Un grito bien alto a la libertad, a la lógica y coherencia social (Por Elier A. “El Brujo” Álvarez)



En este minuto y después de disfrutar el concierto en la azotea de Maykel, el sábado 16 de diciembre de 2017, que se convirtió en un homenaje a Eliécer “El Funky” Márquez –en reclusión por razones totalmente absurdas, que demuestran el sin sentido al que estamos sometidos constantemente–, recuerdo la película Slam, protagonizada por ese grande de la spoken word en los EE. UU., llamado Saul Williams, sobre un poeta y vendedor de drogas de un barrio marginal en Washington, apresado por un atentado que le hacen a un amigo. Lo más interesante, y que me provoca pensar en ella por lo sucedido en la azotea de Maykel, es un diálogo con el jefe de la guardia de prisión, quien pronuncia un discurso sobre las estadísticas raciales de los reclusos en la ciudad y, siendo ambos NEGROS, la importancia de disminuir la cantidad de reclusos negros, lo cual reconozco como lógica social de vida.

También me viene a la mente la historia de mi hermano El Moro, quien estuvo varios años recluido únicamente porque el jefe de sector un buen día le dijo que lo iba a meter preso y buscó la manera de lograrlo. Esto demuestra que en Cuba, desde la Neocolonia hasta la actualidad, ser joven es casi un sinónimo de delito y, por los motivos que fueren, caminar en la calle ya es suficiente para que cualquier cosa te ocurra, muchísimo más siendo NEGRO.

Hoy existen muchos activistas que trabajan en función del equilibrio racial y desde varias disciplinas, pero son tantos los frentes que se necesitan cubrir dentro de la dinámica de vida social de nuestra isla y tan adoctrinada la filosofía que se práctica para llegar a penitenciaria, que los negros quedamos casi a merced de Olodumare (dios de la religión yoruba) ante el extremo poder policial, incoherente desde una perspectiva de sociedad socialista. Y creo que con la historia anteriormente contada es suficiente, no obstante, existen otras muchas e interesantes historias que se pueden contar también, como las de personas nacidas en provincias fuera de la capital que usan el uniforme de policía para venir a La Habana por dos razones fundamentales: la primera, estar legal (como si no fuera suficiente haber nacido en Cuba para poder transitar por todo el país legalmente) en la capital y quitarse de encima la mal llamada, pero objetiva fatalidad geográfica; la segunda, hacerlo sintiéndose la autoridad (en un país que en su discurso político proclama EL PODER DEL PUEBLO), con la que hay que contar para hacer cualquier ilegalidad, por supuesto.

Así es la vida de ilógica en Cuba y debido a esto es la necesidad de cambio que todo el pueblo desea, de un modo u otro, y por eso muchos hiphoperos cubanos nos exigimos tanto y trabajamos casi hasta desfallecer para lograr ese cambio deseado.

Desde que Maykel “El Osorbo” –que a partir de hoy en mis líneas lo reconocerás por su verdadero nombre: Maykel Ogbeshè– me dijo, en Santa Mía de la Talla, que al día siguiente iba hacer un concierto, en ningún momento dudé en participar, reseñar y documentar lo que iba a suceder, porque es indiscutible la fuerza y creatividad de sus canciones. Es un verdadero disfrute verlo en el escenario, y para nada soy el único que piensa así, por tanto, el poder de convocatoria de este rapero es bien alto. Quizá, por suerte o por desgracia, tiene sueños de gran artista y pensó, como piensan muchos otros raperos cubanos, que la azotea se le iba a llenar de personas, pero apenas la gente conocía de este concierto. El trabajo de comunicación que incluye, según sea el caso, disciplinas como difusión, promoción, promoción cultural, marketing..., se desconoce casi en su totalidad, y la aplicación consciente y estratégica de los medios alternativos de comunicación, que son los más sugerentes para este tipo de conciertos independientes, son más desconocidos aún. En este sentido ya he hablado con El Zamo (Alejandro Zamora) para ver si le damos un vuelco dentro del gremio a esta realidad, en cuanto a comunicación se refiere, debido a la necesidad que existe de desarrollarla.

