Ley de Thalion, la hermandad del rap (Parte II)



Proseguimos la conversación con varios de los integrantes del proyecto Ley de Thalion, que forman parte del movimiento de hip hop underground cubano. Estos muchachos definen su música como la voz de los de abajo y se destacan como fieles exponentes de las inquietudes de los habitantes de los barrios más humildes de La Habana, con quienes comparten la realidad cotidiana.

Luis Enrique Rojas Barnet, Loiso, uno de los MC, comentó: “Todos nosotros también tenemos trabajos individuales, pero siempre bajo el calificativo y concepto de Ley de Thalion. Mis discos se titulan Directo al pecho y Extraño de aceptar, ambos bajo la producción de esta hermandad del rap que se llama Ley de Thalion. Me gusta reflejar en mis composiciones el estado de opinión de la gente sobre el movimiento de hip hop cubano, ejemplo de ello son los temas, ‘Autocrítica 1’ y ‘Autocrítica 2’. Hacemos lo que podemos con lo que tenemos, pero no cantamos cualquier cosa, sino lo que realmente sentimos. Por un lado, tenemos poca o nula producción y apoyo institucional, y por otro, poca tradición. Antes existían más festivales del género. Asistí como público a varias ediciones del de Alamar que dirigía Rensoli, y la adrenalina que sentí allí fue la que me motivó a convertirme en rapero. Tenía mis inquietudes, pero antes de eso no me había decidido a exponerlas ante un público.

Años después participé en uno que emprendió la Agencia Cubana de Rap y noté problemas organizativos y conceptuales. Imagínate que antes de comenzar siempre se pone música grabada para atraer la audiencia y lo que estaban ponchando era reggaetón. De esa manera se muestra el interés de la Agencia, que en vez de difundir el arte de los artistas del género, pone cualquier cosa. Esa misma estrategia negativa la utilizaban en los eventos Pinar Hip Hop. En Camagüey no pasa eso, porque hasta temas de Los Aldeanos con malas palabras se emplean. Quisiera que se fundara una escuela de break dance para esos niños que quieren aprender el baile urbano, es muy necesario el relevo generacional. Además, los estudios que se dedican a grabar rap nada más deben mejorar sus condiciones técnicas para estar al nivel internacional, porque en Cuba los hay que no tienen nada que envidiarle a los del extranjero, aunque graban otros géneros que dan más dinero.

Tenemos pocas posibilidades económicas, queremos subir nuestras cosas a internet, quizás ahora es un poco más fácil, lo intentaremos. Facebook nos brinda muchas facilidades, pero la conectividad es aún limitada. En la televisión no transmiten música social, solo para el divertimento, la fácil, la del bailoteo solamente. El camino en el hip hop es de perseverancia. Todo el mundo, desde distintos puntos de vista, pasa trabajo. El rap debe tomarse como un activismo social que va más allá del arte en sí. Queremos mejorar el ámbito en que subsisten los raperos”, concluyó Luis Enrique Rojas Barnet.

Otro de los componentes de Ley de Thalion, Amílcar Cabeiro Delgado, El Subver, se unió a la conversación: “Mi disco debut se titula Tras la línea. Me distancié de Ley de Thalion porque viví un tiempo en Consolación del Sur. Por allá organicé una peña de hip hop en la casa de cultura. Quise armar bien el muñeco, pero no me dejaron, me cuestionaron todo y me censuraron. Pienso que los dirigentes no la querían. Fue positivo e impulsó el movimiento mientras duró.

Apoyo institucional nunca tuve, fui testigo de que la Asociación Hermanos Saiz, en Pinar, se enriqueció con los recursos que le daban para ayudar a los artistas aficionados. No le veo interés a la Agencia de Rap de promover a los artistas. Es solo el nombrecito y lucrar con el trabajo de otros, no hacen nada por los de abajo, por los que están comenzando. Sé que este asunto no es nuevo, pero no me puedo quedar con ello por dentro. Por eso es que los muchachos noveles se van decepcionando. Mucha gente llega con tremenda voluntad a formar parte y revolucionar las instituciones y, por el contrario, le frustran el desarrollo, cierran puertas, cuestionan paradigmas artísticos, contrarrestan estilos, te desalientan y destruyen sueños. La gente quiere conocer el rap que nosotros hacemos, pero por el momento no contamos con el espacio donde mostrarlo. Parece que existe un tabú con el tema político. Tenemos canciones con letras que sabemos que pueden molestar a nuestros abuelos porque van en contra de ideologías pasadas.

Hablamos no solo de ese dirigente corrupto, sino también del vecino que puede ser una mala persona, que puede atentar contra mis hijos y mis amigos. A esa gente también hay que aplicarle la cuchilla lírica. Necesitamos desahogarnos sin caer en facilismos ni en repeticiones. Mucha gente infla por ahí, dicen que interpretan lo social y que la policía le cayó a golpes en tal y más cual lugar, o que cayeron presos y es mentira. Nuestra sociedad está llena de estereotipos y discriminan a los raperos, eso no se puede negar. La policía te ve extravagante o con un pulovón y enseguida te piden el carnet de identidad.

El ambiente donde nos desempeñamos a veces nos obliga a asumir aptitudes degradantes y hacer concesiones. Las leyes las hace la jerarquía de la jerarquía, en sus oficinas con aire acondicionado, y no sufren lo del cubano de a pie. Nunca van a resolver problema alguno porque no les chocan y nosotros lo que hacemos es machacarnos unos a otros. Todo depende del tipo de persona que sea cada cual. El estado no le envía recursos al rap porque quiere apagarlo, no le conviene lo contestatarios que son los artistas más destacados y populares del género”.

Para finalizar, El Subver agregó: “Ahora estoy enfrascado en la culminación de un segundo disco que se llamará Daños colaterales. Es muy difícil que siendo un rapero no te identifiques con la realidad social cubana. Mis temas más contestarlos son ‘Esclavos del silencio’ y ‘Donde no te escucha Dios’. Cantando hallamos nuestra válvula de escape”.

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