“Esa esencia de la crítica social en el rap cubano es para bien”, entrevista a Charlie Mucharrima (Parte II)



Continuamos con la entrevista a Carlos Bravo Marrero, Charlie Mucharrima, quien nos recibió en su casa, hace un tiempo atrás.

PMU: Mencionabas algo muy interesante sobre el proceso de mímesis. Si bien es cierto que los raperos cubanos imitaban a los raperos norteamericanos en los inicios, luego comenzaron a incluir códigos autóctonos, propios. Buscaban una cubanía en lo musical, en lo estético. ¿Qué elementos crees que hayan incidido para que esto sucediera?

Charlie: Desde las letras, creo que duró muy poco. Creo que con lo que uno más se identificó fue con la estética y quizás con la música. Pero las letras (no quiero decir que no haya pasado lo mismo), hicieron que la gente rápidamente se adecuara al contexto. Mencionar algo así como: ¡Mis pistolas, mis carros!... no conozco… ¿Tú conoces algún rapero cubano con carro?

PMU: No que yo sepa…

Charlie: Entonces, es complicado. Cantar algo relacionado con mis limusinas, es complicado, mis pistolas… es complicado. Rápidamente los raperos entendieron que ese no era el discurso. El discurso era basarse en los problemas sociales, en las temáticas de barrio, con las cuales la gente se identifica mucho. Y eso innegablemente cogió un corte político, porque era una característica del género y creo que también se mimetizó del rap norteamericano. Creo que el rap estadounidense lo ha perdido en gran medida, pero el rap de los inicios en Estados Unidos tuvo un carácter social y crítico muy fuerte, y en Cuba eso se mantuvo. Creo que es una esencia del género en nuestro país.

Claro, no pasa sólo aquí. Tú vas al rap argentino, vas al rap español, y tienen un discurso crítico y social igual. Unos más poéticos, otros más directos. En Cuba, como te decía, se mantuvo esa esencia, sobre todo teniendo en cuenta la política de las instituciones, del Ministerio de Cultura, del estado en sí. Eso de que: ¿Compadre, tú, esa crítica, que tú me estés criticando? Eso es complicado, y se convirtió en un problema político. Justo cuando empezamos a decir: vamos a hablar de lo que atañe a los raperos, fue que la cosa empezó. Porque cuando estábamos hablando de pistolas y no sé qué, el rap pasaba desapercibido entre los críticos, entre la gente que podía censurarte o no. Pero cuando empezamos a meter la mano en la gaveta y a sacar la ropa que había que ponerse…

Ahora es complicado, pero hace 10 o 15 años atrás, cuando empezamos a meter las manos en los temas que realmente son, de pronto: censurados, el espacio no está, no hay corriente. Y ese tipo de cosas. Y yo pienso que esa esencia de la crítica social en el rap cubano es para bien, porque creo que los raperos más que atacar a las instituciones y al gobierno, lo que hacen es una crítica desde lo positivo, más bien ellos dicen: ¡Esto está mal, caballero! ¿Cuándo lo vamos a arreglar? Yo conozco pocos grupos que se hayan parado a decir: abajo nadie, ni arriba nada. O que promuevan la violencia.

Creo que las instituciones y sus políticas parece que no han entendido que esa es la filosofía del rap. Y realmente se ha vuelto una situación de choque entre el entorno y los raperos. Por suerte, los raperos siempre han tenido el apoyo del barrio, del público del rap. De la audiencia que va asiduamente a las peñas, y de la juventud en sentido general, que a veces no pueden ir por desinformación, porque los conciertos se caen como nada. Pero cuando tú pones a rodar tu disco por la calle, la gente se identifica y te dice: ¡Oye, escuché el tema! ¡Qué bueno está, me encantan esas letras! Mientras existan las audiencias seguidoras del rap, estamos salvados.

Yo siempre he dicho que en el momento en el que está el rap, no necesariamente tiene que apelar al espacio físico. Porque el espacio físico depende de las instituciones, el cabaret, etcétera. Cuando tú tienes un discurso que no es tan poético, es más directo, y que, bailable o no, proponga un corte de crítica social, sea reflexiva o negativa, como quiera que tú lances la bola, mi negro… ¡Nueve chapa! Te lo digo yo. Y no tengo porqué mentirte, porque llevo 16 años haciendo rap.

