Blood Shed únicos rockeros de Manzanillo
5 de febrero de 2018
Blood Shed es una agrupación cultora del death metal melódico en la ciudad oriental de Manzanillo. Estos muchachos se mantienen contra viento y marea defendiendo la vertiente más dura del género. No son muy numerosos los seguidores del grupo en el territorio, pero los siguen a ultranza dondequiera que se presenten y repletan los ensayos que, al final, se convierten en pequeños conciertos.
En una visita que hicimos a Manzanillo, en diciembre del 2017, y antes de una presentación del grupo en un evento en el parque Céspedes, conversamos con el director de la agrupación y guitarra líder, Juan Miguel Cañete Rodríguez, quien comenzó hablándonos de sus orígenes y de su alineación: “Nos formamos en el 2009 y somos cuatro músicos, porque la batería es secuenciada. Nuestro vocalista es José Bárbaro Batista, el bajista es Damiany Martínez Rodríguez y la tecladista es Nadia Gutiérrez. Todos somos empíricos”.
Después de la presentación pasamos a conversar sobre la situación del rock en la región y, sobre todo, de un subgénero como el que cultivan: “Te puedes imaginar lo difícil que es hacer en Manzanillo death metal melódico. Antes lo llevábamos a cabo de una manera más cruda. Gracias a los tropiezos hemos avanzado, quizás si nos hubiéramos quedado sentados por miedo a no saber nada, no hubiéramos durado tanto. Intentamos ganar público tocando algún que otro tema de rock clásico. Somos los únicos rockeros que existimos en Granma, debido a la falta de apoyo de las instituciones culturales y los medios de difusión masiva hacia el género. En Bayamo, de vez en cuando, se arma un grupito, pero duran poco. Los únicos somos nosotros. El gobierno debiera darle más oportunidades al rock, no limitarlo tanto porque piensen que es una música extravagante”.
Pero si el rock es un género tan difícil de cultivar en la isla, ¿por qué escogerlo?: “Escogimos tocar rock por nuestro gusto musical. Desde hace años oímos rock & roll, pensamos que era imposible hacer una banda, pero aquí estamos. Nos influyeron System of the Down y Sepultura. Cantamos en español, nuestros temas más importantes son ‘Mi promesa’, ‘La libertad’ y ‘Derramadores de sangre’. Nuestras letras van sobre las guerras pasadas y el sufrimiento que ocasionaban. Hablamos de batallas épicas, de los mambises, combatimos la esclavitud y los impuestos que imponían los señores feudales. Nuestro nombre significa sangre derramada y somos pacifistas.
Tenemos un demo de tres canciones, que lo grabamos con el hijo de Cándido Fabré. Nuestro estilo no es muy bien aceptado por la sociedad. Al principio, hacíamos mucho ruido y no nos soportábamos ni nosotros mismos. Queríamos tocar y el desespero nos jugó una mala pasada. Hemos participado en varios festivales en Bayamo, el Rock de la Loma, el Revolution de Contramaestre, y en Holguín. Mi mujer trabaja en la radio, yo la pincho y gracias a ella salen promociones. Se difunde mucha música tradicional bailable y se olvidan de nosotros, eso es lo que nos mata”.
Dondequiera que vamos, los exponentes del rock en Cuba siempre se quejan de lo mismo: la poca o nula promoción a las bandas de rock, el poco apoyo de las instituciones y organizaciones, y la preferencia en los medios de comunicación con géneros más comerciales, aunque algunos, como Blood Shed, no se quedan de brazos cruzados: “Hemos compartido escenario con Tendencia, Xcape, Hipnosis y Combat Noise. En nuestro poblado hay mucho reggaetón, pero hicimos un frente de batalla junto a los raperos y trovadores underground para combatir la mediocridad imperante. Como en esta oportunidad, siempre tocamos en la calle, pero nos golpea la poca calidad del audio que nos prestaron. Tampoco tenemos buenos sonidistas a mano. La economía no da para algo mejor. Seguimos trabajando, ya que por la cara que pone la gente sabemos que gustamos.
No nos agrada hacer covers, eso es fácil, nos place hacer temas propios aunque no tengamos muchos. Soy el principal compositor y entre todos nos ayudamos. Hacemos los arreglos musicales y después la letra. Primero hago una maqueta de la canción y por ahí vamos. Tenemos que seguir el ritmo porque si no, después la letra me tropieza”, finalizó Juan Miguel Cañete Rodríguez, director de Blood Shed, otro músico que se resiste a claudicar ante los obstáculos y los problemas de la música alternativa en Cuba.
También conversamos con Jesús Jomarron, guitarrista eléctrico solista, conocido como El Vikingo del Rock en Las Tunas, quien estaba de visita en Manzanillo: “El rock está en decadencia en todo el oriente (del país). Existen muy pocas bandas, en mi provincia solo hay dos, Prótesis y Olimpo, que se están presentando en Trinidad. Pero en cuanto al consumo, si estamos muy bien, pues al igual que aquí, las pocas peñas existentes se repletan. Las instituciones deben brindarles más oportunidad a los jóvenes que se interesan por el género. No deben estereotiparnos, no somos personas marginales. En cualquier ámbito, no tiene que ser en el rock solamente, hay personas que consumen droga. Eso depende del individuo, no es que digas me voy a meter a emo y ya todo el mundo se deprime. Mi música combate las actitudes indecentes. Los rockeros mantenemos una conducta positiva y ayudamos a todo el que necesite.
Para concluir, nos confesó por qué estaba en Manzanillo: “Vine a ver a los muchachos de Blood Shed, los admiro mucho porque perseveran, el público los acepta, se mantiene escuchándolos atentamente y de manera disciplinada”.
