Rock en Guantánamo: S.O.S (Parte II)



Después de exponer la situación actual del rock en Guantánamo en el artículo anterior, esta vez PMU decidió entrevistar a algunos rockeros de la capital provincial para conocer su opinión sobre esta realidad. Es así como aparecen, entonces, algunos de ellos, como Pedro Arturo Gómez Rojo, quien pertenece al movimiento rockero de la región y accedió a brindar su opinión desde lo vivido y no vivido, sus insatisfacciones y esperanzas en torno a lo que sucede con el rock en esta provincia, aunque nos aseguró que no todo está perdido mientras existan personas con deseos de hacer y mejorar las cosas, levantando este movimiento under, que algunos dicen estar aquí extinto. Sus comentarios:

“Soy víctima del mal mirar de muchos, objeto de críticas, preguntas. He salido en busca de trabajo y enseguida me interpelan por la manera de vestir y colores de la ropa que uso, me han negado trabajo en varias ocasiones por mi preferencia. Fui profesor una vez, no pude graduarme, tuve problemas con la directora de la escuela en la que trabajaba, no sé si era porque era alumno friki. Cada vez que he tenido trabajo, he presentado problemas.

En una ocasión estábamos un grupo de amigos reunidos y fuimos detenidos, enseguida preguntaron por el líder, a lo que expresé que todos éramos iguales, sin liderazgo alguno. Nos pedían el carné de identidad cada día, éramos fotografiados diariamente, he sufrido mucho. He sido asediado y mis colegas también, las preguntas de las autoridades de la PNR nunca faltaron, he realizado peñas en mi propia casa y nunca han existido hechos de sangre o algún otro tipo de indisciplina, tenemos que ser muy disciplinados para eliminar esas percepciones falsas que tenemos e intentar insertarnos en la vida normal de aquellos con preferencias diferentes a muchos”, concluyó revelando sus vivencias este joven.

Por su parte, Anniel Hurtado Veranes, otro rockero del segundo momento de rock en Guantánamo, nos expresó: “Rockeros de la vieja guardia se alejaron del movimiento, pero ya existen algunos jóvenes relevo y se esperan buenas cosas de ellos. Cuando me inicié en el año 1984 había otra cultura, pero aun así nunca recibimos apoyo de nadie. En esta provincia el rock no existe. Hay muchas personas jóvenes que le descargan, pero sin espacios para disfrutarlo o simplemente hacer buen rock a nuestro estilo nacional. Es una música mundial y lamentablemente aquí eso no funciona, entre nosotros no hay discusiones, somos hermanos.

Participé en el año 1985 en el primer festival de rock en Cuba, celebrado en Santa Clara. Me sentía como en la Luna, fue un tiempo lindo, pero nunca más se repitió. Ser rockero para mí ha tenido matices negativos, me he sentido marginado casi siempre, he sido censurado por mi manera de ser, pensar, vestir, mis gustos. La gente no le descarga apenas al metal por ser duro, le descargan al reggaetón, las autoridades son antirock. Para no sentirme mal totalmente, me pongo a organizar algunas peñas, soy de la casa, hacemos fiestecitas, caldosas y disfrutamos mucho, pero esto es ocasionalmente”, terminó de contarnos Anniel.

“Desde los 16 años soy rockero, siempre me gustó, mis padres ponían la radio de la Base Naval yanqui y me identifiqué con esta música”, expresó Colmillo, otro de los representantes del movimiento en Guantánamo. “Comencé a relacionarme con otros rockeros y así he conocido muchas personas de toda la Isla. He perdido el contacto con ellos, pero esta fue una linda etapa en mi vida. Todo lo que me queda es el recuerdo, muchas de mis amistades salieron del país. Recuerdo que en una ocasión nos permitieron descargar en un cine viejo y deteriorado, como para que lo destruyéramos, no había nada que romper, tampoco era nuestra intención. Hasta que nunca más pudimos hacer algo al respecto. Creamos la banda C4 y ya conocen los motivos de su extinción, solo me quedó la idea, que llevé a la práctica, de hacer una peña en mi casa y hasta ahora no existen hechos de indisciplina. La entrada es limitada, por parejas y con autorización mía, todo en orden, hacemos caldosas, les brindamos a los vecinos, y así logramos un buen espacio y buen rato en algunas ocasiones”.

Son estas tan solo algunas de las opiniones de rockeros frustrados, marginados, mal vistos por la sociedad, así como por las autoridades locales de la policía y dirección de cultura en la provincia Guantánamo. Hoy comienzan a avistarse adolescentes y jóvenes con estos gustos, se congregan en el parque provincial para hablar y aprender de rock, buscar un espacio donde escuchar esta música, bailarla e intentar crear alguna banda. Pero la realidad es triste y se impone, la desesperanza sale una vez a la luz de ellos y vuelven a oírse las mismas palabras: “El rock en Guantánamo se extinguió, desapareció, pero siempre quedan algunos que lo recuerdan e intentan hacerlo vivir en algún pequeño espacio de esta ciudad, sin saber si algún día esta provincia podrá contar con personas respetuosas, menos imponentes, más permisibles y que se inserten en las mismas o similares políticas de otras provincias de este país”.

Por el momento, solo nos queda la esperanza de que realmente esto suceda y el movimiento rockero en Guantánamo vuelva a resurgir y tomar fuerzas.

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