Publicaciones sobre rap y hip hop en Cuba (Parte I)
23 de mayo de 2016
Debo comenzar aclarando que pecaré (Dios sabe cuánto lo odio) de habano-céntrico, ya que las publicaciones que serán abordadas a continuación han sido elaboradas y desarrolladas en la capital. Pero si en alguna medida mi defensa es permitida, expondré que no he tenido la posibilidad (por motivos sobre todo económicos y de tiempo) de viajar a otras provincias del país. Incluso, llegué a indagar con raperas y raperosde Santiago, Holguín y Bayamo para que aclararan mis dudas al respecto, y la respuesta siempre fue la misma: “No existen publicaciones sobre rap y hip hop en otras provincias. Todas han sido producidas en La Habana”. Las razones por las cuales esto sucede, sería tarea harto interesante para investigadores de diferentes disciplinas, ya que el rap que se produce en Santiago de Cuba, por poner un ejemplo concreto, mezcla a la perfección sonoridades propias del Caribe (entiéndase reggae, raggamuffin, soca). O como el reconocido grupo guantanamero Madera Limpia, que elaboraba en su momento una interesante propuesta de rap con changüí. No dudo que en un futuro cercano se estudie a profundidad este fenómeno, con la utilización de variables de toda índole: demográficas, económicas, culturales, etc.
Según el Catálogo de Publicaciones Seriadas y sitios web cubanos 2016-2017, por publicación seriada entendemos: “Cualquier publicación impresa que se proponga salir indefinidamente, con un mismo título, en partes sucesivas, cada una de las cuales lleva ordenación numérica o cronológica, independientemente de su denominación (periódico, diario, revista, boletín, anuario u otras), su periodicidad y demás características”. Según el propio Catálogo… existen en la actualidad alrededor de 9 publicaciones dedicadas al universo musical en Cuba: Boletín Música (Casa de las Américas), Clave, Cubadisco, Lucas, La Corchea, La Revistica, Música Cubana, Noti música y Movimiento. Con respecto a esta última, mencionaré que fue la primera revista especializada en rap y hip hop en el país, y su primer número data del año 2003. Pero antes debemos hacer un poco de historia con respecto al proceso fundacional de la misma.
Movimiento surge gracias a las voluntades conjuntas del promotor cultural Carlos Aldana, la poetisa Elvira Rodríguez Puerto y del rapero Yrak Sáenz, del grupo Doble Filo. Ellos vieron en Ariel Fernández Díaz a la persona ideal para dirigir un proyecto de esa envergadura. Ariel constituía una suerte de líder, debido a una poderosa combinación de rebeldía e intelectualidad. Era DJ y se había dado a conocer por algunos artículos incendiarios sobre rap y hip hop en publicaciones culturales como El Caimán Barbudo, Salsa Cubana, La Gaceta de Cuba, entre otras. También conducía el espectacular programa La esquina del rap, en Radio Metropolitana. Por estas razones, quedó congeniado en que fuera Fernández Díaz el fundador y primer director de esta publicación estatal. Hay que aclarar que esta revista surge en el preciso instante de la transición institucional del hip hop facturado en nuestro país y reconocido primeramente por la Asociación Hermanos Saíz (una institución que defiende el arte joven en Cuba), hacia la Agencia Cubana de Rap.
Según palabras del propio Ariel: “Movimiento fue y es una revista poco sui generis en el diverso mercado del revistero cubano. Una revista nacida y creada desde el núcleo de un movimiento underground, rebelde y contestatario por naturaleza propia. Los raperos y raperas de Cuba la pidieron, la lucharon y la conquistaron. Su cristalización fue lograda gracias a la mezcla de disímiles factores del momento cultural histórico que se vivió, pero principalmente como resultado de la intensa presión desde el movimiento mismo y el interés de las altas instituciones culturales en revertir años de marginación y abandono y acercarse a un fenómeno cultural que apenas lograban entender y aceptarlo”. Esta última oración de Fernández Díaz es importante, ya que aborda fehacientemente lo expresado por Tatiana Cordero en su texto “Incitación al reto: una mirada socio-psicológica al fenómeno del rap en Cuba”, cuando plantea: “El pensamiento social, positivista tendenciosamente, ha orientado con frecuencia la manera de interpretar lo autoevidente. Así, la predisposición al pensamiento polarizado y a la generalización de expresiones no convencionales de lo cultural, ha sido el camino -desacertado muchas veces- hacia la perpetuación de estereotipos y prejuicios que entienden lo marginal (lo contracultural o lo alternativo), o sea, lo naciente desde los límites de las estructuras institucionales que legitima la sociedad, como anticultural, vulgar, inculto o superficial. Desde este modo de pensar lo evidente, no queda otra alternativa pública (y por extensión, política) que su negación”.
