompetente y cosas por el estilo.

La situación es igualmente irreconciliable entre muchos de aquellos que cultivan una u otra vertiente, ya puse ejemplos anteriormente, pero ahora voy con más. Quienes manufacturan metal progresivo, en ocasiones arremeten contra todo el metal extremo, pero en especial contra el grindcore y el black metal. De igual manera los creadores de metalcore son tildados de emos arrepentidos y los de power metal como heroicos soñadores de un pasado que jamás va a regresar. Como pueden notar, la “tiradera” es enorme y todo por los gustos. Yo personalmente creo que cada vertiente tiene lo suyo, ninguna es mejor que otra porque tenemos buenos músicos en cada una.

Por último y no menos importante, están las rivalidades entre artistas que caminan por la misma senda creativa. Aquí juega igualmente un rol determinante la asimilación y percepción de los códigos musicales y de proyección escénica que acompaña a cada variante de metal. El antagonismo entre propuestas semejantes es quizás la máxima expresión de desunión dentro del movimiento. Recordarles que sucede tanto con artistas de regiones distantes como del mismo patio.

A estas alturas, la interrogante inicial debe estar más que aclarada, el movimiento de metal underground está profundamente desunido, aunque sí hay contados ejemplos de lo contrario. Me despido con la siguiente frase del político, estadista e ideólogo chino Sun Yat-sen: “Comprender es difícil. Una vez que se comprende, la acción es fácil”.

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Interrogante
22 de diciembre, 2015 10:18 am (GMT-5:00)
Concuerdo en muchos de los puntos con el escritor de este articulo, pero voy un poco mas allá y me pregunto si se le puede llamar movimiento a la escena del Metal y del Rock -en sentido general- tanto de la Habana como del resto del país. Francamente yo no lo veo, me duele ver el camino que lleva el Rock en nuestro patio y me duele aun mas que sea quizás por las razones de unos pocos, la obligación de todo rocker -creo yo- es cuestionar y cuestionarse, cuestionar directrices, actitudes y aptitudes también, basta de "quitate tu pa ponerme yo" , basta de adorar a los "sin nombre" que nos visitan por el solo hecho de venir de fuera y no prestarle atención alguna a ese que se desgasta y brinda lo mejor de sí a un público que muchas veces no lo entiende ni lo merece, basta de navegar en la mediocridad...