Combato el racismo a través del hip hop



La música underground intenta sobresalir con toda su fuerza expresiva en la ciudad de Manzanillo. En el ámbito del hip hop se descubren tres cultores con inmenso talento y un público ávido de consumirlo con mayor frecuencia y variedad. La casi nula promoción, pocos espacios y escaso intercambio con artistas de otros territorios, prácticamente han extinguido el género.

Miguel Pantoja Ávila, productor y DJ conocido como Migue MC, nos brinda su visión sobre el asunto: “A los 12 años de edad comencé a escuchar reggae y escarbando y escarbando llegué al rap, que es de verdad lo que me gusta. A través de lo underground he alcanzado un nivel cultural aceptable y ha sido una escuela para la vida. Estudié la historia de nuestro pueblo y combato el racismo. Me influyeron Orishas, Raudel, Randy Acosta, Bárbaro Urbano Vargas y Los Aldeanos. Para los backgrounds me nutro de los músicos norteamericanos y con ellos llega la nostalgia, la ternura, la rudeza, la violencia, la experimentación y la experiencia vital”.

Después de esta presentación sobre sus influencias musicales, Migue MC pasó a contarnos la situación real del género en su región: “Tenemos muy poco apoyo y por eso el movimiento está flojo en Manzanillo. Lo que hacemos es con nuestros propios recursos. Para grabar tenemos que buscar por las calles a las personas que tengan computadora. Cantábamos dondequiera y, por lo tanto, organicé la peña de rap, los terceros viernes de cada mes, con una laptop que me prestaban, sin referencia y con micrófonos que inventamos. Al principio todo fue muy lindo, pero fue decayendo. Incluimos a los tatuadores y los bailadores de break dance que andaban por ahí. Tremenda audiencia, se formaba revuelo, hicimos varias peleas de gallos raperos, vinieron hasta de Santiago de Cuba, pero levantó ronchas y se destruyó. Waldemart, el trovador, nos ayudó mucho en los ensayos. Ahora no hay dónde hacer nada”.

Tras exponer el desolador panorama en esta región oriental, este joven DJ regresa a hablarnos de sus inicios y lo que hace actualmente, donde tiene que enfrentar obstáculos de todo tipo: “Integré el proyecto Guayo, junto a Yoel, el rastaffari. Candito, el hijo de Cándido Fabré, se nos acercó y nos prestó una cámara para grabar un videíto. Ahora trabajo con Yorbanis El Mambí y Rafael Sincro. Soy su DJ y les hago los backgrounds. Fue un proceso de ascenso, de crecimiento colectivo e individual. Estamos solo nosotros en todo el municipio. Somos contestatarios, nos miran con mala cara y no nos dejan entrar a la emisora de radio. Borraron los temas que dejamos allí en el servidor.

Cuando queremos presentarnos a lo cubano, nos censuran. Andan diciendo que estamos locos porque nos ponemos a ver el noticiero y de ahí montamos nuestros temas, desmintiendo a ‘quien tú sabes’. Todo es mentira y entramos por la costilla. Siempre es un pero para nosotros, dicen que hay un X dinero para cultura y nunca lo vemos. ¿Dónde está? Siempre es algo. También no tengo buena suerte, íbamos a Santiago, pero se me enfermaron los niños y no pudimos ir. TNT nos había invitado”.

Este joven músico confiesa que a duras penas sobrevive para echar para adelante su arte: “No tengo trabajo, vivo de luchar en la calle, vender esto y aquello, hay que comer, uno tiene hijos y se me limitan los recursos que puedo dedicar al hip hop. No le trabajo al Estado, ¿para qué? Yo estaba en la Empresa Eléctrica, pero vino la onda esa de sacar a la gente y dejaron cesante a una brigada completa. Si no nos ayudan las instituciones no importa, nosotros lo hacemos aparte y buscamos otras vías.

Quisiéramos grabar, crear para el pueblo, pero las condiciones negativas nos matan. Solicitamos apoyo. Tengo un amigo que en su oficina tiene internet y a veces me deja diez minutos en la máquina y de esa manera me informo de lo que está sucediendo mundialmente con el género, porque hay mucha desinformación. Gracias a los norteamericanos nosotros existimos, porque ellos sí promocionan y le dan fuerza a la cultura hip hop. Ojalá pudiéramos tener cierto acercamiento”.

Una vez más escuchamos de boca de nuestros artistas underground uno de los principales problemas que les aqueja en su camino: “Necesitamos promoción para dejar de estigmatizarnos. Cuando una música se te hace habitual, terminas consumiéndola. Conozco el trap desde hace tiempo. La juventud no lo sabe, pero surgió hace años por Atlanta, no en Puerto Rico como creen. Ese estilo tiene mucha fuerza hoy en día, pero prefiero la forma clásica de hacer rap.

Una tía mía, ferromoza, me traía las revistas Movimiento. Quise darle auge al rap y las doné a la AHS para que los jóvenes las leyeran. El otro día pregunté y se perdieron, seguro que las botaron. Así no se puede. El establishment intenta consumirnos”, finaliza Miguel Pantoja Ávila con esta sentencia, aunque en su cara y actitud vemos la terquedad de seguir empujando el movimiento de hip hop en su región, pese a todo. Ojalá su porfía reviva un género que necesita más artistas como este en Manzanillo.

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