Invaxión tomó Candelaria (Parte I)
4 de julio de 2016
Una buena noticia del mundo del hip hop cubano llegó desde el lugar menos esperado: los pinareños (ahora devenidos artemiseños por obra y gracia de una extraña división político-administrativa) del grupo Invaxión entrarían nuevamente al ruedo de las presentaciones en vivo con una concierto en su natal Candelaria, acompañados por invitados de lujo tales como El Elokuente y la agrupación Mano Armada, esta última integrada por los conocidos raperos Papá Humbertico y El Discípulo.
Las expectativas crecieron cuando recibimos la gentil invitación de participar en la presentación y poder reencontrarnos con el quehacer de una de las mejores agrupaciones del hip hop cubano, con historia y tradición que se remontan a la génesis del género en Cuba y que mantiene en alto el verdadero espíritu y la esencia del rap en el país, con un discurso artístico crudo, hiriente, a veces descarnado, pero no exento de poesía, lirismo y mucho amor por el rap y por los preceptos que defienden.
Los asistentes esa noche-madrugada al patio de la Casa de la Cultura de Candelaria disfrutaron de un encuentro con las raíces que unen a varias generaciones y recorrieron junto a Renir Morejón Hernández, MC Black Soul, Yusniel Alonso Ceperp, MC CP, el Gordo William y el DJ Erick el quehacer musical de Invaxión, en una muestra de evolución, consistencia, y permanencia en el gusto popular.
No importó que el concierto comenzara muy tarde y que la promoción no funcionara correctamente, la gente se fue concentrando poco a poco y antes de llegar se encargaron de divulgar entre los pueblerinos el acontecimiento y respondieron con masiva asistencia para reafirmar la tradición rapera del lugar.
Las luces del escenario se encendieron, la música llegó hasta los confines más recónditos del pueblo y la magia y la fuerza del rap convirtió la noche en un acontecimiento inolvidable para los presentes que coreaban desde el principio las estrofas de: “No quiero ser y no estar/ No quiero estar y no ser…”.
Inmediatamente después, El Discípulo se llevó las palmas con los versos del más genuino spoken word, denunciando la poca atención que las instituciones cubanas brindan a los artistas del hip hop, y en cada mente y corazón quedó la frase: “…es muy difícil que te atiendan como es, porque no soy de la farándula…”.
Invaxión volvió a demostrar ante su público que mantiene las esencias que le ganaron el respeto y la admiración por la valentía del conjunto de su obra que se caracteriza por un elevado contenido de crítica social, de denuncia de los males y defectos de la sociedad cubana, y donde la palabra “lucha” es denominador común y estandarte.
Con las manos en alto y coreando cada uno de los conocidos temas de Invaxión, el público junto a los artistas se pronunciaron contra la violencia en los barrios, donde las principales víctimas son los niños y como diría Black Soul: “nos toca a los raperos decir lo que nadie dice, de las realidades que vivimos, llenas de problemas sociales por resolver y a los que intentan ignorar o encubrir”.
Casi sin brindar oportunidad para respirar, Invaxión aprovechó la oportunidad para saciar las ganas de compartir con sus seguidores, para tocar infinidad de temas en su estilo propio e inconfundible, entre los que se contaron las peleas callejeras, el alcoholismo, la falta de preocupación de las instituciones, lo difícil y caro del acceso a Internet, la inexistente divulgación, promoción y difusión de la obra de los raperos, el papel de la gente en la generalización del conocimiento de lo más representativo del género, de la falta de empleos y salarios dignos para los jóvenes, de la falta de recreación e incentivos, de la doble moral, todo en una cascada de flow casi continuo.
En un reportaje habitual, ahora se debería hablar de la continuidad del concierto, de la actuación de los invitados, pero preferiríamos hacer un salto hasta el final, con la anuencia de los lectores, y trasladarle la imagen de abrazos y saludos entre los artistas, y entre los artistas y el público, que no podía dominar sus expresiones de cariño y de aceptación, y exponer otras ideas, criterios casi espontáneos que el equipo de PMU recogió entre los integrantes de Invaxión.
