Adiós a la CENSURA –Estamos en una nueva era– (Por Elier “El Brujo” Álvarez)



Cuando vi publicado en las redes sociales que censuraron el video “Mi raza”, del disco Afrorazones, ni siquiera me alarmé, porque sería darle poder a un espacio institucional que, con el tiempo, más que el poder que tiene en sí mismo ha perdido, incluso, el prestigio que puede haber alcanzado trabajando por casi 60 años. Pero se vuelve más risible llegar a casa de Malcoms y, al darle la noticia, encontrarme escuchando que el mismo programa televisivo decidió perderse la oportunidad de mostrar el video “Otra bella cubana”, del disco Sentimientos desafinados, y, peor aún, que Jhoan Baby con su banda hayan hecho un vídeo clip de su más reciente álbum con Pablo Milanés y también se hayan ido con la de trapo, para dejar de mostrarlo al público, con una justificación que me da vergüenza publicar acá porque nada tenía que ver los argumentos con la realidad de lo que acontecía, y al evaluar estos argumentos para desestimar este último video saco en conclusión que el denominador común que siempre aparece es el color de la piel tras el género musical que se desea difundir.

Pero analicemos todo esto por puntos: ¿Qué hay detrás de esto que lo vuelve vergonzoso?

Ariel Fernández, quien llegó a ser el promotor nacional de rap en Cuba, en el libro Rapear una Cuba utópica, de El Zamo (Alejandro Zamora), cuenta cómo con la intención de llegar a ser DJ logró trabajar en la radio cubana y su proyección ante la vida lo convidó a presentar un proyecto para la emisora en la que trabajaba, este proyecto versaba sobre la música afro a partir del sinfín de seguidores que tenía esta y la nula presencia en la radio cubana, de la cual recibió instantáneamente la negativa, y los argumentos eran escasos de fundamentos, como siempre. Esta experiencia más tarde la contó en el coloquio del Segundo Festival Nacional de Rap y aquello fue todo un escándalo, cuando después se publicara dicha experiencia en la revista Caimán Barbudo, por sugerencia de Roberto Zurbano.

La clave del pasado y la actualidad sigue siendo la misma: afro, color de piel, NEGRO y decir rap, o todas las manifestaciones musicales aleatorias a estas, es lo mismo que decir NEGRO. Por tanto, en lo personal, realmente no me sorprende la decisión que se tomara por parte de dicho programa televisivo o los decidores–censuradores de los medios de difusión masiva, así se trate de las mujeres y el trabajo de ellas para lograr un equilibrio de género dentro de nuestra sociedad machista y patriarcal.

¿Cuál es la realidad en todo esto?

La realidad nos invita a pensar que la alternativa –redes sociales (nacionales e internacionales), Paquete Semanal, cuentapropismo– sigue siendo la opción de expandir el crecimiento del hip hop cubano e incidir desde este en el desarrollo de nuestra sociedad. Poco a poco nos hacemos más visibles e incorporamos mayor cantidad de público y seguidores, al mismo tiempo, sin olvidar la historia de nuestra realidad hiphopera que cuenta con más de veinte años de exclusión artística, seguir participando y llevando nuestro arte a los medios de difusión masiva e institucionales, con el fin de decirles: acá estamos, existimos, aunque ustedes lo deseen o no, según sugiere su comportamiento, porque todos vivimos la misma realidad de exclusión que ustedes propician.

Esto lo expreso lejos de un fin arrogante o egoísta, sino con el interés de desarrollar el diálogo con aquellas personas que deben apoyar, generar y aumentar los niveles de inclusión de cada uno de los seres humanos que habitan en nuestro país, y como anteriormente dije: la participación. Ya que el actuar se proyecta de forma muy incoherente a lo que se publica al mundo a través de la prensa, por parte de esta absurda institucionalidad que asfixia a los creadores y que, incluso, asfixia a sus propios trabajadores, generando estrés a los habitantes, y que es el motivo por el cual cada vez más los cubanos buscan una forma de emigrar a otras latitudes en busca de otros horizontes, así sea a expensas de sus propias vidas y poniéndola en riesgo.

El vídeo es el arma de promoción artística más grande que tenemos en la actualidad, sobre todo por lo que se muestra a través de las redes sociales, con su uso, tanto artistas como productores y promotores, pueden marcar disímiles estrategias, y le provoca confianza, tanto a seguidores como a personas dedicadas en la industria del entretenimiento, a trabajar para visualización, lanzamiento y posicionamiento de los artistas en este inmenso mercado siempre cambiante. Además, es el arma de equilibrar los niveles de banalización musical que genera el mercado y el consumismo. Por tanto, es el medio que tenemos para poder erradicar la violencia que durante mucho tiempo ha generado la socialización de la música popular bailable contemporánea en nuestro país, y por eso es que se vuelve incoherente que se predique, por parte de la institucionalidad y gran parte de intelectuales y artistas de vanguardia, su desacuerdo con la gran difusión de dichas maneras de crear música, que incluso se marginen a estos grandes artistas populares por dichas razones y que de repente se vean más audiovisuales de este tipo de música y casi ninguno que nos muestre una esencia de tanta riqueza cultural, como los vídeos antes mencionados.

Por eso digo que si el hip hop se trata de una conciencia en movimiento, esta conciencia que gravita en nuestro corazones la debemos mantener en movimiento siendo objetivos con ella. Por el contrario, si lo que deseamos es que nos reconozcan y/o alcanzar niveles de popularidad con nuestro arte, el camino sigue siendo el mismo, la alternativa antes expresada, debido a que han sido estos artistas actualmente populares, con todo y los criterios de banalización y facilismo creativo, los que se han impuesto, y en la actualidad son los actuales embajadores de la música cubana, que se dieron cuenta de su importancia, y gracias al uso de esto, hoy por hoy, gozan, incluso, de prestigio internacional, a los que en más de 20 años de hip hop cubano nunca hemos alcanzado, al no ser un grupo como Orishas y después de haber emigrado, mucho menos los contratos astronómicos que les han extendido a los mayores representantes de la música popular en la actualidad.

Es posible que nos consideremos marginados, censurados, pero son estados de ánimos que empodera a la actual forma en que se organiza nuestra sociedad, y porque el poder funciona desde la manera en que se mueve el resto de sociedades en el mundo y siempre se tendrá la base para emitir un criterio en contra de formas de resistencia que elevan los niveles de diálogo de la sociedad. Al mismo tiempo, tenemos que recordar que ha sido el arte contestatario en Cuba el que ha abierto las puertas del cambio en el país, en un sinfín de sentidos, y hablo desde hace muchosa años atrás hasta la actualidad, y sobre estos elementos que menciono los podemos encontrar en el libro de El Zamo.

Ya es tiempo de ver y vivir la realidad de forma objetiva y lejos de un ideal de sociedad, y decirle adiós a estas prácticas que se han vuelto cultura en nuestro país y que nos obligan, en un sinfín de formas, a autocensurar y cercenar nuestro arte por los criterios que maneja alguien que, además, suele ser cambiante, según se mueve la sociedad. Si alguien nos debe obligar a autocensurarnos, que sean nuestros seguidores y nuestro público, con nuestros propios medios y métodos de llegar a ellos y conocer sus criterios, a partir de lo que hacemos, solo con el interés de mantener esta conciencia en movimiento. Es innegable que esto es una respuesta muy positiva a lo que estamos logrando, además es innegable que estamos haciendo. Felices debemos sentirnos de ello porque nos dan información de cómo funcionan y esto nos permite saber cómo conducirnos.

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