Rock en Cuba: una reflexión necesaria



Desde que PMU comenzó la publicación de comentarios valorativos acerca de la situación actual del rock en Cuba, muchas han sido las opiniones vertidas y numerosas las líneas escritas que pretenden saldar la deuda histórica que los medios cubanos tienen con el género y sus seguidores.

Lo que sigue es una especie de compilación de múltiples opiniones de personas de todas las edades y géneros, expresadas a quien tiene a bien escribirlas, durante el reciente concierto de los Rolling Stones en La Habana. Confieso que con unos coincidí, con otros no, pero el consenso general daba por hecho que el rock nacional está viviendo una de las etapas más terribles de su vida, que requiere del apoyo, amor y esfuerzos de todos y cada uno de los que en la Isla vibran al compás de esos inconfundibles sonidos.

Lamentablemente, el rock cubano atraviesa un momento crítico. Como es sabido, nunca el género y sus representantes han sido bien visto por las autoridades del país, disimiles han sido las dificultades por las que ha tenido que atravesar, pero siempre ha estado presente en la escena nacional, quiéranlo o no instituciones y políticas.

El rock en Cuba prendió y se quedará para siempre, a pesar de los desmanes que comete desde el año 2008 su inquisidor oficial, léase Agencia Cubana de Rock, aunque en ello no me quiero extender y solo remitiré a los lectores de PMU a los artículos publicados en ediciones anteriores de esta página, acerca del deshacer de la ¿Agencia?

A pesar de todo eso, fue un paso de avance, aunque no fuera necesario ser un buen ajedrecista para prever lo que sucedería, y de alguna forma satisfizo el máximo anhelo de los exponentes de este género en el país y se reconoció oficialmente al rock como un género más dentro del universo musical nacional.

Al principio, como todas las instituciones “framboyanes” cubanas, los fines de semanas se ofrecían conciertos de las agrupaciones de La Habana y de alguna que otras de las provincias, así como también se crearon festivales territoriales donde las bandas locales daban lo mejor de sí. Hoy sobran los dedos de una mano para contarlos y su realización es casi milagrosa.

Paso a paso, hemos sido testigos del “holocausto” rockero en Cuba. No existen lugares adecuados donde las bandas puedan compartir con sus fans, no existen recursos materiales para que los interesados puedan expresar sus inquietudes artísticas. No, no, no y la lista de negaciones y negatividades es casi infinita.

A ello se suma la casi nula divulgación y promoción del género en los medios de difusión y la inexistencia de una empresa discográfica que asuma la producción y distribución del rock nacional con seriedad y responsabilidad, y que nuestros músicos no se vean obligados a probar fortuna allende los mares, lo que trae por consecuencia la ausencia de las bandas cubanas del mercado discográfico nacional.

Otros de los que expresaron sus opiniones, centraron sus esperanzas en la recuperación del género a partir del proceso de restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos y la supuesta apertura cultural de la Isla, a lo que se suma la voluntad de diversas bandas y personalidades del rock mundial de visitar la Isla y recordaron los dos conciertos ofrecidos en febrero del 2015 por la superbanda The Dead Daisies, o la presentación en julio CJ Ramone y en diciembre de Billy Gibbons.

El presente año tampoco se quedó atrás con la visita del legendario vocalista de Black Sabbath, Ozzy Osbourne, quien vino en función de realizador, pero no dejó de visitar el club nocturno habanero Submarino Amarillo y rendir tributo al legendario John Lennon. Todo ello dejó el listón bien alto para el superconcierto de The Rolling Stones y se rumora que este año Cuba recibirá a otras grandes bandas del rock mundial.

Sin embargo, la mayoría de las opiniones también señalaron que el Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de la Música y la Agencia Cubana de Rock, junto al marcado interés político de traer a Cuba a las grandes agrupaciones del rock mundial, deberían poner el mismo énfasis en el desarrollo, ayuda y promoción del rock nacional.

Si esas apreciaciones acerca de la realidad que vive el género actualmente en la Isla, fueran tomadas en cuenta o en realidad fuera interés de las instituciones contribuir a su desarrollo, se podrían superar a corto plazo los problemas que existen y extenderle una tabla de salvación al rock cubano.

Es válido soñar con poder asistir en nuestro patio a las presentaciones de las grandes bandas mundiales, pero mientras tanto valdría la pena preguntarse: ¿Tendremos que conformarnos exclusivamente con estas grandes presentaciones de las bandas de la escena mundial? ¿Por qué no podemos disfrutar más a menudo de nuestras bandas que, en sobradas ocasiones, han mostrado talento sin igual, a pesar de las pocas condiciones con que cuentan? ¿Por qué no se les da mayor acceso, divulgación y promoción en los medios de difusión masiva a los festivales y eventos que se realizan en las provincias y en la capital? ¿Cuándo contaremos con una disquera que asuma las grabaciones de nuestras bandas y les brinde acceso al mercado? ¿Cuándo la Agencia Cubana de Rock hará verdaderamente su trabajo y pase de ser un mero objeto decorativo y una traba para los músicos y el género? ¿Hasta cuándo deberíamos quedarnos de brazos cruzados ante tanta desidia e indolencia?

Preguntas como estas y muchas otras, surgen a menudo cuando alguien les pregunta sobre la salud del género a los amantes del rock cubano, que con orgullo y sentido de pertenencia luchan y resisten por mantenerlo vivo. Es imprescindible hacer todo lo que esté a nuestro alcance, sensibilizar desde las instituciones hasta el último de los seguidores, para que en el futuro inmediato no nos culpemos de no haber podido salvar a tiempo el rock cubano.

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