¿Una polémica? ¿O la verdad a gritos?



Todavía no sé si este comentario será una polémica, porque creo que todo lo que pienso escribir, más que nuevas preguntas o situaciones, son realidades. Dos temáticas enrumbaré, aunque ambas se unifican en un punto neurálgico: elevar nuestras voces a favor del arte libre. Uno de los caminos va directo al estado del graffiti en la Isla y el otro, a posturas cómodas y ensayadas que muestran solo la cara del hip hop cubano que el oficialismo quiere.

Transitando el primer camino me encontré el desaliento y el abandono en un artículo en Internet sobre los grafiteros cubanos. Escrito por Rosa Fernández, el informe, entre otras cosas decía: “Lo de ilegal es hasta cierto punto, pues las instituciones culturales en Cuba, sobre todo las Casas de Cultura municipales y hasta las Escuelas de Instructores de Arte, brindan apoyo a estos jóvenes a través de talleres donde se les enseña a hacer graffitis”.

Más allá de las inconformidades personales y de la posibilidad que brindan las redes sociales informatizadas de decir cuanto quieras, ellas no impiden respetar los criterios, pero sobre todo la inteligencia de las personas. Por favor, que alguien me diga en qué Casa de Cultura o Escuela de Instructores, ocurre eso. Al contrario de lo que precisa la autora, las instituciones culturales en Cuba, en vez de considerar el valor artístico de alguna expresión como el graffiti o el rap, y alentarlas, básicamente hacen cumplir una política cultural obsoleta y centralizada. Quizá algún valiente apoye a algún que otro artista, pero está lejos de la realidad creer que estas instituciones comprenden y aceptan abiertamente el desarrollo de los artistas underground. Por supuesto que todo ello tiene una explicación muy simple: tanto el rap como el graffiti han sido expresiones artísticas que surgieron como protesta social, y Cuba no es la excepción. Como diría un amigo cercano: ¡señores!, aquí todo tiene una trascendencia política.

Si no fuera así, cómo explicar que en numerosos conciertos de hip hop aparezca siempre un oficial de la policía porque lo llamó un vecino, por el ruido, o por la razón que sea, y en muchísimas ocasiones el concierto haya terminado abruptamente. ¿Cómo es posible que se cierren continuamente espacios donde se promueve y enseña el arte underground? Y por otra parte, ¿cómo entender que en las numerosas asociaciones de artistas y artesanos, o en los Consejos de las Artes Plásticas a lo largo de la Isla, no exista una sección dedicada al graffiti?

Aunque nuestros artistas urbanos existen y forman parte, junto a los raperos, del movimiento de hip hop cubano, si usted busca detenidamente en Google todas las asociaciones artísticas institucionalizadas en Cuba, encontrará una larga lista de ellas con un detalle debajo, aparece la palabra graffiti cruzada.

El silencio al respecto es precisamente el problema que nosotros mismos podemos corregir, a veces está en nuestras manos, por eso me invade la tristeza cuando leo a una cubana o un cubano, sencillamente dilapidando. No es suficiente que entre los miembros de la comunidad, o como decimos en Cuba, entre los “socios” más cercanos, hablemos libremente de las más recientes creaciones de los artistas del hip hop nuestro. Tanto en la música como en la plástica, ¡hay que elevar las voces!

No es secreto para nadie que las temáticas que tocan son pura brasa para los medios de comunicación masiva y los organizadores de eventos públicos. Y aquí viene el otro tema que quería comentarles: sobre lo que decimos o no en los medios. Con disgusto he escuchado entrevistas a artistas hip hoperos establecidos como populares, que “consiguieron” aparecer en la televisión, y manifiestan una combinación nefasta de temor y silencio a la hora de referirse a las demandas del gremio. Para ellos se ha convertido en una condición sine qua non autodenominarse apolíticos delante de las cámaras, por lo que sus temas se limitan a solicitar espacios donde mostrar su arte.

Esta es también una postura que miramos con tristeza, incluso algunos podrían rechazar la sinceridad de mi comentario, y ojalá lo hicieran con razones convincentes, pero esa es también la opinión y el criterio de muchos artistas underground que no clasifican para la televisión, porque se niegan a repetir parlamentos ensayados.

¿Hasta qué punto son mal mirados nuestros raperos y grafiteros? Evalúe usted mismo la frecuencia en que son televisados, la cantidad de sus videos o promociones a los que les conceden algún espacio, la inexistencia de una asociación de grafiteros legalmente establecida en Cuba y que sea de conocimiento público, la ausencia de apoyo institucional que se traduzca en materiales, pinturas o espacios donde puedan expresar su arte, ya sea figurativo o musical, en fin… piense por usted mismo y no pinche me gusta en páginas que no respetan su inteligencia.

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