Golpe a golpe: un proyecto con corazón underground



Es la una de la tarde y un grupo de muchachas y muchachos, artistas fundamentalmente de corazón, llevan unas ocho horas rodando en un ómnibus Girón para llegar a una de esas tantas comunidades, que como el mítico Macondo de Gabriel García Márquez, quedan dispersas y cuasi desconectadas de la realidad cubana en la amplísima y llana geografía camagüeyana. Se llaman Golpe a golpe, y aunque esta anécdota para cualquier otra agrupación artística sería excepción y no regla, para este proyecto sociocultural es el leitmotif de su existencia. Durante casi los 365 días del año, músicos, bailarines, humoristas, cantantes, raperos, magos, payasos…, todos aficionados, llevan el arte a donde no hay escenarios ni carteleras culturales, y cualquier carencia técnica que pudieran tener sus espectáculos es ampliamente superada por esa vocación de entrega que profesan a cambio de casi nada.

El mayor mérito de Golpe a golpe es a la vez su esencia y su reto. Está concebido para el trabajo comunitario, por eso sus integrantes no hablan nunca de escenarios glamorosos, o de todas esas condiciones ideales que cualquier artista demanda para exhibirse. Los jóvenes aficionados se han presentado bajo el sol, a la intemperie en plena noche, sobre piedras, raíces, en el mejor de los casos, en escenarios sin ningún elemento que amerite considerarlos como tal, en locales abandonados de algún club, o cine en desuso de algún paraje recóndito. Y lo hacen día a día, a excepción de los lunes que tienen ensayo general y descansan. Y lo hacen también sin bombos y platillos, pues como sus empeños ya constituyen cotidianidad, tal vez dejaron de figurar entre los sucesos excepcionales que suelen recibir cobertura mediática. En este 2016, ya cumplirán 10 años de duro bregar.

Leinier Paredes Rosales asumió el reto de fungir como director artístico y especialista principal del proyecto. Según él, para formar parte de ese grupo hay que amarlo porque no hay dinero en el mundo que pueda pagar ni las alegrías que regalan, ni los sacrificios que ofrecen en función de ese objetivo. “Como todos somos aficionados, algunos instructores de arte, no cobramos por presentaciones como lo hacen los artistas profesionales. Eso además, sería completamente ajeno a la esencia de Golpe a golpe. Por suerte hallaron una forma para estimularnos y aunque ello constituye un incentivo, no es la motivación fundamental por la que seguimos adelante con el proyecto. Son los aplausos, la risa, el agradecimiento de esos públicos en los cuales hay personas que quizás nunca antes vieron un artista, el principal combustible de este proyecto”, explicó Leinier.

Un grupo de danzas populares llamado Giros, el rapero Eliécer Velazco, líder a su vez del Festival Nacional Trakean2 de ese género, dos solistas, bailadores de break dance, humoristas y un mago, conforman actualmente la plantilla de Golpe a golpe, que no es estática, pues como bien señaló su director artístico, para estar en él se debe mostrar calidad y profesionalismo. “Dos veces al año intentamos presentarnos a las audiciones a cargo de artistas de reconocido prestigio en Camagüey, para evaluar la calidad de nuestros integrantes y dar paso a otros nuevos. Además, cada manifestación artística realiza sus ensayos de manera independiente y los lunes nos reunimos para el ensayo general, donde también se conforma el guion general de los espectáculos a presentar en esos días, con un determinado balance dramatúrgico”, comenta Paredes.

Para este muchacho de 25 años y para el resto de sus compañeros, pertenecer a Golpe a golpe ha significado conocer realidades ajenas a ellos, como la vida en sitios tan lejanos e intrincados que ni siquiera tienen electricidad, o en los centros penitenciarios donde, según cuentan, poseen uno de los públicos más agradecidos. “En las cárceles específicamente son experiencias un poco tensas al principio, sobre todo para las muchachas”, comenta por su parte Adaina Pérez Thomas, bailarina de solo 22 añitos y quien comparte la danza en Golpe a golpe con la pertenencia a Caidije, otro emblemático grupo de aficionados en Camagüey, y con las clases como instructora de arte en una escuela primaria, donde además lidera un grupo infantil. “Pero esa aprensión en los inicios se supera enseguida cuando vemos la alegría que representamos para esas personas, al hacerlos olvidar por un rato sus problemas, tanto los de dentro como los que tienen en sus casas, y no pueden resolver por estar cumpliendo su pena. Incluso, comparten el escenario, pues muchos de ellos también cantan o bailan con nosotros y eso es muy gratificante”, concluye Adaina.

Otro enamorado del significado de Golpe a golpe es su rapero, Eliécer Velazco, o Murumba como prefiere ser llamado artísticamente. “A veces estamos agotados, pues casi todos compartimos la pertenencia al proyecto con puestos de trabajo y debemos compaginar las presentaciones hasta altas horas de la noche, o durante todo un fin de semana en las brigadas artísticas, por fines de semana completos, con los horarios diurnos laborales. Pero el hecho de volver luego de un año a una comunidad y que sus pobladores se acuerden de ti, te reconozcan y te saluden, es a lo que aspira cualquier artista, o al menos es para mí lo más grande”.

“Algunas veces hemos pensado en desistir, pero eso sería traicionar nuestra esencia underground, dejar de nutrirnos de las experiencias de vida y de las anécdotas de la gente para los cuales trabajamos y que luego, sin saberlo integran nuestra obra, pues sus problemas, deseos, aspiraciones y sueños está dentro de nuestras creaciones”, remata Eliécer.

Así andan estos muchachos y la mayoría no encuentra una fecha de caducidad a su permanencia en el proyecto. Carencias, dificultades y limitaciones a un lado, ellos tienen el público más grande del mundo, pues han sabido no encerrarse en un teatro a esperar que vengan a verlos. Ellos salieron a buscarlo y se lo ganaron a golpe de corazón.

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