¿Por qué el Potaje Urbano en Colón? (Parte I)



El Festival de Hip Hop Potaje Urbano gana en seguidores y calidad cada año, la cuarta edición así lo demostró. Y sabemos que muchos manifiestan descontento con el lugar escogido para el certamen. Cuando por las redes sociales comienza a divulgarse el festival algunos se excusan con la lejanía, otros aseguran no conocer el territorio y hasta hay unos cuantos que reclaman trasladar la actividad hacia La Habana. Qué suerte que existen otros como Pedro Mc que luchan con todas las ganas para que Colón, municipio ubicado al centro oeste de la provincia de Matanzas, retome el calificativo de “Ciudad del Rap”. Por eso nos trasladamos hasta la llanura colombina en busca de respuestas.

Allí encontramos a Flow Maestro, o mejor dicho a Bárbaro Edel Cordobés Portilla, uno de los fundadores del movimiento en Colón. Él con emoción recuerda el año 1998, por esa fecha comenzó a cantar, una época donde muchos jóvenes se arraigaron a la cultura underground y fue como una explosión. Menciona algunos grupos y nombres como: Tiempo Extra, DHM, BW, Unión Casual, Doble Rumbo, Causa Mambisa, Juventud Rebelde, Extraña Poesía, Lenguaje Marginal, Eidel, Hansel, Richita, El Fiscal, PCU, Las Ligas, El Rebelde, Laynol y Yandry.

Otro de los detalles que distinguía a Colón eran los grafitis en sus parques y muros. Rey Marlon Galarraga Núñez, instructor de arte de la primera graduación de la escuela matancera René Fraga Moreno, fue uno de los responsables. Él actualmente está en Venezuela, pero compartió sus criterios vía correo electrónico, donde nos explica cómo convirtió su casa en el mejor de los estudios: “todas las habitaciones son una galería, me place que los amigos que visitan el hogar intenten descifrar mis bocetos, que los aprecien y al final conozcan la tipografía que utilizo, cómo combino las letras, los trazos, los colores, y hasta me sugieran temas nuevos para grafitear”.

Rey Marlon precisa que trabajó además en la promoción de los artistas, principalmente en las portadas de discos o anuncios de conciertos. Confiesa que lo que más disfruta es grafitear cuando el rapero está expresando sus rimas, él con sus trazos las intenta dibujar en un muro, en cartulina, siente que con esa unión se consolida más lo que hace. “Constantemente busco en las redes sociales las actividades que se realizan en mi tierra, y me llena de alegría saber que resurge ese movimiento que tanto disfrutamos”.

Por otro lado, Emilio Robledo Pérez anda siempre apresurado en su bicicleta, casi nos atropella en el intento de dialogar con él. Conocido también como DJ Antivirus, afirma que en el año 2000 comenzó a desarrollar su trabajo como productor, ya años atrás había experimentado con el género y la culminación de estudios en la Universidad de Ciencias Informáticas potenció esta vocación. “Siempre que puedo colaboro en la sonoridad de los temas de los MC colombinos, me place crear backgrounds, realizar mezclas que peguen, que se queden en la memoria de la gente”.

Seguimos caminando y nos indican dónde vive Jowar, otro de los MC fundadores del movimiento, y lo divisamos en su portal, con la música como principal inspiración mientras pela a uno de sus clientes. Dice que al inicio todo era color de rosa, muchas personas seguían el hip hop y sobraban lugares para realizar las peñas, “después fueron cerrando las puertas de las instituciones culturales para los raperos y se hizo difícil organizar las peñas, los encuentros, los conciertos, fue como una cacería de brujas y al final los cazadores nos superaron, o nos cansamos de luchar”, nos asegura. 

Para cotejar la información nos dirigimos a la sede municipal de Cultura, allí nos recibe Jesús Yánez Barrios, director del sector. Él asegura que los espacios nunca se le cerraron a los raperos: “Simplemente perdieron seguidores, público, y no es factible para Cultura darle un lugar para las peñas si no acuden personas”. Afirma que el género pasó de moda como pasan los trajes, “ahora todo es reguetón para aquí y reguetón para allá, si vuelven a rescatar la fuerza del hip hop en Colón, sin dudas, la Dirección de Cultura los apoyará como antes. Una muestra de ello es el festival anual que se realiza en el territorio, Potaje Urbano, y que el pueblo agradece”.   

Todavía nos faltan sitios por visitar, el sol nos castiga, compramos granizados para engañar los estómagos y el fresco del Parque de la Tijera nos seduce por unos minutos. Justo en uno de los bancos está Derys Oña, otro de los raperos legendarios de la zona, y ahí aprovechamos para conversar con él. Coincide que es de vital importancia tener un local para desarrollar los encuentros habituales, pero también depende del esfuerzo de los amantes del género. Reflexiona que deben unirse para trabajar sólidamente como antes, que con pocos recursos se hacían grandes actividades.

Decidimos emprender nuevamente el recorrido y a mediación de cuadra se escucha el repicar de los balones en la cancha de básquet Mauricio Morales. Hansel Armenteros Lugones entrena al equipo municipal masculino de la categoría 11 y 12, queremos hablar con él porque es uno de los compositores de rimas. “El hip hop no ha decaído, solo ha pasado a otro ámbito por la imposición de nuevos géneros que atraen más a la juventud, pero si se retoma el movimiento y se cultiva en las nuevas generaciones, perdurará”.

Un ejemplo de esto es Richard Zamora Brito, el Radikal, que por su corta edad no vivió la época de esplendor de esta música, pero le gusta y asegura que “el rap es mi aire, mi luz, mi forma de vivir”.

Julio Junco Aizpurúa también se identifica con este arte y humildemente acondicionó su cuarto simulando un estudio de grabación para hacer sus producciones musicales. En varias ocasiones su familia ha sido testigo de los conciertos sin anuncios y sin invitaciones que surgen en un dos por tres, pues cuando no hay lugar para reunirse, la mejor opción es ir para casa de Julingo.  

Al final del periplo percibimos que muchos están dispuestos a colaborar para mantener los latidos del movimiento, para sentir que la respiración se hace más fuerte con cada presentación y festival, para que no muera esa cultura que hizo de Colón, en los años noventa, “La Ciudad del Rap”.

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