La “espiral” del movimiento rockero en Cuba (Parte II)



Hacíamos referencia en la primera parte de este trabajo a dos cuestiones fundamentales que afectan la unidad y desarrollo del movimiento de rock en Cuba. Una de ellas eran las diferencias discursivas condicionadas por el silencio preventivo en las diversas regiones cubanas y la otra, asociada a la primera, el divorcio y desinterés de los medios de comunicación oficiales que no muestran en absoluto las noticias del género y las preocupaciones de sus artistas.

Esa “espiral” que opera como catapulta de bandas e ideas y que no acaba de invertir su sentido hacia un eje común de comunicación abierta, se alimenta continuamente de otros factores como la emigración interna y externa de los músicos que hacen rock, el cambio de estilos e incluso, de género musical, en busca de mejoras económicas. Las inequidades que ha generado la profesionalización de algunas bandas de rock y la falta de autonomía cultural de la llamada Agencia Cubana de Rock.

El ser humano siempre trata de mejorar, evolucionar, y a la crisis económica que sufre el pueblo cubano, no escapan sus músicos. La emigración hacia otras provincias y otros países, ha traído como consecuencia que en muchas bandas cubanas se produzcan cambios, y algunos de ellos profundos. La salida de integrantes es un tema recurrente y conlleva, además de nuevas prácticas y ensayos, el acomodamiento a los respectivos estilos y características entre los artistas. Ejemplos hay muchos, uno de ellos es Rice and Beans, una de las agrupaciones pioneras del rock en Matanzas, que han debido entrenar en varias ocasiones a nuevos músicos, debido a la partida hacia el exterior de algunos de sus fundadores. Así también sucedió con los punkeros de Arrabio, que en los últimos meses sufrió un descalabro: uno de los suyos no regresó a Cuba después de su gira por Estados Unidos.

Mientras que también se generan casos extremos. Darkness and Bliss ha sufrido las consecuencias de los dos tipos de emigraciones. Hoy la agrupación se sostiene gracias a la persistencia de El Pioner, vocalista y director de la misma, y los tantos amigos que siempre están dispuestos a funcionar como “mercenarios” para que su trabajo no deje de mostrarse en los festivales del género.

En otro sentido, pero alimentando el mismo efecto tornado, se ubica la salida de integrantes de algunas bandas que comenzaron haciendo un subgénero y ahora fortalecen su repertorio en función de los covers. Las presentaciones en lugares de gran afluencia de turismo angloparlante han inclinado a grupos como Dana, a incrementar presentaciones en las que básicamente el ochenta por ciento de sus temas son covers de canciones antológicas del rock internacional. Hoy Daniel Alujas, bajista y fundador de la banda cienfueguera, ya no forma parte de este proyecto.

No pretendemos afirmar que el camino de los covers sea un sacrilegio, ni mucho menos, pero indiscutiblemente afecta el desarrollo de un estilo auténtico de un rock cubano. Aunque haya algunos que han sido capaces de mantener las ideas pioneras, sosteniendo como alternativas sus proyectos iniciales, en todo caso no quedan mucho tiempo libre, ni energías. Incluso, hasta se han ido perdiendo los espacios donde mostrar lo diferente.

Una de las causas de la pérdida de esos espacios ha sido la falta de recursos. Pero otra, que resulta polémica, es la inequidad en el proceso de profesionalización de las bandas de rock en Cuba. Me explico, la profesionalización de numerosas bandas del Occidente de Cuba, que ha constituido un paso importante del movimiento, por otra parte ha ido en detrimento de los recursos que antes se disponían a pagar el alojamiento y comida de las bandas asistentes a los festivales, ya fueran profesionales o no.

Los propios músicos evaluados me comentaban que en una de las ediciones del Festival Atenas Rock, tuvieron que tocar para un público exclusivamente de artistas, que eran los únicos que habían podido quedarse en el campismo donde se realizaba el evento. Así se van perdiendo los espacios, no solo vistos como eventos, los eventos existen, pero ya no aglutinan a todo el público y a todas las bandas del país como solía ser. Cabe aquí la pregunta, ¿representa la Agencia Cubana de Rock al movimiento o solo a su catálogo?

Los cambios en su dirigencia precisan de tiempo para hacer todos los ajustes necesarios. Para que se perciban los efectos de una gestión también se necesita tiempo, porque es evidente que los medios de comunicación no están dispuestos a visibilizarlos. Pero hay otra atenuante, más compleja aún, es que no solo se trata de la dirigencia de la Agencia Cubana de Rock, sino de todos los decidores que se ubican por encima de ella. Entonces, otro cuestionamiento lógico sería, ¿hasta dónde puede llegar la autonomía de la Agencia? Y por último, ¿se podría hablar de una verdadera autonomía o eso es solo otro espejismo?.

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