Más leña a la fogata: BBoys está vivo en Cuba ¿y las BGirls? (Por Elier “El Brujo” Álvarez)



Pensar sobre el break dance en Cuba es pensar en una tradición de más de 30 años invisibles casi por completo y cabe decir que es la primera generación del hip hop cubano a la hora de sabernos hiphoper@s cuban@s, está ahí como está el grafiti y la actitud de estos artistas, como bien dice en este vídeo KRS One: “(...) la existencia del hip hop se basa en una idea compartida, todos compartimos esta idea llamada hip hop (...) es la conciencia colectiva, todo nuestro pensamiento junto creando y lo escribimos como una sola palabra: hiphop (…) Cuando toda esa conciencia colectiva comienza a entrar en movimiento –sea el elemento o manifestación artística vinculado a este que sea, es decir, el sujeto en expresándose e interactuando con todo y todos–, se convierte en lo que conocemos como: hip hop”.

Acá hay más tela por dónde cortar y mucho más para analizar, pero solo llamo la atención en este sentido para que quede claro, dado el análisis hecho por Rodolfo Rensoli en esta entrevista para un dossier de hip hop cubano publicado por la revista digital La Jiribilla, en el que se nota la incoherencia de pensamiento con la que estamos viviendo en estos días en el hip hop cubano, y que se necesita mucho aprendizaje de lo que surgió en Nueva York y que, sin dudas, funciona de forma diferente en nuestro país, pero esta diferencia tiene como punto de partida lo creado allá, para luego usarlo como base y estudiarlo acá.

Por tanto, me fui a ver lo que está ocurriendo en este minuto en Artemisa con el evento BBoy es Vida (¿y las BGirl son muerte?), es indiscutible que me molestó el nombre del evento desde el primer momento porque muestra la dimensión machista y prepotente con la que vivimos en Cuba, pero la idea para nada es arremeter contra los organizadores por este motivo, ya que, sin lugar a dudas, responden a una realidad inculcada desde hace mucho tiempo. El machismo, el sexismo, el racismo y la homofobia son males que nos será difícil erradicar, pero para eso tenemos que trabajar y trabajar duro.

Artemisa es una provincia que desde su constitución en la nueva división política administrativa del país la tratan como un proyecto, un hecho increíblemente absurdo –como todo en la política de quienes organizan el estado–, y, muy a mi criterio, un paternalismo que cala los huesos de cualquier ser humano con dos dedos de frente y que desee impulsarse a un futuro de prosperidad de forma independiente.

El culpable de mi presencia, pensamiento e interés por este evento es El Bala Escobar, que además de su trabajo artístico, su estrategia personal que ya cubre gran parte del archipiélago socializando el hip hop cubano con un reproductor y speaker portátil, también sirve a través de las redes sociales como un centro de información, porque de estos eventos se enteran muy pocas personas en el gremio, no obstante, los enlaces creados por este MC –sí, para nada me cabe la menor duda de que lo es– le permiten enterarse de todo y cuánto ocurre en el país, y su presencia es de un valor incalculable para el porvenir del hip hop cubano.

Llegar y ver lo acontecido la primera noche en el parque de la AHS fue bueno, muy bueno. La ausencia de un orden en la organización, la poca profesionalidad del DJ que antes del espectáculo se pasó horas y horas poniendo la misma música añeja de finales de los 80 principios de los 90, y que una persona tuviera que decirle lo que debía hacer antes del espectáculo, las personas aglomeradas en el escenario en forma de círculo mientras ocurría el show, son estos algunos de los detalles que medianamente observé y que necesitamos trabajar y documentar, y volvernos centros de información y espacios obligatorios de empoderamiento para que esto no siga ocurriendo. Sé que es demasiado difícil organizar un evento, y si es fuera de la capital más difícil aún, pero tenemos que sacrificarnos para que a la hora de los mameyes lo que debe ser disfrute no se convierta en castigo.

Era evidente que por la edad del público presente, adolescentes en su mayoría, esto es un circuito local al que están acostumbrados a disfrutarlo de esa manera, pero el evento se proyecta con característica nacional. Casi todos los allí presentes conocían muy bien a cada uno de los artistas en competencia y se notaba que para nada es costumbre hacerlo en un escenario como este. Esa primera noche, las competencias giraron en torno a batallas a partir de estilos de baile de forma individual y también coreografías en colectivo. Me gustó mucho la rivalidad que existe entre los concursantes, el lenguaje que usan para detallar los errores de los contrarios mientras se enfrentan, se notó que siente pasión por lo que hacen.

Al día siguiente conversé sobre todo estos detalles con Celiano Alayo, uno de los organizadores del evento, le pregunté sobre los estilos de bailes, las diferencias entre estos, cómo se valoran las categorías para la competencia y cómo se organizan mientras dura el evento, pero Celiano a nada de esto me supo dar respuesta, solo me dijo que el coordinador del evento era quién lo sabía. Claro que para mí fue frustrante, una persona de las principales figuras encargadas de la realización de este encuentro y estaba en Blanco y Trocadero. Así que Celiano me puso en contacto con uno de los entrenadores de los bailadores participantes, Osiris Castro, más conocido como BBoy Odelos, y él me contó algo bien curioso.

Como todo en el hip hop cubano, es pura resistencia la manera en que trabajan, los artistas entrenan a diario en las distintas zonas de la provincia y entre ellos se comunican vía telefónica para la participación en los eventos que se hacen, los nombres de los pasos que se usan son diversos, una mezcla de los nombres que se usaban en los 80, que eran términos puramente cubanos, con términos que los mismos participantes captan de los contactos con bailadores en el exterior vía internet y vídeos que ven fuera de Cuba, del mismo modo en que los 80 los pasillos eran captados en programas de televisión como Soul Train, en la actualidad lo hacen descargando vídeos de la internet y al final los mezclan los unos con los otros y les dan el sello de originalidad, si los movimientos en escena son copiados de algún otro bailador de un vídeo, todos lo saben y se lo hacen saber al ejecutor mientras lo muestra en el escenario.

Luego de conversar con Osiris, casi todos los que estaban involucrados en la organización del evento comenzamos a conversar y el resultado final fue un pequeño debate bien, bien interesante, en el que se mostraron, incluso, visiones personales desde criterios subjetivos en cuanto al baile y la duda que tuve el primer día en cuanto a la disposición del público en círculo, se comprobó esa misma tarde, cuando la madre de uno de los más jóvenes bailadores me dijo que el evento siempre se había hecho en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) de la provincia Artemisa, directamente en un piso de granito, que hay que tener ganas de bailar como este casi niño lo hizo, dando vueltas solo con la cabeza durante medio minuto. Pero lo fundamental de todo esto es que la manera colaborativa con la que trabajan y en la que involucran a los raperos en los espectáculos, de lo que estuvo encargado Yusniel Cepero “El Cepe”, da la medida de que el relevo está garantizado, pero de nosotros depende formarlos, que conozcan la historia para llegar al próximo nivel, como bien dijo Yimi Konclaze.

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