Pablo Viñals, el regreso tras la pausa
12 de febrero de 2018
Por cuestiones del azar, en parte, y por interés propio del artista, convertimos en persona de interés a un experimentado trovador tunero, un artista que no se ha visto beneficiado de ningún modo en la actualidad, tras largos años de incursión en la canción de autor. Pablo Antonio Viñals Labañino viene a ser una suerte de juglar incomprendido en la Ciudad de Las Tunas, él, formó parte de la generación fundacional de la nueva trova tunera y, más importante aún, fue integrante de Grandes Alamedas, la más trascendente agrupación trovadoresca de la época, laboratorio musical y escuela para algunas de las figuras que hoy forman parte de la historia del movimiento tunero. Pablo Viñals, por cuestiones objetivas personales, estuvo alejado del circuito artístico, su incorporación reciente ha despertado en muchos un aire de remembranzas.
Pablo, nació en julio de 1958, en Sagua de Tánamo, Holguín, y allí, su primera infancia se vio signada por un ambiente musical. “Mi padre, en ocasiones, hacía presentaciones públicas, por otra parte, mi madre estudió en la escuela del hogar, allí aprendió algunos rudimentos del piano. También tuve un tío trompetista. Toda esa influencia familiar, sumada al gusto propio por la música de todo tipo que escuchaba, fue creando en mí una inquietud que aún se mantiene vigente en mi personalidad”, cuenta el trovador.
En el preuniversitario, Pablo tuvo la oportunidad de integrarse en un grupo tocando nada más que la batería, en aquel cuarteto, que fue guiado por un instructor de arte, los muchachos por pura fantasía trataban de imitar a Los Zafiros. Por supuesto, sin instrumentos propios, estudiando a tiempo completo y, por ende, dedicando muy poco tiempo a la música, muy pronto aquel sueño se diluyó. “Luego del Pre, me fui a La Habana a estudiar Licenciatura en Educación, en la rama económica, por suerte para mí, enseguida me inserté en otro proyecto musical llamado Son entero, con él me presenté en muchos lugares y eventos de aficionados, esta vez sí fui cantante del grupo. En esa época fuimos, como agrupación aficionada, un ejemplo genuino de cómo la música cubana podía estar en el espíritu de los jóvenes de la isla, más en el difícil marco musical que se desenvolvía la música latina que, por una parte, tenía la libre entrada y aceptación de la música extranjera, más el auge de la salsa que arrasaba con todo a su paso”.
Al terminar su período universitario, su carrera musical sufrió otro punto de giro, el servicio social le fue asignado al apartado municipio Amancio Rodríguez, en Las Tunas, y después de ese lapso de tiempo se incorporó como profesor en la escuela de economía de la cabecera provincial. “En la escuela de economía logré reencontrarme con la música, allí conforme una agrupación con estudiantes del centro, recopilando instrumentos viejos. Más tarde tuve la suerte de integrar Grandes Alamedas, sin dudas, un momento muy importante para mí, pues retomé el estudio de la guitarra, me relacioné con muchos artistas de los que aprendí mucho, me inserté en el Movimiento de la Nueva Trova, y allí comenzó de manera radical mi pasión por la canción de autor”.
Luego de dos años en Grandes Alamendas, Pablo continuó su carrera como trovador en solitario, fue a finales de los ochenta y principio de los noventa que tuvo la posibilidad de participar en uno que otro evento que le permitió conocer personalidades del Movimiento, de la talla de Vicente Feliú. “Con la llegada del Período Especial tuve que dejar un poco de lado mi afición por la trova, tenía que concentrarme en mi profesión, pues era mi sustento en aquellos años tan difíciles. Luego de un período de tiempo, que para mí fue una eternidad, gracias a la llegada de una nueva guitarra, en 2012 comienzo a presentarme en diferentes espacios de la ciudad. Hoy cuento con un demo de doce temas, que de una manera u otra son una muestra de todo mi recorrido como artista. De mi disco Quiero ser de ti nació mi primer video clip”.
Pablo Viñals lleva la trova y su profesión paralelamente, hoy asegura que regresó para quedarse, los diferentes espacios que lo acogen son testigos de sus intenciones de permanecer en el mapa del movimiento de la nueva trova de Las Tunas, primeramente. Con aspiraciones de crear su propia agrupación, Pablo sueña en grande mientras no se queda de brazos cruzados. “Comprendo que fue una larga pausa, pero entendí que debía dedicarme a lo que había estudiado, después de tanto esfuerzo en una época tan difícil. Hoy estoy completamente dispuesto a concentrarme en mi carrera como trovador, por entero y sin obstáculos, ya comencé a dar los primeros pasos para la creación de mi agrupación, cuestión que creo fundamental para el logro de mis aspiraciones y metas como músico, sería el logro de un sueño inconcluso hecho realidad”.
Con una trayectoria de más de quince años, Pablo impulsa su carrera como solista promocionando como puede su obra, hoy cuenta con material de presentación para tales fines, concentrado en la trova, su principal meta, y a lo que está dedicando tiempo y esfuerzo es al reclutamiento de buenos músicos para crear su agrupación, espacio en el que espera destacarse como compositor e intérprete.