“Somos más que todo autodidactas, pero con una visión aguda para encontrar en lo que nos rodea la inspiración para lo que hacemos. No nos interesa formar parte de la Agencia Cubana de Rap, es cierto que a través de ella se puede promover el diálogo y el entendimiento, pero precisamente por ello es muy poco artística y muy política, y a nosotros no nos interesa plegarnos a determinados intereses que nos impidan decir lo que sentimos y de la manera que queramos expresarnos.
Nosotros no hemos perdido la memoria histórica, todavía están muy cerca los tiempos de la férrea censura y las prohibiciones, de las arbitrarias detenciones, del exilio artístico dentro del mismo país que nos vio nacer y formarnos como artistas. Por esas cosas nunca dejaremos de decir la verdad de nuestro entorno, aunque a veces sean duras y poco agradables a los oídos de los hacedores de la política cultural.
Hemos tenido que recorrer un camino muy accidentado para obtener, no el reconocimiento social, sino el de las instituciones, que comenzó en el año 2008 y que esperamos se extienda muchos años más, aunque tengamos que continuar sorteando todo tipo de dificultades y asumiendo los más diversos retos. Es cierto que en los últimos tiempos hemos hasta ganado premios de programas de televisión, pero eso no nos ciega, la falta de difusión sigue golpeando a los raperos.
El rap siempre ha atendido a las urgencias de cada exponente, tanto artísticas como humanas, ante todo y cabe aclarar que desde su nacimiento, fue creada para la libre expresión, definitivamente es un género de denuncia social, sin llegar a extremos ni ser parcial, trata simplemente de señalar los problemas sociales que destruyen la sociedad que tratamos de construir, Invaxión representa la presencia de una generación que se empeña en dar voz a quien no la tiene, así como todo aquel artista del movimiento hip hop que es comprometido con su concepto”.
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4 de julio de 2016
Una buena noticia del mundo del hip hop cubano llegó desde el lugar menos esperado: los pinareños (ahora devenidos artemiseños por obra y gracia de una extraña división político-administrativa) del grupo Invaxión entrarían nuevamente al ruedo de las presentaciones en vivo con una concierto en su natal Candelaria, acompañados por invitados de lujo tales como El Elokuente y la agrupación Mano Armada, esta última integrada por los conocidos raperos Papá Humbertico y El Discípulo.
Las expectativas crecieron cuando recibimos la gentil invitación de participar en la presentación y poder reencontrarnos con el quehacer de una de las mejores agrupaciones del hip hop cubano, con historia y tradición que se remontan a la génesis del género en Cuba y que mantiene en alto el verdadero espíritu y la esencia del rap en el país, con un discurso artístico crudo, hiriente, a veces descarnado, pero no exento de poesía, lirismo y mucho amor por el rap y por los preceptos que defienden.
Los asistentes esa noche-madrugada al patio de la Casa de la Cultura de Candelaria disfrutaron de un encuentro con las raíces que unen a varias generaciones y recorrieron junto a Renir Morejón Hernández, MC Black Soul, Yusniel Alonso Ceperp, MC CP, el Gordo William y el DJ Erick el quehacer musical de Invaxión, en una muestra de evolución, consistencia, y permanencia en el gusto popular.
No importó que el concierto comenzara muy tarde y que la promoción no funcionara correctamente, la gente se fue concentrando poco a poco y antes de llegar se encargaron de divulgar entre los pueblerinos el acontecimiento y respondieron con masiva asistencia para reafirmar la tradición rapera del lugar.
Las luces del escenario se encendieron, la música llegó hasta los confines más recónditos del pueblo y la magia y la fuerza del rap convirtió la noche en un acontecimiento inolvidable para los presentes que coreaban desde el principio las estrofas de: “No quiero ser y no estar/ No quiero estar y no ser…”.