Al ver la azotea casi vacía a la hora pautada, Maykel quiso parar el concierto. Todo estaba corriendo económicamente por su bolsillo y su tiempo, pero Activo Hip Hop Cubano, como plataforma de producción y publicidad, existe por estas mismas razones, para activar y mantener viva esta forma de vida entre los cultores de todas y cada una de las manifestaciones artísticas que la propician y la alimentan. Por eso, y sin dudarlo, le dije que hiciera el concierto, que yo le iba a colaborar con parte de los costos del mismo. Esto, y un poco de empuje y ánimos lo decidieron a tomar el micrófono. Aunque a esa hora, algunos de los presentes cansados de esperar, se marcharon, pero fue mayor la cantidad de personas que subieron a la azotea al escuchar los compases musicales y las voces en vivo de quienes desfilaron por el escenario improvisado, como JP y Nino MC. Debo mencionar que este último me sorprendió con uno de sus temas, porque está marcando una diferencia en el discurso del rap cubano, que ya está trascendiendo la norma de hablar sobre el Período Especial y todo el universo de desigualdades que esto trajo consigo –un tema que ya está siendo pasado, quedó muy marcado en mi generación y fue motivo fundamental, a mi criterio, de la actual crisis migratoria de los cubanos, que se ha silenciado–, y por el contrario, hablan de su realidad muy distinta. Esto me trae a la mente también una expresión que escuché por parte de uno de un bailador en la cuarta edición del Potaje Urbano, que se refirió a su cansancio por escuchar canciones que hablan sobre el hambre, la miseria y todas esos temas que implicaban tristeza, y por tanto él deseaba alegría y música que lo inspiraran a transmitirlo en su baile.

Regresando a la azotea, también estuvo Etián Brebaje Man, un signo de realidad objetiva dentro de nuestra comunidad y, sobre todo, de unidad para ella. De hecho, al improvisar lo dijo, que es bien necesario, pero siempre dándonos cuenta dónde estamos. Creo que en estos momentos existe unión en la comunidad, aunque las huellas del pasado, así como las acciones y el uso de la comunicación actualmente de unos pocos en el gremio, se aferran a la realidad que nos sumergió en la crisis que vivimos durante varios años, y estos nos hacen proyectarnos con cautela y alertar a los que con ahínco están trabajando por un futuro mejor en el hip hop cubano y se alían a estas personas. Aunque tampoco cabe duda que en la unión está la fuerza y, por tanto, mi expresión entra en el universo de desconfianza que forma parte de lo aprendido por la sociedad donde vivimos, que incluso llevó a estas personas a provocar la crisis, quizá sin siquiera preverlo. Igualmente, me lleva a dudar de sus acciones actualmente, del mismo modo que la solución está en el perdón, como bien dijo El Zamo, para unirnos más y difundir ese calor de paz tras la confianza a toda la sociedad cubana, una meta que debemos trazarnos para este año 2018.

Digno también de reconocer esa noche la presentación del Cubano Jiménez, que apoyándose en la poesía hablada improvisó un texto de forma genial y espectacular, dedicándole su presentación a Eliecer El Funky, y sumándose a los otros artistas que esa noche elevaron sus voces por el Funky –genial y creativo rapero cubano que debe ver nuevamente la luz del sol, con el favor de Olodumare, en marzo próximo, según me dijo Maykel al terminar el concierto–.

Para concluir, pienso que Maykel se llevó las palmas con este concierto, dándole oportunidad a muchos a pasar un rato agradable esa noche y, sobre todo, mantuvo vivo el nombre de uno de los grandes del gremio hip hop cubano, dándonos un concierto que fue un grito bien alto a la libertad, a la lógica y coherencia social, a la unión del hip hop cubano. A mí solo me resta agradecerle por permitirme colaborar, reseñar y documentar lo sucedido.

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