Un músico… con psicología



Psicólogo de profesión pero cantante de convicción. Podríamos describir así a este joven artista de 28 años que está comenzando a ser reconocido, aunque con algunas limitaciones en el mundo de la música. Su nombre es Miguel Suárez y vive en Centro Habana (muy cerca del Malecón), a donde se mudó con su familia cuando cumplió tres años, pues su barrio natal es El Vedado. Trabaja en un policlínico ayudando a la gente a solucionar sus problemas en la vida. Sin embargo, a pesar de ejercer lo que estudió, no renuncia a su pasión por la música y mantiene como hobby las habilidades manuales y algunos oficios que se le dan muy bien. Y eso sí, pasa mucho tiempo consumiendo música y viendo videos clip. De hecho, en su carrera como cantante existe un catálogo de nombres que constituyen influencias para él: José José, Ricardo Montaner, Pablo Milanés, Franco De Vita, Luis Miguel y más recientemente, Descemer Bueno y Leoni Torres.

Desde muy pequeño, Miguel ya sacaba las primeras notas en el piano de manera empírica. Siempre demostró tener buen oído musical, pues intentaba repetir las melodías que escuchaba. Con el tiempo fue descubriendo que tenía una afinación sorprendente y que le gustaba cantar. Hoy ha logrado presentarse en distintos lugares, pero confiesa que le hubiese gustado dominar algún instrumento, y el piano o la trompeta son algunos de sus preferidos. Durante su niñez pudo haber tenido esa posibilidad, pero, entre otros problemas, en aquellos años se vivían los tiempos difíciles del Período Especial y perdió la oportunidad de entrar al conservatorio Manuel Saumell. Mantiene la timidez que lo caracterizaba desde entonces: “Yo siempre fui muy tímido, aún lo soy”. Curiosamente, Miguel prefiere cantar delante de auditorios numerosos: “mientras más gente haya menos miedo escénico y timidez tengo, a mí me funciona así”.

Como vocalista interpreta sobre todo, temas basados en la balada y en menor medida el bolero. También se ha atrevido a cantar merengue, pero no son los géneros bailables los que más cultiva. Aunque no se ha dedicado aun a crear canciones, reconoce que le vienen muchas ideas a la cabeza. “Yo pienso que a la composición hay que dedicarle mucho más tiempo que al canto, porque para mí es el arte de poner las palabras y los sonidos donde suenen correctamente bien”.

No ha querido formar parte de ninguna agrupación, manteniéndose como solista. Ha hecho una vida artística bastante sistemática, todo gracias a la ayuda de amigos y colegas. Todo se le hace difícil como músico autodidacta que es, aunque “siempre hay alguien que te brinda la mano, pero todo depende también de uno”.

Las casas de cultura y algunas peñas han sido, hasta el momento, sus escenarios más habituales. Entre otros espacios ha sido invitado en la peña de Olga Navarro, en el club Amaneciendo, también en el Palacio de la Rumba, en el Café Cantante y en el Delirio Habanero. En la actualidad, el espacio que más acoge sus presentaciones es la Casa Central de las FAR.

En cuanto a las dificultades, Miguel está seguro que el principal obstáculo puede llegar a ser uno mismo. Los tropiezos que surgen en el camino vienen casi siempre de personas con malas intenciones, “personas a las que no les he agradado, envidiosos, porque en este camino de esos hay muchos”. Lamentablemente en el universo musical muchos están dispuestos a aplastar a otros para ascender más rápidamente. Ese abuso de poder de unos y el oportunismo de otros, es algo que disgusta al joven cantante: “yo soy una persona que cree en el ser humano. Me llevo con todo el mundo, no me importa qué hayas hecho o quién eres. Claro, cada persona lleva un trato distinto, según uno se comporte es el trato que va a recibir”.

No importan las dificultades siempre que tengas una familia y seres queridos que te apoyen. Así piensa este muchacho que agradece la suerte de contar con sus padres, su hermano y su esposa, los cuales han caminado junto a él cuando el sendero se vuelve más difícil. “Le agradezco a mi madre, la mayoría de las cosas las he logrado gracias a ella. Porque cuando he tenido el ánimo en el piso, ella me ha dado el coraje necesario”.

En cuanto al escenario de la música cubana actual, Miguel se enorgullece de los valores que nuestra tradición ha sabido aportar al mundo entero: “y no porque sea mi país. Yo pienso que los músicos cubanos son una escuela a nivel mundial. No estoy diciendo que no se pueda mejorar, porque sí hay que mejorar muchísimo, pero la música cubana tiene prestigio en cualquier país del mundo”. Y es cierto, a pesar de todas las dificultades por las que los cubanos han transitado, en los últimos tiempos es notable la apertura que en todos los sentidos está experimentando la cultura en el exterior. Con ella la música, una manifestación que se está diversificando aún más.

De la misma manera, aún existe una asignatura pendiente para las instituciones culturales del patio. Se trata de los mecanismos para captar talentos nuevos que enriquezcan el panorama cubano, especialmente el de los músicos. “También hay que reconocer que aquí en Cuba hay muchas barreras, que no tienen que ver para nada con el Bloqueo. Y es que no se le da valor muchas veces a quienes no son profesionales. No hay una infraestructura para audicionar a los aficionados. En realidad sí la hay, pero en muy poca medida. Sí pienso que la mayoría de los que no son profesionales, son muy buenos, tan buenos como los profesionales, y yo diría que mejores en algunas ocasiones”.

Ser psicólogo le ha ayudado al joven cantante Miguel Suarez a enfrentar el complejo mundo del arte y todas las demás dificultades que representan ser un joven músico que vive y lucha en la Cuba de hoy. “Yo aspiro en la vida a trascender, ser tenido en cuenta, dejar una huella, aunque sea con una idea”. Ante los problemas, optimismo, y a la música, mucha psicología.

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