Santa Mía de la Talla: ¡Protégenos!



En los límites del municipio habanero de Guanabacoa, exactamente en el número 20 del Callejón de Las Piedras, en la esquina de una pequeña habitación, rodeada de ofrendas y más de un centenar de fotografías, está Santa Mía de la Talla. La escultura de tamaño natural, bautizada así por su creador, representa a una imaginaria mujer de voluptuosas y fuertes formas, que logra transmitir sentimientos encontrados de deseo, lujuria y amores tempestuosos; pero que también emana un aire maternal, protector, cálido. De color indefinido, o mejor, mezcla de todos los matices y sentidos, recibe a los visitantes con expresiones diversas en su rostro, que corona un manojo de dreadlocks, muestra de particular modernidad y de pertenencia a una filosofía de vida que asume la cultura hip hop como su centro.

Lo que fue primero objeto decorativo y centro de numerosas reuniones de artistas y amigos, hoy se ha convertido en un ícono de culto y devoción por parte de artistas y vecinos, quienes por fe, convicción, esperanza, o ilusión, llegan hasta allí con sus ofrendas y de rodillas le piden protección, buenaventura, suerte, apoyo y hasta consejos. Ya son muchos los vinculados a la cultura hip hop que al emprender un proyecto personal de cualquier índole, acuden ante ella en busca de sus bendiciones y hasta aseguran que es milagrosa.

David e Ivia D’OMNI son los fieles guardianes de Santa Mía de la Talla y han convertido su propia casa en un santuario, no solo de creencias y mitos religiosos, sino del buen hacer en defensa de la cultura hip hop, y no por gusto el proyecto comunitario independiente que ambos dirigen lleva el mismo nombre que la deidad underground.

Para honrar la tradición, el equipo de PMU también acudió ante Santa Mía de la Talla para ofrecerle nuestros respetos y pedirle que permitiera esa noche el buen desarrollo de la pasarela de peinados afro y las presentaciones de spoken word, que con el nombre de Pa’ Arriba se dedicó a celebrar el Día de los Afrodescendientes.

La idea especialmente original, porque no tenemos conocimiento de algo parecido que se realice en La Habana, es una forma novedosa y amena de respetar y divulgar el legado africano en la cultura cubana; educar y atraer a la población del lugar, con alto grado de marginalidad, para dotarlos de ideas y formas diferentes de apreciación estética, que no se rijan por los estándares preestablecidos por la moda en general, que potencien el respeto y la apreciación de la belleza en todas sus formas y manifestaciones, y no sentirse excluidos por no tener la posibilidad de acceder a medios y objetos cuyo único fin es el de masificar formas de vida, en la mayoría de los casos, ajenas a las posibilidades económicas de la juventud y la adolescencia, de sus tradiciones, esencias y costumbres. Demostrar que lo afro puede ser, y de hecho también es, bello, funcional, estético, suyo, nuestro y de todos en una sociedad de mezclas étnicas, religiosas y culturales.

Poco después de caer el sol, la música y las luces llenaron el ambiente del espacioso jardín rodeado de enredaderas y matas de Vencedor, donde se ubicó en el lugar más privilegiado la improvisada pasarela, que se armó con materiales de construcción tales como bloques, losas, travesaños de andamios, sábanas blancas que hicieron la suerte de telones y pantallas donde se proyectaban indistintamente imágenes fijas de obras de arte. El conjunto final, de visos surrealistas confirmó que no existen límites para la voluntad y los deseos de hacer y defender el arte independiente cubano.

Entre vítores y exclamaciones de los asistentes, que en número mayor al centenar repletaron el espacio, desfilaron las y los modelos aficionados, en su mayoría jóvenes del mismo barrio, mostrando las posibilidades ideo-artísticas y la infinidad de variantes de tocados femeninos y peinados de ambos sexos, que las características del pelo de los afrodescendientes ofrecen a las peluqueras y peluqueros. Ninguna descripción de esas impresiones ofrecería al lector la posibilidad de tener una idea cierta de ello, por eso es mejor que disfruten de las imágenes de la galería de fotos que acompañan este reportaje.

Más que palabras, la vida en verso

Después del disfrute de la pasarela, el improvisado escenario quedó listo para la extraordinaria presentación que brindaron esa noche varios de los principales exponentes del spoken word en Cuba, entre los que se encontraban los conocidos artísticamente como Afibola, Fígaro, Osmany 00, El Negro, Félix, y Rodolfo Rensoli, conocido y polémico artista underground cubano, quien ofreció una entrevista exclusiva a PMU, la que presentaremos en próximas ediciones.

La poesía hablada cautivó al auditorio con versos que reclamaban la independencia y el respeto a la mujer, la no violencia de género, el derecho de las féminas a decidir su futuro y no vender su cuerpo bajo ninguna circunstancia, como los expuestos por Afibola, la única representante femenina de la noche.

En particular llamó la atención el Padrenuestro del Fígaro, versos escritos en su temprana juventud, cuando apenas comenzaba a adentrarse en el mundo del hip hop, pero que conservan extraordinaria vigencia porque constituyen una especie de reclamo a lo que debe ser la sociedad cubana, sin limitaciones de derechos, sin marginalismos, donde cada cual pueda ser capaz de expresar libremente sus criterios y ejercer sus aficiones humanas sin censuras, trabas y limitaciones.

Aplausos especiales se ganaron El Negro y Félix, que mostraron todos los misterios del spoken word con excelente dominio de la gestualidad y la escena, para dejar la pista lista para una pequeña, pero magistral actuación de Rensoli, quien demostró por qué se le considera uno de los maestros de ese género en el país, no solo por la profundidad y el lirismo de sus versos e improvisaciones, sino por la calidad actoral de su performance.

Y como siempre, el final de cada uno de estos encuentros en la sede del proyecto comunitario independiente Santa Mía de la Talla estuvo OMNI, y los integrantes de la Malcolm Beybe. Una excelente caldosa vegetariana que degustaron todos los presentes y luego, mucha, mucha buena música para alegrar las almas, el espíritu y el cuerpo.

Pasada la medianoche, Santa Mía de la Talla extendió su manto protector y bendijo a los participantes en su camino a casa y allí quedó a la espera de nuevos peregrinos que la visiten, para enseñarles los caminos de la música underground cubana y guiarlos con su sabiduría y luz por el laberinto del arte independiente y de la vida.

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