En este sentido, resulta preciso dilucidar y entender que el rap como género representaba un conflicto filosófico para las instituciones culturales en los duros años 90 (su momento de máximo esplendor), y aún en la actualidad, debido a su esencia contestataria y al proceso poco convencional de facturarlo musicalmente desde el punto de vista tradicional. Dos grandísimos aciertos de Ariel Fernández y de la posterior directiva que tuvo esta revista (y en este sentido, no se ha vuelto a lograr hasta el momento), es el hecho de que dialogaran en una misma publicación el rap facturado en nuestro país con el rap producido internacionalmente. Agrupaciones y solistas como Primera Base, Obsesión, Instinto, Las Positivas, Anónimo Consejo, Hermanazos, Explosión Suprema, Cubanos en la Red, Omega, Los Aldeanos, compartían un lugar junto a MV Bill, Lou Piensa, The Roots, Dead Prez, Common, Mos Def, Choc Quib Town, Clan Urbano, Sociedad FB7, Víctimas del Sistema, entre otros.
El segundo logro fue el de poder reunir a intelectuales cubanos de primera línea en esta publicación. Estamos hablando de Marta Lesmes, Ismael González Castañer, Tatiana Cordero, Tomás Fernández Robaina, Víctor Fowler, Roberto Zurbano y otros. Algunas de las secciones con las que contaba esta revista eran: “De Libros”, a cargo inicialmente de Víctor Fowler. El objetivo de esta unidad era el de poder empoderar a las hiphoperas y hiphoperos cubanos mediante la reseña de lecturas de volúmenes provechosos para su causa social. Estamos hablando de textos como “Cantos de resistencia” de Samuel Furé Davis, “El negro y su representación social” de Sandra Fundora, “El libro de los sones” de Nicolás Guillén, “El negro en Cuba” de Tomás Fernández Robaina, “La música en Cuba” de Alejo Carpentier, y muchos más. Otra de las secciones era “La historia del rap”, que mostraba anecdóticamente los orígenes de esta cultura de resistencia en los Estados Unidos, visto a través de uno de sus principales pioneros: Kurtis Blow.
Leer la segunda parte de la serie
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23 de mayo de 2016
Debo comenzar aclarando que pecaré (Dios sabe cuánto lo odio) de habano-céntrico, ya que las publicaciones que serán abordadas a continuación han sido elaboradas y desarrolladas en la capital. Pero si en alguna medida mi defensa es permitida, expondré que no he tenido la posibilidad (por motivos sobre todo económicos y de tiempo) de viajar a otras provincias del país. Incluso, llegué a indagar con raperas y raperosde Santiago, Holguín y Bayamo para que aclararan mis dudas al respecto, y la respuesta siempre fue la misma: “No existen publicaciones sobre rap y hip hop en otras provincias. Todas han sido producidas en La Habana”. Las razones por las cuales esto sucede, sería tarea harto interesante para investigadores de diferentes disciplinas, ya que el rap que se produce en Santiago de Cuba, por poner un ejemplo concreto, mezcla a la perfección sonoridades propias del Caribe (entiéndase reggae, raggamuffin, soca). O como el reconocido grupo guantanamero Madera Limpia, que elaboraba en su momento una interesante propuesta de rap con changüí. No dudo que en un futuro cercano se estudie a profundidad este fenómeno, con la utilización de variables de toda índole: demográficas, económicas, culturales, etc.
Según el Catálogo de Publicaciones Seriadas y sitios web cubanos 2016-2017, por publicación seriada entendemos: “Cualquier publicación impresa que se proponga salir indefinidamente, con un mismo título, en partes sucesivas, cada una de las cuales lleva ordenación numérica o cronológica, independientemente de su denominación (periódico, diario, revista, boletín, anuario u otras), su periodicidad y demás características”. Según el propio Catálogo… existen en la actualidad alrededor de 9 publicaciones dedicadas al universo musical en Cuba: Boletín Música (Casa de las Américas), Clave, Cubadisco, Lucas, La Corchea, La Revistica, Música Cubana, Noti música y Movimiento. Con respecto a esta última, mencionaré que fue la primera revista especializada en rap y hip hop en el país, y su primer número data del año 2003. Pero antes debemos hacer un poco de historia con respecto al proceso fundacional de la misma.
