“A veces yo creo que un concierto de rap se convierte en una asamblea de balance”, entrevista a Charlie Mucharrima (Parte I)



Este popular rapero nos recibió en su casa con mucha amabilidad. Ese día vestía short y calzaba chancletas. Llevaba puesto un pulóver marca Monster, el refresco patrocinador de las ligas de rap y batallas de freestyle. La conversación fue larga y amena, ya que Carlos Bravo Marrero (Charlie Mucharrima) es un comunicador por excelencia. Charanguero y desenfadado, al tiempo que preciso y lúcido en sus pensamientos, uno siente confiadamente que el hip hop en Cuba no sufrirá de orfandad mientras existan maestros de ceremonias como él, que perciben la cultura cubana como tierra santa, y al rap, como himno sublime.

La entrevista que a continuación publicaremos en varias partes con extractos de fragmentos, se hizo hace algún tiempo, pero arroja muchas luces que ayudan a comprender los inicios, logros y avatares del movimiento hiphopero cubano.

PMU: ¿Quién era Charlie Mucharrima antes del rap?

Charlie: Antes del rap era técnico en electrónica, repartero mostro (Risas), y criador de palomas.

Bueno, siempre tuve buenas amistades aquí en el barrio, con los socios. Siempre me he caracterizado por ser un chamaco que andaba con la gente del barrio. A pesar de que vivo en Nuevo Vedado, en una casa grandísima, nunca fui del corte de persona que se refugió aquí y no salía a nada. Siempre traté de vincularme con la gente, con los muchachos. Jugué mucha pelota. Andaba pa’rriba y pa’bajo con unos socios que les decían “Los muchos”, tú sabes. Entonces nada, ese es Carlitos antes del rap.

Traté de leer lo más que pude. Me gusta leer, me gusta informarme. Creo que eso, justo cuando empecé a escribir rap, me ayudó mucho, porque ya tenía un buen background de cosas a la hora de escribir.

PMU: ¿Sientes preferencia por algún género literario en específico?

Charlie: No, yo trato de leer lo más diverso posible. Porque cuando uno trata de hacer canciones que le interesan a la mayoría de la gente no debe… (el gusto es el gusto), pero como lectura, no debes aferrarte a algo en específico, porque increíblemente con el tiempo empiezas a tomar esa tendencia a la hora de escribir. Es como el reflejo en el espejo y, por lo tanto, traté de no encasillarme. Como nunca sé cómo voy a escribir un tema… o sea, yo siempre he dicho que alguien que hace canciones es un transportador. Uno ve cosas en su entorno que son las que hacen la canción. Uno es un canalizador, y ese tipo de cosas yo trato de llevarlas al papel sin estar parcializado, tratando de ser lo más fiel posible al hecho o al entorno en sí.

Ya te digo, trato de leer mucho y documentarme en todo lo que pueda. Eso me sirvió de mucho apoyo antes de empezar en el rap.

PMU: ¿Tus preferencias musicales son tan diversas como tus gustos literarios?

Charlie: Bueno, la influencia por default fue la timba, la salsa, el son. Pero cuando empecé, por supuesto que la influencia fue el rap norteamericano: Busta Rhymes, Mos Def, Talib Kweli, Eminem, Wu Tang Clan, Bone Thugs-N-Harmony. Este último piquete tenía un estilo muy peculiar, muy característico. Por ahí yo fui cogiendo, esos fueron más o menos los referentes a la hora de meterme dentro del rap, y traté de mezclar eso con el entorno musical nuestro.

Porque recuerdo que, en los años 90, cuando estaban los festivales de rap en Alamar en su apogeo, la gente rapeaba idéntico a los norteamericanos. Bueno, quizás después con el tiempo me di cuenta que eso no era más que un proceso de imitación, que es como se aprende. La profesora llega y te dice que la A se escribe así y allí va uno como alumno y la imita. Es un proceso lógico, sobre todo cuando estás tratando de introducir al país una cultura que no nació aquí, sino en Estados Unidos.

Recuerdo que en los 90 la gente rapeaba con unos abrigotes, porque los raperos norteamericanos se tiraban unos abrigotes y unos bling bling. Y yo les decía a los raperos de aquí: ¿Vengan acá, y ustedes no tienen calor con todo eso arriba? ¡Porque estamos en agosto, vamos a estar aquí! (Risas). Y ellos me decían que esa era la pinta, la moda. Y con el tiempo, los raperos cubanos se dieron cuenta de que a lo mejor no era un abrigote, pero sí una gorra del equipo Industriales o un pulóver del Che. O simplemente lo que tenías a mano para ponerte, porque no había muchos raperos (entre los cuales me incluyo), que tuvieran para dónde coger.

Entonces, inicialmente, el rap en Cuba es nuevo cuando se ve en la perspectiva del tiempo, es un género musical que entró hace poco en el país, y eso fue un proceso en el que todo el mundo tuvo como referencia ese tipo de grupos. Algunos tuvieron una tendencia marcada por raperos más liricistas, otros por raperos que hacían más hincapié en el flow, y ese tipo de cosas. Yo siempre traté de hacer un híbrido entre ambas vertientes musicales. Y ahora me encuentro elaborando una música que no solo tenga un corte social, crítico, sino que, llevándolo a la cultura cubana, al contexto cubano (que de por sí es bailador), sea un rap que mezcle ese tipo de cosas. Que no solo sea una lírica fuerte, sino que logre también que la gente baile.

No tiene nada que ver con ganar más dinero, la verdad. No creo que nadie cante rap por dinero, porque no es por ahí por donde se gana dinero cantando. Pero sí me ha preocupado que la gente va a los conciertos y se identifica mucho con la canción, apoya mucho la letra, pero baila poco, asere. Y no sé, a veces yo creo que un concierto de rap se convierte en una asamblea de balance más que en un concierto de música. Claro, cuando ves la letra de lo que estoy haciendo últimamente te darás cuenta que tiene veneno igual, pero ciertamente me he salido un poco. Yo creo que ya con un tiempo, 16 años haciendo rap y con un background bien armado, me he atrevido a empezar a hacer otra cosa, a innovar, a desafiar algunos patrones y estigmas que a veces no estoy de acuerdo con ellos. Esa es la tendencia básicamente que estoy haciendo ahora, musicalmente hablando.

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