He tratado también de no dejarme acorralar y enmarcar lo que es mi corte musical, he tratado de ser bastante amplio. Pero como quiera que la he “picheado”, nos ha caído arriba el problema del espacio, siempre existe una justificación. Nunca se te dice que no porque no me da la gana. No es ese tipo de negación, pero siempre aparece la palabra no se puede, no puede ser, dile a la gente que suspenda. Y eso hace que el público no sea tan seguidor desde los espacios físicos. Sí desde el disco. El disco es un espacio, tu disco es tu espacio. El vídeo que puedas hacer, que a lo mejor no lo ponen en Piso 6, pero sí en el Paquete Semanal, es tu espacio. Yo creo que ese es el espacio realmente que tiene el rap ahora y es el que debe explotar.

Las redes sociales es otro espacio. Porque el espacio físico es complicado. Bueno, yo he trabajado desde hace muchos años con Los Aldeanos. Y para bien, porque somos amigos, vecinos. Además de raperos. Y me di cuenta en algún momento de su carrera que era el grupo más popular que ha tenido la historia del rap cubano, y era el grupo que menos tocaba en Cuba. Y que las canciones que iban a tocar en un espacio físico, la gente se los sabía mejor afuera que adentro, ya que adentro no podían tocarlas. Entonces, a lo mejor lo que va a pasar en los próximos años con el rap cubano es eso, que la gente pueda tocar más afuera que adentro. Porque inundas los espacios con tus discos. Como las redes sociales, como tus vídeos andando de memoria en memoria (flash). Y esto te abra camino para que puedas tocar afuera y tu música se difunda, se mueva. Debe ser así, porque yo no he visto un rayito de luz en el espacio físico.

Tengo un buen amigo y rapero llamado Bárbaro El Urbano Vargas y no acaba de dar pie con bola en ese sentido. Es uno de los artistas que está haciendo un buen espacio y cuando no se cae, se cae. Y cuando no es por X, es por Y. Y a veces porque se paró Bian y dijo algo, u otras veces porque la corriente eléctrica, o la firma de un papel. Al final… nada que ver con rap, todo era ajeno al rap. En algún momento se lo diré al Urbano: Chico, no te malgastes. Porque además de luchar contra el gerente, es luchar contra el económico, contra el portero que atiende a la gente que viene de mala gana, porque a lo mejor es uno de los espacios que más bajito tiene el cover. Porque tocar en los centros nocturnos, si no es de 5 CUC pa’rriba… El público de rap no es el público de la Casa de la Música, que tú le pones la entrada a 25 CUC y la paga, que sabemos perfectamente que eso no es público. No quiero caer en ese tipo de cosas, pero eso al final se trata de “muchachas” y turistas. No quiero cuestionar a nadie, cada cual que resuelva la vida como pueda, pero básicamente el rap no es para ese público.

El rap es para los chamacos que están en G “ostinaos”, que no tienen dónde meterse. La vida nocturna de La Habana es cero y hay media Habana de chamacos metidos en la calle G. Entonces, tú no le puedes poner la entrada a 25 CUC porque no van a ir. Se lo pones a 2 o 3 CUC, algo asequible. Y entonces los trabajadores de esos lugares están acostumbrados a un público glamoroso, y lo que pasa es que tratan al público como… tú sabes, “esta gente”. Y eso va en detrimento de todo, del espectáculo. El público ya no se sienta en la mesa a ver tu show, pues se siente un poco predispuesto.

PMU: ¿Crees entonces que el futuro del rap en Cuba sea a través de los espacios independientes?

Charlie: Por supuesto, se cae de la mata. No es solo lo que dice Carlitos, es lo que te dicen los hechos, el contexto, lo que ocurre. A donde van las cosas. La realidad lo que te está diciendo es: No te aferres a hacer un concierto en la Casa de la Música, porque ahí es donde vas a resolver tu vida y vas a poder pintar tu casa. Te está diciendo simplemente que la oportunidad que tienes para desarrollar tu arte es a través de los espacios independientes.

Leer la tercera parte

Atrás


Comentarios   Dejar un comentario
No hay comentarios en este momento.