¿Música verde? El rap ecológico de Osmel Francis y Cubanos en la Red (Parte I)



No han sido pocas las agrupaciones y solistas de nuestra música popular que han elaborado canciones que dignifican a la naturaleza y a los diversos elementos que la integran. Por citar algunos ejemplos del género musical denominado guajira, tenemos “El arroyo que murmura”, del compositor y director Jorge Ankerman [1]; “Entre preciosos palmares”, compuesta por Ignacio Piñeiro; “Junto al palmar”, con las voces de Sindo y María Elena acompañadas del Conjunto Caney; “Paisajes naturales”, de José M. Rodríguez; el bolero “Los 4 vientos, los 7 mares” por el Conjunto Rumbavana, o “Mi playa azul”, bajo la autoría de Tania Castellanos e interpretada por el cuarteto Los Modernistas, entre otros. Sin embargo, desde hace dos décadas, aproximadamente, hasta la actualidad, ha sido Osmel Francis Turner (conocido popularmente como el abuelo del rap), el artista urbano que se ha encargado de sistematizar conscientemente las problemáticas relacionadas con la dimensión medioambiental en nuestro país y a nivel regional, junto a su grupo denominado Cubanos en la Red.

La cultura hip hop surge en los Estados Unidos a principios de los años 70, en las comunidades latinas y afronorteamericanas (Bronx, Philadelphia, Harlem, Queens). En el caso específico de Cuba, podemos rastrear sus orígenes a finales de los años 70 y comienzos de los 80, donde el baile (breakdance) se impone con fuerza. Estamos hablando de agrupaciones y personalidades como Cuerpo roto, Mantilla, Los Flexibles, Miguelito “La peste”, entre otros. Este último artista, por cierto, es dignificado en el libro autobiográfico “Sin mirar atrás”, del afamado bailarín Carlos Acosta. Posteriormente, y debido a diversas circunstancias socio-históricas, el baile pierde protagonismo para ser reemplazado por el rap. La mayoría de los textos presentes en las canciones de los cultivadores de este género versan sobre dimensiones políticas, económicas, filosóficas, sociales, etc. En el caso de nuestro país, el rap resultó una música sumamente atractiva para sectores preteridos, constituyéndose, sobre todo, en un importante espacio cultural de dignificación y orgullo del negro pobre.

Existen varios artistas que pueden ser analizados como antecedentes del rap en Cuba. En la obra de algunos de ellos se puede notar, incluso, cierta apología bucólica de la naturaleza y sus recursos. Tenemos el caso de Harry Lewis, que empleaba un parlato-slang encima de guarachas, con canciones bien conocidas como “Valles de picadura”, “Mucha bermuda voy a sembrar”, “La pangola”, entre otras. También tenemos el caso de Francisco Fellove, un artista proveniente del feeling y creador del ritmo chuá-chuá, consistente en canciones adornadas con instrumentaciones vocales. Se hizo internacionalmente conocido por un tema titulado: “Mango, mangüe”. Como dato interesante tenemos que Olga Guillot y Dizzie Gillespie interpretaron un bolero suyo titulado “Dos caminos” [2].

Por todo lo anteriormente dicho, no resulta extraño que Osmel Francis herede esas sonoridades  ̶en las que también rinde homenaje a otros músicos cubanos que empleaban el doble sentido, como es el caso de Faustino Oramas (El guayabero), Ñico Saquito-, y las mezcle con un género musical que posee una profunda convicción sociológica basada en la crítica social. Tampoco es inaudito el hecho de que la temática ecológica sea una constante en un maestro de ceremonia preocupado por el destino del planeta.

Vale aclarar que Cubanos en la Red surge en Islas Canarias, inicialmente como un libro homónimo de ficción escrito por Osmel, en el año 1997, cuyo eje central versa sobre un grupo de jóvenes cubanos que integran a su computadora un acelerador artesanal, provocando el surgimiento de un mundo paralelo. También es abordada la idea de ubicar 200 satélites de baja altura en órbita para crear una red propia: Hatuey-net. Algunos críticos literarios y especialistas en informática consideran que es una obra pionera en Cuba de la interconexión entre usuarios por híper-terminales, lo que hoy se conoce como servidores ligeros, incluso, adelantándose al concepto de nube informática, ya que en la narración se manejaba el concepto de que los bancos de datos estaban ubicados en las montañas de Cuba, conservados por un novedoso sistema de enfriamiento. Vale destacar que nuestro país pudo acceder a la Internet tan solo un año antes. En ese sentido, la obra literaria de Osmel se sitúa entre los varios volúmenes de sci-fi (ciencia ficción) donde son utilizados conscientemente elementos de índole medioambiental, precedida por “La Corriente del Golfo” (considerado el primer relato cubano de ciencia ficción), del autor Juan Manuel Planas y Sainz [3].

La publicación del libro de Osmel Francis tuvo un éxito enorme en España, pero no tanto como la musicalización de la sinopsis del mismo en un programa promocional en Madrid, idea que finalmente abrazó este artista, constituyéndose Cubanos en la Red como un proyecto socio-musical hasta nuestros días.

Varios músicos reconocidos han desfilado y compartido escenario con esta agrupación musical de corte ecológico como Baby Lores, Edesio Alejandro, el rapero y productor Malcolm Junco, Alexander Delgado (Gente de Zona), Patricio Amaro, el grupo Moncada, entre otros. Ahora bien… ¿Cuándo es que este maestro de ceremonias integra realmente la dimensión ecológica en sus creaciones? ¿Es una tendencia que brota posteriormente?

[1] Casares, Rodicio Emilio: Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana. Sociedad General de Autores y Editores, 1999, p. 430-432.
[2] Orovio, Helio: Diccionario de la Música Cubana. Biográfico y técnico. Editorial Letras Cubanas. La Habana, Cuba 1992. p. 32-33.
[3] Bonera Miranda, Miguel. Gallardo Rubí, Victoria: Juan Manuel Planas y Sainz: Pionero de la Ciencia Ficción Cubana. Consulta realizada el 20 de diciembre del 2016, a las 12: 40 A.M. URL: http://www.cubaliteraria.com/guaican/cronicas/planas.html

Leer la segunda parte

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.