Modelos estéticos femeninos y música rap en Cuba



Los modelos estéticos, difundidos en lo concerniente al género y color de la piel, en la música rap femenina que se produce en Cuba, merecen la atención de los amantes del género. El análisis de contenido de la música en el tema titulado “Negra”, de la agrupación Oye Habana, escrito por Noiris Chivas, Yordanka Fernández y Elizabeth, es un buen ejemplo, pues en el mismo se pretende discutir cómo a partir de las construcciones raciales y de género se estableció el estereotipo somático negro, asociado a la ignorancia, lo grotesco y la fealdad.

Pensar la cuestión de género y la problemática racial desde la música nos conduce por caminos poco transitados. Pero también significa un recorrido atrevido porque nos ubica en las fronteras de los terrenos del conocimiento social, y como las fronteras no son fijas, sino siempre relacionales. Pensar en este sentido conlleva a incorporar nuevas miradas al debate sociocultural, lo cual a veces es alarmante frente a categorías estáticas que tienden a comportarse como excluyentes dentro del discurso nacional.

El hecho de ser mujer de piel negra conlleva a encarar el peso de la marginalización por motivo de género, de raza y otras formas afines de intolerancia.

Veamos, una posición reivindicativa en la canción “Negra”:

(…) oye sabrás un poco más de mí, cuando siga cantando para ti. Siéntelo con cadencia y rima vengo yo y negrura en mi cuerpo se quedó. Sé que tengo mis facciones un poquito extravagante. Muchos se ríen porque se ven algo grandes, pero así nací, así soy y así me moriré. Con mi pasa dura, te convenceré (…).

Cabe destacar, en este punto, la estética que se enuncia en estas palabras, al parecer ensalzando o destacando la feminidad negra, que en gran parte de los casos es sobrevalorada o no tenida en cuenta. Palabras que hacen referencia a la vez, de forma significativa, a la percepción de la apariencia corporal, que se convierte en un importante marcador de diferencias. De esta manera, el color de la piel, determinados rasgos del rostro y el cabello se convierten en recursos que manifiestan la diferencia racial. Por tal razón, los elementos antes mencionados se establecen como marcadores simbólicos que median en la forma de autopercepción de las personas. En algunos casos, estas características son asimiladas de manera negativa y en otras de modo positivo, en consecuencia, la evaluación del fenotipo instaura una herramienta mediante la cual se jerarquiza a los individuos en la sociedad.

Como se observa en la próxima estrofa, se visualizan conflictos que repercuten y son significativos en el ámbito social. Se presta así especial importancia a la problemática racial y a la situación de la mujer cubana actual. Asimismo, se combinan los discursos en la música sobre la mujer con los discursos sobre racialidad que el rap propone:

(…) echa pa’ lante negra eres un caso, soy chapapote puro que te quema. Acabé de bajar del monte ese es mi lema. Y mi poema, negra salvaje je, je, je (…).

De una forma u otra, en la mirada social, la apariencia física, como ha sido descrita, se traduce en la evaluación de la mujer negra en todo su conjunto. Es decir, se convierten en elementos definitorios, el color de piel, la estatura, el grosor, el tipo de cabello y los rasgos fenotípicos. A lo que se suma el arreglo exterior del cuerpo, a partir de indumentaria (ropa y accesorios) que se utiliza, el color de esta, el diseño, el peinado y el maquillaje, en el caso de las féminas.  

En este orden, el elemento de color de la piel comparte una razón genealógica con el género, pues, tanto en una como en otra, las diferencias físicas aparentes, resultado de los cánones implantados por cada sociedad, sin exceptuar la cubana, dibujan construcciones sociales que se tornan en una generalización anatómica y conforman, de ese modo, el universo simbólico de la cultura.

Se aprecia entonces un reflejo de las particularidades de nuestra sociedad en correspondencia con las condiciones culturales, económicas, sociales e históricas que forman parte de la cotidianidad. De esa forma, el rol femenino se percibe, no tanto como objeto de las letras que componen muchos de sus temas, sino como promotoras que dan voz a las tensiones que gravitan entre la política sexual, las cuestiones de género y el asunto racial. Elementos que las convierten en gestoras del movimiento cultural rapero nacional, fundamentalmente en La Habana.

Entonces, las palabras juegan como ritmos:

(…) voy por la vida con destreza. Pongo en juego mi cabeza a que mi pata es más grande que la tuya, no quiero bulla cuando me veas, sí, aleluya. Soy de piel oscura pierdo la cordura, si tengo ataduras me siento más dura. Como el ébano soy hermosura, cuando hay que serlo soy amargura (…).

La letra de esta canción ilustra el reconocimiento individual, así como minimiza las diferencias que algunos le confieren en este sentido a dichas características y corrobora que son voceras de un sector marginalizado. No obviemos, entonces, que estos rasgos físicos se convierten en elementos de información de los cuales se recogen indicios que les permiten a las personas aplicar criterios fundamentados en distintas ocasiones, en estereotipos. Estos últimos los provee de un conocimiento previo que les permite definir cómo ellos creen que esa persona es y cómo se relacionará con los demás.

Lo más revelador de los textos reflejados es la identificación de sus compositoras y músicas con su condición de ser mujer y cubana, con el análisis de la cuestión racial y de género como constructos culturales, históricos y políticos, y como lenguaje figurado emisor, no solo de la memoria, sino de denuncia de otras formas de marginalización cultural y social. Se observa, entonces, una percepción de la identidad femenina, negra y cubana, cimentada en cláusulas musicales.

En este sentido, intercalar la voz femenina con fuerza en la música rap podría sugerir la toma de conciencia ante asuntos cruciales y dañinos por un segmento importante en nuestra sociedad.

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