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12 de febrero de 2018
Por cuestiones del azar, en parte, y por interés propio del artista, convertimos en persona de interés a un experimentado trovador tunero, un artista que no se ha visto beneficiado de ningún modo en la actualidad, tras largos años de incursión en la canción de autor. Pablo Antonio Viñals Labañino viene a ser una suerte de juglar incomprendido en la Ciudad de Las Tunas, él, formó parte de la generación fundacional de la nueva trova tunera y, más importante aún, fue integrante de Grandes Alamedas, la más trascendente agrupación trovadoresca de la época, laboratorio musical y escuela para algunas de las figuras que hoy forman parte de la historia del movimiento tunero. Pablo Viñals, por cuestiones objetivas personales, estuvo alejado del circuito artístico, su incorporación reciente ha despertado en muchos un aire de remembranzas.
Pablo, nació en julio de 1958, en Sagua de Tánamo, Holguín, y allí, su primera infancia se vio signada por un ambiente musical. “Mi padre, en ocasiones, hacía presentaciones públicas, por otra parte, mi madre estudió en la escuela del hogar, allí aprendió algunos rudimentos del piano. También tuve un tío trompetista. Toda esa influencia familiar, sumada al gusto propio por la música de todo tipo que escuchaba, fue creando en mí una inquietud que aún se mantiene vigente en mi personalidad”, cuenta el trovador.
En el preuniversitario, Pablo tuvo la oportunidad de integrarse en un grupo tocando nada más que la batería, en aquel cuarteto, que fue guiado por un instructor de arte, los muchachos por pura fantasía trataban de imitar a Los Zafiros. Por supuesto, sin instrumentos propios, estudiando a tiempo completo y, por ende, dedicando muy poco tiempo a la música, muy pronto aquel sueño se diluyó. “Luego del Pre, me fui a La Habana a estudiar Licenciatura en Educación, en la rama económica, por suerte para mí, enseguida me inserté en otro proyecto musical llamado Son entero, con él me presenté en muchos lugares y eventos de aficionados, esta vez sí fui cantante del grupo. En esa época fuimos, como agrupación aficionada, un ejemplo genuino de cómo la música cubana podía estar en el espíritu de los jóvenes de la isla, más en el difícil marco musical que se desenvolvía la música latina que, por una parte, tenía la libre entrada y aceptación de la música extranjera, más el auge de la salsa que arrasaba con todo a su paso”.
Al terminar su período universitario, su carrera musical sufrió otro punto de giro, el servicio social le fue asignado al apartado municipio Amancio Rodríguez, en Las Tunas, y después de ese lapso de tiempo se incorporó como profesor en la escuela de economía de la cabecera provincial. “En la escuela de economía logré reencontrarme con la música, allí conforme una agrupación con estudiantes del centro, recopilando instrumentos viejos. Más tarde tuve la suerte de integrar Grandes Alamedas, sin dudas, un momento muy importante para mí, pues retomé el estudio de la guitarra, me relacioné con muchos artistas de los que aprendí mucho, me inserté en el Movimiento de la Nueva Trova, y allí comenzó de manera radical mi pasión por la canción de autor”.
Luego de dos años en Grandes Alamendas, Pablo continuó su carrera como trovador en solitario, fue a finales de los ochenta y principio de los noventa que tuvo la posibilidad de participar en uno que otro evento que le permitió conocer personalidades del Movimiento, de la talla de Vicente Feliú. “Con la llegada del Período Especial tuve que dejar un poco de lado mi afición por la trova, tenía que concentrarme en mi profesión, pues era mi sustento en aquellos años tan difíciles. Luego de un período de tiempo, que para mí fue una eternidad, gracias a la llegada de una nueva guitarra, en 2012 comienzo a presentarme en diferentes espacios de la ciudad. Hoy cuento con un demo de doce temas, que de una manera u otra son una muestra de todo mi recorrido como artista. De mi disco Quiero ser de ti nació mi primer video clip”.
Pablo Viñals lleva la trova y su profesión paralelamente, hoy asegura que regresó para quedarse, los diferentes espacios que lo acogen son testigos de sus intenciones de permanecer en el mapa del movimiento de la nueva trova de Las Tunas, primeramente. Con aspiraciones de crear su propia agrupación, Pablo sueña en grande mientras no se queda de brazos cruzados. “Comprendo que fue una larga pausa, pero entendí que debía dedicarme a lo que había estudiado, después de tanto esfuerzo en una época tan difícil. Hoy estoy completamente dispuesto a concentrarme en mi carrera como trovador, por entero y sin obstáculos, ya comencé a dar los primeros pasos para la creación de mi agrupación, cuestión que creo fundamental para el logro de mis aspiraciones y metas como músico, sería el logro de un sueño inconcluso hecho realidad”.
Con una trayectoria de más de quince años, Pablo impulsa su carrera como solista promocionando como puede su obra, hoy cuenta con material de presentación para tales fines, concentrado en la trova, su principal meta, y a lo que está dedicando tiempo y esfuerzo es al reclutamiento de buenos músicos para crear su agrupación, espacio en el que espera destacarse como compositor e intérprete.
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