Un discurso femenino, más allá del feminismo



La mayoría de las veces cuando escuchamos el término discurso, pensamos en las frases, la oratoria o en este caso, en las letras que componen e interpretan nuestros artistas underground. No obstante, el discurso al que quisiera referirme es más que la simple forma o palabras que adornan un pronunciamiento, del tipo que sea, sino ese otro al que apelan los estudiosos de las sociedades humanas, ese que incluye el accionar y las diversas expresiones y formas de lucha de los grupos, sectores o estamentos sociales.

Este concepto complejo, aportado por el historiador, teórico social y filósofo francés Michel Foucault, va más allá de los aspectos lingüísticos, y pretende entender el discurso de cualquier grupo social o movimiento: “como juegos estratégicos de acción y reacción, de preguntas y respuestas, de dominación y evasión, así como de lucha”. En ese sentido me gustaría analizar el discurso de nuestras creadoras underground y no solo en el camino de la lucha feminista, aunque evidentemente esta forme parte del todo.

Primero, sería saludable no absolutizar con respecto a las diferencias entre el discurso de las mujeres y los hombres que integran el panorama underground. Pues hace unos pocos días conversaba al respecto con el cantautor pinareño Julio, y este, al igual que otros músicos consultados, advertía la ausencia de grandes contrastes entre lo que cantan sus colegas femeninas y lo que cantan los hombres de su mismo ambiente musical. Las cantautoras femeninas que han estado muy cerca de la trova cubana, de la poesía de Silvio o Pablo, han andado por rumbos tan parecidos que las diferencias entre su discurso y el de sus colegas masculinos apenas podrían notarse.

Y es que las preocupaciones, reacciones y lucha de nuestras creadoras, están sujetas a tantos aspectos como: las preferencias musicales, las inquietudes sociales de su medio, formación musical, estrato o sector social de donde provienen, el barrio donde se criaron, e incluso, la funcionalidad de sus respectivas familias. Por eso prefiero no generalizar y mucho menos, dar por sentado que el discurso de nuestras artistas underground es muy diferente al de los hombres, sino más bien que los matices siempre estarán presentes y son apreciables, incluso entre ellas mismas.

Por ejemplo, nuestras cantautoras femeninas raperas son quizá las que mayormente han establecido tal diferencia y por muchos factores que han intervenido al unísono. Uno de ellos es, por supuesto, la lucha por insertarse en un medio y género musical dominado históricamente por los hombres, con una gestualidad de lucha que poco tiene que ver con los estereotipos de feminidad y también por qué no, porque muchas de ellas han tenido que imponerse en sus propios barrios. Una de ellas es La Fina, conocida rapera del barrio de Buena Vista ubicado en la capital de la Isla, al cual incluso dedica uno de sus temas. Esa lucha por la equidad de géneros ha llegado al proyecto Somos mucho más, que ella lidera, pero como su propio nombre lo indica, allí hay más que solo lucha de las mujeres por establecerse.

Muy bien ubicada como parte de este gran grupo está Luz de Cuba, que pone énfasis en otros problemas. La veterana, cuya niñez estuvo marcada por el respeto al fuerte sincretismo religioso que caracteriza a nuestra sociedad, se lanzó al mundo de la poesía hablada con una canción dedicada a sus antepasados y que tituló “Egungun”, que en yoruba es Egun o muerto. En sus presentaciones hace uso del shekeré como instrumento-deidad que respeta y honra, poniendo ante todo, el compromiso con su idiosincrasia y su propia historia familiar.

Otro caso sería el de Laura, cantante de La AKDmia que ha preferido cantarle al amor e incursionar en el reggae, también acogido fundamentalmente por los hombres. En su caso no ha hecho énfasis en el aspecto religioso de la cultura rastafari, sino en un trabajo musical, fundamentalmente vocal, condicionado en este sentido por su propia formación académica en escuelas de música.

Las mujeres del movimiento musical underground en Cuba han adoptado posturas de lucha ante disímiles preocupaciones y optado por diferentes formas y modos de llevar esa lucha. Algunas como Diana Rodríguez, directora del proyecto cienfueguero Collage, permanece al frente de un grupo mayoritariamente de hombres, que defienden y han logrado la estabilidad de un espacio tan importante como EndoJazz para el desarrollo de la música alternativa. Mientras que otras como Yane, representante de la agrupación Obscuro, constituye una pieza clave para la continuidad y desarrollo de la escena metalera en Ciego de Ávila, región del centro-oriente de Cuba.

Viendo al mundo como una representación, interpretando según sus vivencias, valores, gestualidad, religiosidad, grupo social, género musical, liderazgo, región y tantas otras condicionantes, cada una de ellas ha ido representándose un mundo diferente y por eso cada una le canta distinto y a su semejanza. En ese sentido, el discurso de las creadoras y activistas underground cubanas es, primero que todo, diverso en sí mismo.

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