Inmediatamente después, El Discípulo se llevó las palmas con los versos del más genuino spoken word, denunciando la poca atención que las instituciones cubanas brindan a los artistas del hip hop, y en cada mente y corazón quedó la frase: “…es muy difícil que te atiendan como es, porque no soy de la farándula…”.
Invaxión volvió a demostrar ante su público que mantiene las esencias que le ganaron el respeto y la admiración por la valentía del conjunto de su obra que se caracteriza por un elevado contenido de crítica social, de denuncia de los males y defectos de la sociedad cubana, y donde la palabra “lucha” es denominador común y estandarte.
Con las manos en alto y coreando cada uno de los conocidos temas de Invaxión, el público junto a los artistas se pronunciaron contra la violencia en los barrios, donde las principales víctimas son los niños y como diría Black Soul: “nos toca a los raperos decir lo que nadie dice, de las realidades que vivimos, llenas de problemas sociales por resolver y a los que intentan ignorar o encubrir”.
Casi sin brindar oportunidad para respirar, Invaxión aprovechó la oportunidad para saciar las ganas de compartir con sus seguidores, para tocar infinidad de temas en su estilo propio e inconfundible, entre los que se contaron las peleas callejeras, el alcoholismo, la falta de preocupación de las instituciones, lo difícil y caro del acceso a Internet, la inexistente divulgación, promoción y difusión de la obra de los raperos, el papel de la gente en la generalización del conocimiento de lo más representativo del género, de la falta de empleos y salarios dignos para los jóvenes, de la falta de recreación e incentivos, de la doble moral, todo en una cascada de flow casi continuo.
En un reportaje habitual, ahora se debería hablar de la continuidad del concierto, de la actuación de los invitados, pero preferiríamos hacer un salto hasta el final, con la anuencia de los lectores, y trasladarle la imagen de abrazos y saludos entre los artistas, y entre los artistas y el público, que no podía dominar sus expresiones de cariño y de aceptación, y exponer otras ideas, criterios casi espontáneos que el equipo de PMU recogió entre los integrantes de Invaxión.
“Somos más que todo autodidactas, pero con una visión aguda para encontrar en lo que nos rodea la inspiración para lo que hacemos. No nos interesa formar parte de la Agencia Cubana de Rap, es cierto que a través de ella se puede promover el diálogo y el entendimiento, pero precisamente por ello es muy poco artística y muy política, y a nosotros no nos interesa plegarnos a determinados intereses que nos impidan decir lo que sentimos y de la manera que queramos expresarnos.
Nosotros no hemos perdido la memoria histórica, todavía están muy cerca los tiempos de la férrea censura y las prohibiciones, de las arbitrarias detenciones, del exilio artístico dentro del mismo país que nos vio nacer y formarnos como artistas. Por esas cosas nunca dejaremos de decir la verdad de nuestro entorno, aunque a veces sean duras y poco agradables a los oídos de los hacedores de la política cultural.
Hemos tenido que recorrer un camino muy accidentado para obtener, no el reconocimiento social, sino el de las instituciones, que comenzó en el año 2008 y que esperamos se extienda muchos años más, aunque tengamos que continuar sorteando todo tipo de dificultades y asumiendo los más diversos retos. Es cierto que en los últimos tiempos hemos hasta ganado premios de programas de televisión, pero eso no nos ciega, la falta de difusión sigue golpeando a los raperos.
El rap siempre ha atendido a las urgencias de cada exponente, tanto artísticas como humanas, ante todo y cabe aclarar que desde su nacimiento, fue creada para la libre expresión, definitivamente es un género de denuncia social, sin llegar a extremos ni ser parcial, trata simplemente de señalar los problemas sociales que destruyen la sociedad que tratamos de construir, Invaxión representa la presencia de una generación que se empeña en dar voz a quien no la tiene, así como todo aquel artista del movimiento hip hop que es comprometido con su concepto”.
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