Guido Rolando García: “todavía el rock no es libre en Cuba”
14 de noviembre de 2016
Sus amigos lo catalogan de “dinosaurio del rock”, Guido Rolando García es un ejemplar en peligro de extinción. Se viste, habla, camina y respira, como uno de esos hippies que, décadas atrás, revolucionaron el mundo. Este inquieto hombrecillo comenzó como sonidista y se convirtió en vocalista de Dimensión Vertical, una de las bandas emblemáticas del rock cubano. En estos momentos, retoma su carrera en solitario, como miembro del proyecto independiente Soul Train.
En una tarde de peña Retro Manía, Guido conversó con PMU y nos regaló sus reflexiones de rockero de más de cincuenta años de experiencia: “Mi ambición es salir a escena y encontrar un mundo nuevo de libertad sonora. No quiero hacerme millonario, ni nada por el estilo. Solo quiero expresarme como individuo, interpretando las canciones de mi preferencia. Regreso en el tiempo, a aquella época de mi juventud, donde disfrutábamos siendo irreverentes, escuchando lo prohibido.
Puedes hacer muchas cosas para detener el tiempo, pero, por supuesto, no se puede hacer eso, mientras tanto, me alimento de la nostalgia. Todo comenzó cuando el sonido de los discos de Los Beatles me hizo sentir como si fuera otra persona, que quizás no había nacido con los padres correctos. Mis progenitores eran comunistas a ultranza, de esos que cualquier cosa que sonara en inglés era tabú, “música del enemigo”. Así que imagínate como sufrí en la adolescencia. En la casa solo se escuchaban consignas.
Fue una época dura –continúa rememorando Guido-, nos levantábamos con el miedo de que ocurriera un holocausto nuclear, que viniera una nube negra y nos aniquilara a todos. Crecimos con esa sensación de paranoia. También estaba la represión, la censura, las incomprensiones, ese sentimiento de temor marcó mis años mozos. Con el rock, me liberé de toda represión familiar y de los tradicionalismos.
Estaba necesitado, no de dinero y fama, sino de reconocimiento, que se supiera que el rock que se tocaba en Cuba era real, que la juventud consumía otras cosas, más allá de las canciones políticas cursis. ¿Por qué habría de ir por ese túnel, cuando literalmente es un túnel político? De otro modo, hago mi música rodeado del resto de las cosas positivas de la vida y eso denota mi estado”.
A Guido le brillan los ojos cuando recuerda aquella época: “Queríamos experimentar, conocer cosas, conocer el mundo y quien en verdad éramos, no aquello que nos habían impuesto. Fui radical y el rock que interpretaba, lo fue también. Me convertí en una esponja, observaba e imitaba los gestos y los acentos de los cantantes norteamericanos e ingleses, tales como John Lennon, John Foggerty, Bob Dylan, Ozzy Osbourne, Robert Plant y otros. Podía escuchar sus canciones y realmente aprender a vivir.
No fui al concierto de los Rolling Stones, porque no quise seguirle el juego al sistema. Esa música estuvo prohibida por muchos años y ahora, por oportunismo, es un boom, y conmigo no va eso. A mí me cortaron el pelo, los jeans, y me querían mandar para la UMAP. ¿Te acuerdas de Ana Lasalle y el Pavonato? A mí, ese quinquenio gris no se me olvida. Si quiero escuchar a los Rollings, pongo un DVD en mi casa y punto. No soy el Guille Vilar o Juanito Camacho, que tienen ese discurso ambivalente e irreal, de que en Cuba el rock siempre ha sido bien visto. A los rockeros no nos dejan expresar lo que sentimos, nos extirparon de la sociedad, como cuando te exprimes un grano de pus de la cara. Eso me lo dijo un dirigente cultural, en los años 60, demostrando que nos encasillaron de antisociales. Eran tiempos dramáticos para vivir, llenos de locura”.
Toma aire y prosigue: “Lo de los Rollings, lo convirtieron en un tema moral, tuvieron que hacerlo así porque, si ellos mismos se ponen en una balanza, quizás no les guste lo que salga de ello. Todo el mundo dice que estamos redimidos, pero no creo que sea así, que los rockeros seamos bien vistos, está por verse.
Esa gente que mencioné, trata de incorporarme a este supuesto ambiente prorock que dicen que existe. Pero no es real, existe la misma, sino mayor, aversión hacia nosotros, por parte de las instituciones gubernamentales.
No culpo a ningún artista por buscar la fama, que el público te reconozca y sepa de ti, no es malo. Siempre quieres saber si el público se interesa por ti y es muy gratificante lograrlo”.