Movimiento surge gracias a las voluntades conjuntas del promotor cultural Carlos Aldana, la poetisa Elvira Rodríguez Puerto y del rapero Yrak Sáenz, del grupo Doble Filo. Ellos vieron en Ariel Fernández Díaz a la persona ideal para dirigir un proyecto de esa envergadura. Ariel constituía una suerte de líder, debido a una poderosa combinación de rebeldía e intelectualidad. Era DJ y se había dado a conocer por algunos artículos incendiarios sobre rap y hip hop en publicaciones culturales como El Caimán Barbudo, Salsa Cubana, La Gaceta de Cuba, entre otras. También conducía el espectacular programa La esquina del rap, en Radio Metropolitana. Por estas razones, quedó congeniado en que fuera Fernández Díaz el fundador y primer director de esta publicación estatal. Hay que aclarar que esta revista surge en el preciso instante de la transición institucional del hip hop facturado en nuestro país y reconocido primeramente por la Asociación Hermanos Saíz (una institución que defiende el arte joven en Cuba), hacia la Agencia Cubana de Rap.
Según palabras del propio Ariel: “Movimiento fue y es una revista poco sui generis en el diverso mercado del revistero cubano. Una revista nacida y creada desde el núcleo de un movimiento underground, rebelde y contestatario por naturaleza propia. Los raperos y raperas de Cuba la pidieron, la lucharon y la conquistaron. Su cristalización fue lograda gracias a la mezcla de disímiles factores del momento cultural histórico que se vivió, pero principalmente como resultado de la intensa presión desde el movimiento mismo y el interés de las altas instituciones culturales en revertir años de marginación y abandono y acercarse a un fenómeno cultural que apenas lograban entender y aceptarlo”. Esta última oración de Fernández Díaz es importante, ya que aborda fehacientemente lo expresado por Tatiana Cordero en su texto “Incitación al reto: una mirada socio-psicológica al fenómeno del rap en Cuba”, cuando plantea: “El pensamiento social, positivista tendenciosamente, ha orientado con frecuencia la manera de interpretar lo autoevidente. Así, la predisposición al pensamiento polarizado y a la generalización de expresiones no convencionales de lo cultural, ha sido el camino -desacertado muchas veces- hacia la perpetuación de estereotipos y prejuicios que entienden lo marginal (lo contracultural o lo alternativo), o sea, lo naciente desde los límites de las estructuras institucionales que legitima la sociedad, como anticultural, vulgar, inculto o superficial. Desde este modo de pensar lo evidente, no queda otra alternativa pública (y por extensión, política) que su negación”.
En este sentido, resulta preciso dilucidar y entender que el rap como género representaba un conflicto filosófico para las instituciones culturales en los duros años 90 (su momento de máximo esplendor), y aún en la actualidad, debido a su esencia contestataria y al proceso poco convencional de facturarlo musicalmente desde el punto de vista tradicional. Dos grandísimos aciertos de Ariel Fernández y de la posterior directiva que tuvo esta revista (y en este sentido, no se ha vuelto a lograr hasta el momento), es el hecho de que dialogaran en una misma publicación el rap facturado en nuestro país con el rap producido internacionalmente. Agrupaciones y solistas como Primera Base, Obsesión, Instinto, Las Positivas, Anónimo Consejo, Hermanazos, Explosión Suprema, Cubanos en la Red, Omega, Los Aldeanos, compartían un lugar junto a MV Bill, Lou Piensa, The Roots, Dead Prez, Common, Mos Def, Choc Quib Town, Clan Urbano, Sociedad FB7, Víctimas del Sistema, entre otros.
El segundo logro fue el de poder reunir a intelectuales cubanos de primera línea en esta publicación. Estamos hablando de Marta Lesmes, Ismael González Castañer, Tatiana Cordero, Tomás Fernández Robaina, Víctor Fowler, Roberto Zurbano y otros. Algunas de las secciones con las que contaba esta revista eran: “De Libros”, a cargo inicialmente de Víctor Fowler. El objetivo de esta unidad era el de poder empoderar a las hiphoperas y hiphoperos cubanos mediante la reseña de lecturas de volúmenes provechosos para su causa social. Estamos hablando de textos como “Cantos de resistencia” de Samuel Furé Davis, “El negro y su representación social” de Sandra Fundora, “El libro de los sones” de Nicolás Guillén, “El negro en Cuba” de Tomás Fernández Robaina, “La música en Cuba” de Alejo Carpentier, y muchos más. Otra de las secciones era “La historia del rap”, que mostraba anecdóticamente los orígenes de esta cultura de resistencia en los Estados Unidos, visto a través de uno de sus principales pioneros: Kurtis Blow.
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