El sentimiento rapero de Kamerum



Arturo Laourence Mora, Kamerum, artista santiaguero, dueño de una voz excepcional y defensor del hip hop, el dance hall, el raggamuffin y el dembow conversó con nosotros sobre su relación con el proyecto Afrorazones y su carrera en general. Se mostró afable ante nuestras preguntas y sin muchas dilaciones fue directo al grano: “Mis inicios en el movimiento urbano se remontan al año 2000 y, como muchos exponentes de este género, comencé en la escuela. Por aquel entonces estudiaba en la EIDE Capitán Orestes Acosta, de la ciudad de Santiago de Cuba. Pero no fue hasta cursar el nivel medio de la carrera de informática, dos años después, que integré el movimiento desde una institución cultural comunitaria, ya bajo el seudónimo de Kamerum, aunque en aquel entonces ya ni recuerdo como lo escribía.

En esa época, después que la sede y punto neurálgico del movimiento urbano santiaguero, que era el Ateneo Antonio Bravo Correoso, se mudó para la Pista Pacho Alonso del complejo cultural Heredia, quedamos distribuidos en diferentes proyectos comunitarios, en barrios como el Abel Santamaría y el distrito José Martí. Además, se destacaban el fundador movimiento Santiago Rap y otros proyectos que se fueron creando con algunos de los pioneros del rap de la provincia, que sentían inquietudes para con la sonoridad del estilo caribeño que caracterizó a Santiago desde los inicios de este movimiento. También el proyecto Clandestinos, quienes se autodenominaron en su momento ‘los puristas del género’, ya que estos, por su interacción con el hip hop de la capital, se encontraban más influenciados por el mismo.

Yo no tuve la suerte de ser fundador del movimiento Santiago Rap, pero igual me siento afortunado de haber pertenecido al proyecto Todo Mezclado, pues allí pude defender mi estilo que siempre fue muy caribeño, motivado quizás por la música que consumía en aquella época, y también por ser descendiente de afro caribeños, pues mis abuelos paternos son procedentes de islas como Santa Lucía y Jamaica.

Posteriormente, me incorporé a la agrupación Sentimiento Rapero, que era el grupo que más respeto me inspiraba por aquel entonces. Junto a este proyecto tuve la oportunidad de alcanzar reconocimiento a nivel nacional, estuve casi 10 años con ellos y participamos en los más importantes eventos relacionados con el movimiento urbano de todo el país. Grabamos nuestro primer álbum oficial con un sello extranjero, algo importante para nosotros, aunque resultó un fracaso por nuestra inexperiencia en esos asuntos discográficos. El estilo que defendíamos seguía fuertemente influenciado por la música del Caribe y eso nos costó bastante para ganarnos el respeto de una audiencia dominada en esos momentos por los artistas de primera línea del hip hop capitalino. Respeto que no se hizo esperar, porque a pesar de sonar muy caribeños, teníamos una combinación de voces bien peculiar y nuestro mensaje siempre fue serio, aun en temas bailables. Lo más importante de esa etapa fue todo lo que aprendí. Pellon MC y MC Coco, quienes eran los otros integrantes del proyecto, fueron, sin lugar a duda, una importante fuente de conocimientos, que me aportaron valiosísimas experiencias, tanto en lo profesional como en lo personal, como hermanos que aún somos.

Además de Sentimiento Rapero, tuve el honor de pertenecer a proyectos cultivadores de otros géneros como, por ejemplo, el Coro Madrigalista de Santiago de Cuba y el proyecto de jazz Albertico Lescay y Formas. Con el coro tuve la oportunidad de aprender mucho de lo que sé hoy de música, en cuanto a teoría y solfeo, apreciación musical y armonía. Gracias a esos conocimientos, cuando se hizo necesario por lo difícil y lo costoso de las producciones musicales, pude comenzar a producir y a arreglar los temas de Sentimiento Rapero y los míos propios. Además de que la necesidad de producir mi propio sonido estaba dada al hecho de que cada vez se hacía más difícil, porque los productores de aquella época no entendían ni llegaban a traducir las ideas tal y como sonaban en mi cabeza. Ese fue el comienzo de mi trayectoria como productor musical.

Con Albertico Lescay y Formas pasó mi manera de entender la música a otro nivel, pues Formas me dio la oportunidad de experimentar lo que era sonar en vivo con músicos convencionales. Esa visión amplió mis ambiciones en cuanto a desarrollar mi propio sonido en lo referente a identidad y calidad sonora. Desde entonces me inquietaba el poder mezclar tímbricas de instrumentos convencionales con sonidos netamente electrónicos. Cerrando ese ciclo de mi paso por Formas, entré a formar parte de la función del sello independiente Guámpara Music, como productor musical en la parte de desarrollo de sonidos y también como artista del catálogo. Dentro de Guámpara tuve la oportunidad de desarrollar un estilo, sobre la base del concepto que manejaba el sello acerca de la fusión con la música cubana, de crear un estilo que hoy defiendo dentro de mi repertorio y al cual llamo Afro-Cuban-Trap. Así como de trabajar además como ingeniero de mezcla y máster de dos de los primeros álbumes del sello como Golpe Seko Brother y Afrorazones, los dos nominados al Cubadisco, donde el primero obtuvo el Premio de Hip Hop del año 2015.

En el año 2016 tuve también el privilegio de ganar la beca de creación One Beat, en los Estados Unidos de América. Un conjunto de 24 músicos de alrededor de 18 países del mundo entero creamos un repertorio de sonidos experimentales, el cuál pudimos presentar en una gira por varias ciudades de ese país vecino. Esa experiencia marcó un antes y un después de mi visión del sonido en la producción musical. Comprendí lo infinitas que son las posibilidades a la hora de diseñar un sonido, además de un sinnúmero de conocimientos y experiencias las cuales aplico como herramientas en mi trabajo actual.

Al proyecto Afrorazones llegué a través de DJ Jigüe, creador de Guámpara Music y organizador junto a Luna, una hermana norteamericana, quienes pensaron y dirigieron todo el proceso. Primero fui convocado junto con otros productores a crear la música de este álbum y tuve la misión de crear dos de los arreglos para éste. Luego, como también soy cantante urbano, se me propuso cantar sobre uno de estos mismos arreglos que yo creara y así lo hice. De ahí nacieron los temas ‘Iyami’, escrito e interpretado por Sigrid, y ‘El Viento’, escrito e interpretado por mí. Este es un proyecto necesario por la postura de reafirmación identitaria y el carácter instructivo que adopta. Creo que ha tenido repercusión solo a nivel internacional, pues en Cuba no ha logrado un impacto tan considerable como yo esperaba, por los valores que expone y defiende el álbum.

La situación actual de hip hop cubano es compleja. Pienso que por no existir un mercado real para el fenómeno musical, los principales exponentes intentan buscar otros mercados. Este fenómeno hace que las generaciones que suceden no conserven el legado conceptual de las generaciones anteriores y es donde aparecen tendencias ultrabanales como el trap, que está colmando el gusto de los más jóvenes con un mensaje tan lleno de violencia, sexo y drogas, que fomentan el culto a la ostentación y a la opulencia, y que envenenan con tanta oscuridad de egocentrismo a nuestros jóvenes. Creo que tenemos, los menos jóvenes en el movimiento, la responsabilidad de transmisión de ese legado, de educar y ser referentes desde el mejor de los ejemplos para estos hermanos y hermanas”, finalizó Kamerum.

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