Cambiamos el tema, para hablar de la banda donde fue reconocido y su situación actual: “Dimensión Vertical está a punto de desaparecer. Pensamos hasta cambiarle el nombre, a Dimensión Virtual. Nelson, nuestro director, antes de irse a Estados Unidos, nos propuso tocar salsa, timba callejera, ahí vino la hecatombe, no estuvimos de acuerdo y tomó medidas legales en contra de nosotros, cuando emigró… No tenemos trabajo, los espacios donde presentarnos, escasean. Fuimos censurados en el Submarino Amarillo, por su administrador, el Havana Hard Rock fue cerrado y el Maxim Rock se está cayendo a pedazos. Hemos sido mal interpretados, estar del lado de la gente que lucha por algo, no significa, necesariamente, que estás siendo político. Me percaté de que no avanzamos y que las cosas no están siguiendo el curso normal, sino de que existe una influencia negativa detrás de todo. La mejor cantante de la historia, Billie Holiday, es un ejemplo claro de lo que es ser consecuente con la realidad que te rodea. Billie, cuando cantó “Strange Fruit” por primera vez, nadie aplaudió y ¿quién duda que esté en el Olimpo de las diosas de la música?
No soy un músico que quiere ser uno más de la multitud. Depende del tipo de artista que seas, los hay que son consecuentes con lo que han vivido y a los que solo les importa la fama y aplausos. Puedo dejar hechizado a alguien del público, con mi trabajo, aunque sea una sola persona, que estaré satisfecho.
La gente piensa que los músicos tenemos la respuesta a los problemas de la sociedad. No es así. Somos gente corriente con poder limitado. Podemos protestar, hablar de ello, crear conciencia y nada más. No es un músico el que está sentado en el trono del poder mundial”.
Y para estar acorde a los tiempos, no podía faltar su opinión sobre uno de los temas controversiales de las últimas semanas: “Estoy muy feliz de que Bob Dylan haya recibido el premio Nobel de Literatura, porque es un galardón a una generación. En Cuba, no se le ha dado mucha importancia, por lo que Dylan significó, es un símbolo antiestablishment. Muchos de nosotros éramos como él y lo seguimos siendo, porque de los años 60 a estos tiempos, pocas cosas han cambiado. Un genio crea sus propias reglas y Dylan es un genio. Una conciencia que canta, un referente moral y un predicador”.
Para cerrar, Guido sentencia: “Fui un expedicionario musical. No tenía pasado del que hablar, nada a lo cual volver, nadie de que quien depender. El rock me dio la forma en la que siempre vi la vida, la gente, las instituciones y la ideología. Todavía el rock no es libre en Cuba.
En los años 60, no me identifiqué con nada de lo que sucedió a mi alrededor, no me importaba lo que hacía o lo que me sucedía, no me importaba lo que decía o lo que decían de mí, todavía no me importa…”.
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14 de noviembre de 2016
Sus amigos lo catalogan de “dinosaurio del rock”, Guido Rolando García es un ejemplar en peligro de extinción. Se viste, habla, camina y respira, como uno de esos hippies que, décadas atrás, revolucionaron el mundo. Este inquieto hombrecillo comenzó como sonidista y se convirtió en vocalista de Dimensión Vertical, una de las bandas emblemáticas del rock cubano. En estos momentos, retoma su carrera en solitario, como miembro del proyecto independiente Soul Train.
En una tarde de peña Retro Manía, Guido conversó con PMU y nos regaló sus reflexiones de rockero de más de cincuenta años de experiencia: “Mi ambición es salir a escena y encontrar un mundo nuevo de libertad sonora. No quiero hacerme millonario, ni nada por el estilo. Solo quiero expresarme como individuo, interpretando las canciones de mi preferencia. Regreso en el tiempo, a aquella época de mi juventud, donde disfrutábamos siendo irreverentes, escuchando lo prohibido.
Puedes hacer muchas cosas para detener el tiempo, pero, por supuesto, no se puede hacer eso, mientras tanto, me alimento de la nostalgia. Todo comenzó cuando el sonido de los discos de Los Beatles me hizo sentir como si fuera otra persona, que quizás no había nacido con los padres correctos. Mis progenitores eran comunistas a ultranza, de esos que cualquier cosa que sonara en inglés era tabú, “música del enemigo”. Así que imagínate como sufrí en la adolescencia. En la casa solo se escuchaban consignas.
Fue una época dura –continúa rememorando Guido-, nos levantábamos con el miedo de que ocurriera un holocausto nuclear, que viniera una nube negra y nos aniquilara a todos. Crecimos con esa sensación de paranoia. También estaba la represión, la censura, las incomprensiones, ese sentimiento de temor marcó mis años mozos. Con el rock, me liberé de toda represión familiar y de los tradicionalismos.
Estaba necesitado, no de dinero y fama, sino de reconocimiento, que se supiera que el rock que se tocaba en Cuba era real, que la juventud consumía otras cosas, más allá de las canciones políticas cursis. ¿Por qué habría de ir por ese túnel, cuando literalmente es un túnel político? De otro modo, hago mi música rodeado del resto de las cosas positivas de la vida y eso denota mi estado”.
