Diciembre: un mes de interpretaciones…



Diciembre del año que recién concluyó fue un mes de interpretaciones. Para muchos, este habría resultado el período ideal para hacer un resumen, o incluso, nuevas propuestas o entregas de trabajo al calor de las celebraciones por el fin de año. Sin embargo, se quedaron en sólo intenciones, varios de los planes de nuestros músicos y, especialmente, de los artistas underground cubanos.

Tras el fallecimiento de Fidel Castro Ruz y los siguientes nueve días de duelo nacional, le siguieron otras quince jornadas de incertidumbre. Sobre todo, después de que el Ministerio de Cultura hiciera circular un documento donde especificaba el tipo, la duración, las características y otra serie de aspectos, que debían aplicar los directivos provinciales del sector, con respecto a las actividades que incluyeran música.

La reacción y las protestas no se hicieron esperar, algunas formuladas entre amigos y familiares, y otras, que supongo, llegaron a las más altas esferas de la institucionalidad. En esos días traté de contactar a implicados en el tema para informarme acerca de la puesta en práctica de la circular y lo que mayormente conocí por ellos fue el disgusto que inundaba el ánimo de personas que viven para y de la música. Entonces pensé: si eso sucede en el ámbito profesional, cómo ha de irle a aquellos que integran el universo underground de la música cubana.

Más tarde, supe que las autoridades provinciales, supuestamente, habían hecho una errónea interpretación de la circular, que las actividades culturales no estarían suspendidas hasta el 2 de enero, como se había manejado, y que todo iba a continuar su curso habitual. Sin embargo, en la práctica sucedió otra cosa.

En el Café Teatro Terry, el volumen de la música tenía que ser moderado y se suspendieron actuaciones de trovadores de la ciudad. En otros centros nocturnos, como el Costasur y el Tropisur, resultó parecido y por ejemplo, el esperado homenaje a John Lennon y The Beatles, que anualmente realiza la agrupación cienfueguera Los Moddys, se tuvo que aplazar. La nueva fecha pactada no pudo ser en diciembre y pasó a este mes de enero. Cabe, por tanto, preguntarse si fue una deficiente interpretación de la circular o el documento, en efecto, marcaba un límite, una censura.

Volviendo los ojos a nuestros artistas underground, es lógico que su situación fuera mucho peor. Sin mediar situaciones excepcionales, para ellos resulta extremadamente difícil lograr un espacio habitual, una promoción del tipo que sea y menos probable es que las autoridades culturales o policiales acepten su expresión libre. Ahora imaginen bajo estas orientaciones, supuestamente, mal interpretadas, aunque ya muchos coincidirán en que fueron aplicadas y disfrazadas con un discurso “benévolo”, qué hicieron nuestros artistas underground. Lamentablemente, no mucho, al menos ante un público.

Los proyectos y discos que esperaban presentarse en diciembre tuvieron que hacer cola. Un caso conocido por todos los lectores de PMU es el del disco que Álvaro DJ ha venido preparando desde mediados de 2016. En una entrevista que le hicimos al artista, en junio pasado, nos adelantó algunos de sus planes, entre los que contemplaba presentar su nueva producción en una gran fiesta de DJ, en fin de año, junto a otros colegas del gremio que debían visitar la provincia. Ese plan no pudo fructificar en diciembre, como tampoco el proyecto alterno que viene trabajando junto al productor independiente Maxi Pro. Y también ha tenido que esperar el encuentro y la consecuente entrevista con el Club de DJ que se reúne en su casa, momento que ha quedado para una fecha futura y que esperamos pueda ser pronto.

En una situación similar, con muchos más obstáculos, algunos ya librados y otros por venir, se encuentra el Proyecto K’Bolá. Nuevamente tuvieron que mover una peña que están planificando desde antes de la entrada por Oriente del huracán Matthew, esta vez para enero, cuando ya estaba casi todo listo para hacerla en diciembre. ¿Por qué?

Diciembre fue un mes de interpretaciones, sobre todo, para aquellos que ven a Cuba desde afuera. Aunque los cubanos valoramos en extremo la vida humana, hechos como los que les narro nos hacen pensar y sentir que vivimos en un país donde se aplica la censura a diario y en todos los niveles. Los músicos profesionales la sufren, pero nuestros artistas underground son víctimas permanentes.

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