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5 de febrero de 2018
Blood Shed es una agrupación cultora del death metal melódico en la ciudad oriental de Manzanillo. Estos muchachos se mantienen contra viento y marea defendiendo la vertiente más dura del género. No son muy numerosos los seguidores del grupo en el territorio, pero los siguen a ultranza dondequiera que se presenten y repletan los ensayos que, al final, se convierten en pequeños conciertos.
En una visita que hicimos a Manzanillo, en diciembre del 2017, y antes de una presentación del grupo en un evento en el parque Céspedes, conversamos con el director de la agrupación y guitarra líder, Juan Miguel Cañete Rodríguez, quien comenzó hablándonos de sus orígenes y de su alineación: “Nos formamos en el 2009 y somos cuatro músicos, porque la batería es secuenciada. Nuestro vocalista es José Bárbaro Batista, el bajista es Damiany Martínez Rodríguez y la tecladista es Nadia Gutiérrez. Todos somos empíricos”.
Después de la presentación pasamos a conversar sobre la situación del rock en la región y, sobre todo, de un subgénero como el que cultivan: “Te puedes imaginar lo difícil que es hacer en Manzanillo death metal melódico. Antes lo llevábamos a cabo de una manera más cruda. Gracias a los tropiezos hemos avanzado, quizás si nos hubiéramos quedado sentados por miedo a no saber nada, no hubiéramos durado tanto. Intentamos ganar público tocando algún que otro tema de rock clásico. Somos los únicos rockeros que existimos en Granma, debido a la falta de apoyo de las instituciones culturales y los medios de difusión masiva hacia el género. En Bayamo, de vez en cuando, se arma un grupito, pero duran poco. Los únicos somos nosotros. El gobierno debiera darle más oportunidades al rock, no limitarlo tanto porque piensen que es una música extravagante”.
Pero si el rock es un género tan difícil de cultivar en la isla, ¿por qué escogerlo?: “Escogimos tocar rock por nuestro gusto musical. Desde hace años oímos rock & roll, pensamos que era imposible hacer una banda, pero aquí estamos. Nos influyeron System of the Down y Sepultura. Cantamos en español, nuestros temas más importantes son ‘Mi promesa’, ‘La libertad’ y ‘Derramadores de sangre’. Nuestras letras van sobre las guerras pasadas y el sufrimiento que ocasionaban. Hablamos de batallas épicas, de los mambises, combatimos la esclavitud y los impuestos que imponían los señores feudales. Nuestro nombre significa sangre derramada y somos pacifistas.
Tenemos un demo de tres canciones, que lo grabamos con el hijo de Cándido Fabré. Nuestro estilo no es muy bien aceptado por la sociedad. Al principio, hacíamos mucho ruido y no nos soportábamos ni nosotros mismos. Queríamos tocar y el desespero nos jugó una mala pasada. Hemos participado en varios festivales en Bayamo, el Rock de la Loma, el Revolution de Contramaestre, y en Holguín. Mi mujer trabaja en la radio, yo la pincho y gracias a ella salen promociones. Se difunde mucha música tradicional bailable y se olvidan de nosotros, eso es lo que nos mata”.
Dondequiera que vamos, los exponentes del rock en Cuba siempre se quejan de lo mismo: la poca o nula promoción a las bandas de rock, el poco apoyo de las instituciones y organizaciones, y la preferencia en los medios de comunicación con géneros más comerciales, aunque algunos, como Blood Shed, no se quedan de brazos cruzados: “Hemos compartido escenario con Tendencia, Xcape, Hipnosis y Combat Noise. En nuestro poblado hay mucho reggaetón, pero hicimos un frente de batalla junto a los raperos y trovadores underground para combatir la mediocridad imperante. Como en esta oportunidad, siempre tocamos en la calle, pero nos golpea la poca calidad del audio que nos prestaron. Tampoco tenemos buenos sonidistas a mano. La economía no da para algo mejor. Seguimos trabajando, ya que por la cara que pone la gente sabemos que gustamos.
No nos agrada hacer covers, eso es fácil, nos place hacer temas propios aunque no tengamos muchos. Soy el principal compositor y entre todos nos ayudamos. Hacemos los arreglos musicales y después la letra. Primero hago una maqueta de la canción y por ahí vamos. Tenemos que seguir el ritmo porque si no, después la letra me tropieza”, finalizó Juan Miguel Cañete Rodríguez, director de Blood Shed, otro músico que se resiste a claudicar ante los obstáculos y los problemas de la música alternativa en Cuba.
También conversamos con Jesús Jomarron, guitarrista eléctrico solista, conocido como El Vikingo del Rock en Las Tunas, quien estaba de visita en Manzanillo: “El rock está en decadencia en todo el oriente (del país). Existen muy pocas bandas, en mi provincia solo hay dos, Prótesis y Olimpo, que se están presentando en Trinidad. Pero en cuanto al consumo, si estamos muy bien, pues al igual que aquí, las pocas peñas existentes se repletan. Las instituciones deben brindarles más oportunidad a los jóvenes que se interesan por el género. No deben estereotiparnos, no somos personas marginales. En cualquier ámbito, no tiene que ser en el rock solamente, hay personas que consumen droga. Eso depende del individuo, no es que digas me voy a meter a emo y ya todo el mundo se deprime. Mi música combate las actitudes indecentes. Los rockeros mantenemos una conducta positiva y ayudamos a todo el que necesite.
Para concluir, nos confesó por qué estaba en Manzanillo: “Vine a ver a los muchachos de Blood Shed, los admiro mucho porque perseveran, el público los acepta, se mantiene escuchándolos atentamente y de manera disciplinada”.
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