A Guido le brillan los ojos cuando recuerda aquella época: “Queríamos experimentar, conocer cosas, conocer el mundo y quien en verdad éramos, no aquello que nos habían impuesto. Fui radical y el rock que interpretaba, lo fue también. Me convertí en una esponja, observaba e imitaba los gestos y los acentos de los cantantes norteamericanos e ingleses, tales como John Lennon, John Foggerty, Bob Dylan, Ozzy Osbourne, Robert Plant y otros. Podía escuchar sus canciones y realmente aprender a vivir.
No fui al concierto de los Rolling Stones, porque no quise seguirle el juego al sistema. Esa música estuvo prohibida por muchos años y ahora, por oportunismo, es un boom, y conmigo no va eso. A mí me cortaron el pelo, los jeans, y me querían mandar para la UMAP. ¿Te acuerdas de Ana Lasalle y el Pavonato? A mí, ese quinquenio gris no se me olvida. Si quiero escuchar a los Rollings, pongo un DVD en mi casa y punto. No soy el Guille Vilar o Juanito Camacho, que tienen ese discurso ambivalente e irreal, de que en Cuba el rock siempre ha sido bien visto. A los rockeros no nos dejan expresar lo que sentimos, nos extirparon de la sociedad, como cuando te exprimes un grano de pus de la cara. Eso me lo dijo un dirigente cultural, en los años 60, demostrando que nos encasillaron de antisociales. Eran tiempos dramáticos para vivir, llenos de locura”.
Toma aire y prosigue: “Lo de los Rollings, lo convirtieron en un tema moral, tuvieron que hacerlo así porque, si ellos mismos se ponen en una balanza, quizás no les guste lo que salga de ello. Todo el mundo dice que estamos redimidos, pero no creo que sea así, que los rockeros seamos bien vistos, está por verse.
Esa gente que mencioné, trata de incorporarme a este supuesto ambiente prorock que dicen que existe. Pero no es real, existe la misma, sino mayor, aversión hacia nosotros, por parte de las instituciones gubernamentales.
No culpo a ningún artista por buscar la fama, que el público te reconozca y sepa de ti, no es malo. Siempre quieres saber si el público se interesa por ti y es muy gratificante lograrlo”.
Cambiamos el tema, para hablar de la banda donde fue reconocido y su situación actual: “Dimensión Vertical está a punto de desaparecer. Pensamos hasta cambiarle el nombre, a Dimensión Virtual. Nelson, nuestro director, antes de irse a Estados Unidos, nos propuso tocar salsa, timba callejera, ahí vino la hecatombe, no estuvimos de acuerdo y tomó medidas legales en contra de nosotros, cuando emigró… No tenemos trabajo, los espacios donde presentarnos, escasean. Fuimos censurados en el Submarino Amarillo, por su administrador, el Havana Hard Rock fue cerrado y el Maxim Rock se está cayendo a pedazos. Hemos sido mal interpretados, estar del lado de la gente que lucha por algo, no significa, necesariamente, que estás siendo político. Me percaté de que no avanzamos y que las cosas no están siguiendo el curso normal, sino de que existe una influencia negativa detrás de todo. La mejor cantante de la historia, Billie Holiday, es un ejemplo claro de lo que es ser consecuente con la realidad que te rodea. Billie, cuando cantó “Strange Fruit” por primera vez, nadie aplaudió y ¿quién duda que esté en el Olimpo de las diosas de la música?
No soy un músico que quiere ser uno más de la multitud. Depende del tipo de artista que seas, los hay que son consecuentes con lo que han vivido y a los que solo les importa la fama y aplausos. Puedo dejar hechizado a alguien del público, con mi trabajo, aunque sea una sola persona, que estaré satisfecho.
La gente piensa que los músicos tenemos la respuesta a los problemas de la sociedad. No es así. Somos gente corriente con poder limitado. Podemos protestar, hablar de ello, crear conciencia y nada más. No es un músico el que está sentado en el trono del poder mundial”.
Y para estar acorde a los tiempos, no podía faltar su opinión sobre uno de los temas controversiales de las últimas semanas: “Estoy muy feliz de que Bob Dylan haya recibido el premio Nobel de Literatura, porque es un galardón a una generación. En Cuba, no se le ha dado mucha importancia, por lo que Dylan significó, es un símbolo antiestablishment. Muchos de nosotros éramos como él y lo seguimos siendo, porque de los años 60 a estos tiempos, pocas cosas han cambiado. Un genio crea sus propias reglas y Dylan es un genio. Una conciencia que canta, un referente moral y un predicador”.
Para cerrar, Guido sentencia: “Fui un expedicionario musical. No tenía pasado del que hablar, nada a lo cual volver, nadie de que quien depender. El rock me dio la forma en la que siempre vi la vida, la gente, las instituciones y la ideología. Todavía el rock no es libre en Cuba.
En los años 60, no me identifiqué con nada de lo que sucedió a mi alrededor, no me importaba lo que hacía o lo que me sucedía, no me importaba lo que decía o lo que decían de mí, todavía no me importa…”.
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