Versos de carne y hueso ensombrecidos



Asistir a un concierto de rap siempre te revoluciona el pensamiento. Aunque ese día no sea como otros donde tus sentimientos están ahí a flor de piel, resulta imposible no emocionarse y evitar la humedad en los ojos cada vez que un hombre de carne y hueso, como tú, sube al escenario, se apodera de este sin el más mínimo temor y se inspira entonando alguna rima que el mismo compuso. Además, a todo ello súmele que no hablo de cualquier concierto, sino uno protagonizado nada más y nada menos que por K-tarsis y con la participación de invitados, como suele decirse, de lujo, entre los que estuvieron Tito Corona, K-Oz Krew, Mano Armada, La Invasión, Basta Flow, El Elokuente, Proyecto K’Bola y otros amigos, vinculados todos al movimiento underground cubano y villaclareño.

El evento estaba previsto desde tiempo antes. Labores organizativas y de aseguramiento venían gestándose gracias al trabajo de muchos, tal como suele ocurrir en todo tipo de espectáculo, ya sea en un gran teatro, en una pequeña pista o en una modesta vivienda. ¿La fecha?, nunca varió, siempre se mantuvo el 8 de abril como día señalado para lanzar la más reciente producción musical de K-tarsis, el álbum Versos de carne y hueso. La hora, 9 de la noche, tampoco fue motivo de discusión, puesto que el horario nocturno es por lo general el más empleado para este tipo de actividades. Entonces, ¿cuál fue el verdadero problema que puso al borde del precipicio en más de una ocasión la realización del evento? El lugar, bendito lugar que casi siempre incomoda a unos, a la vez que divierte a otros.

Primeramente, escogieron la plaza ubicada en los alrededores del estadio Augusto César Sandino de Villa Clara, sitio de presentación de artistas del patio y foráneos y de agrupaciones de pequeño y grande formato, debido a la amplitud y condiciones del espacio; luego, el conocido parque Las Arcadas, en el mismo corazón del boulevard santaclareño; y finalmente, el patio de la Asociación Hermanos Saíz de esta provincia.

Pero de seguro usted se preguntará: ¿por qué tanto cambio en lo que al lugar respecta? Ah!, algo sencillito, justificaciones y más justificaciones para autorizar el uso de un espacio, que aclaro es totalmente público y en cualquier diccionario que usted consulte público significa relativo al pueblo, o sea, que corresponde a este y está de más acotar que constituye derecho de cualquiera de nosotros el uso de ellos, siempre y cuando no se maltrate o afecte. Pero aunque hagamos lo posible y más por desligarnos de toda institución estatal, al menos en Villa Clara no es fácil el empleo de un parque, azotea, esquina o vivienda sin que las autoridades intervengan, indaguen y hasta prohíban.

Definitivamente, obstaculizar fue palabra de orden para la compañera Martha Meneses, funcionaria de la Dirección Provincial de Cultura en Villa Clara y encargada de emitir autorizaciones para el empleo de escenarios cerrados o públicos a cualquier artista, profesional o no que lo solicite. Primero y según la funcionaria, la Plaza del Sandino precisaba un audio de mayor alcance del que posee K-tarsis, algo que la agrupación gestionó sin mucho conflicto; luego, la solicitud de agentes de seguridad durante el espectáculo, algo risible la verdad; y por último, una supuesta reparación que  recibiría por esos días la citada plaza, inversión prevista desde el año anterior y que en este minuto aguardan todavía los habitantes de esta urbe.

Pero detengámonos en la solicitud de los agentes de seguridad, lo que considero una ofensa. ¿Cuándo en la historia del movimiento underground de este país, los conciertos u otras actividades han sido espacio de riñas, reyertas, escándalos, delitos o algo similar? ¿Cuándo se ha cometido un asesinato en alguno de estos espacios donde desde los más jóvenes creadores y hasta el más longevo de los exponentes de este tipo de arte, cohabitan, intercambian producciones y se retroalimentan sin que  promedie manifestaciones violentas? Algo muy de moda por estos días en bares, discotecas y cabaret cubanos.

Como segunda área de presentación fue solicitado, como ya dije, el céntrico y concurrido parque Las Arcadas, pero una nueva excusa impediría que se entonaran aquí las voces de los raperos participantes en la cita pactada con más de un mes de anterioridad. Esta vez el ruido fue el pretexto. La molestia causada a los vecinos del lugar, escapatoria escogida para evadir nuevamente la participación K-tarsis y sus invitados, resultó totalmente sin sentido, pues este mismo parque acoge cada sábado en la noche a una agrupación diferente, pero eso sí, de música tradicional cubana, popular bailable u otro género que agrade a la mayoría, sin importar nada más mientras que muchas otras actividades encuentra espacio cada semana en Las Arcadas.

No se trata para nada de autocensura. ¿Cómo es posible que se pongan tantas trabas ante un evento particular que no pide el financiamiento ni la ayuda de nadie, que no espera nada a cambio y que abre las puertas de forma gratuita a todos aquellos que gusten de su música, la que por lo general va cargada de mensajes positivos y consejos constructivos para el público? La verdad que no veo la solidez del más mínimo argumento para prohibir un evento así, el que gracias a la perseverancia de sus participantes pudo efectuarse, no sin antes recurrir a diversos medios para la publicidad en más de tres ocasiones y al empleo de recursos más allá de lo previsto en el patio de la AHS de Santa Clara.

Ahora si lo desea y le provoca curiosidad, remítase a la segunda parte de este artículo y allí conocerá los detalles del concierto.

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