Censurado el libro Rapear una Cuba utópica



Nuevamente, la producción artística e intelectual del hip hop cubano es objeto de censura. Sin embargo, en esta ocasión, la mano objetora no vino directamente de las autoridades administrativas de Cultura, como es habitual, lo cual hace que la trama de este desagradable hecho sea digna de un suspense, y ahí les va.

El viernes dos de febrero, en la 27 Feria del Libro de La Habana, parecía un día lleno de expectativas para el stand de la editorial española Guantanamera. Era la segunda vez que aterrizaban en la Isla, en esta ocasión con un catálogo de más de ciento cincuenta títulos para la venta. Pero dicho aterrizaje había comenzado con el pie izquierdo. El representante de Guantanamera, Daniel Pinilla, tuvo un contratiempo con la Aduana, al quedar retenidos hasta última hora una parte de los libros. No obstante, logró salir airoso de ese mal momento y la editorial pudo arrancar en tiempo y forma en la fiesta cubana del libro.

Pero los problemas no pararon ahí. El representante de Guantanamera recibió la noticia de que un grupo de autores del catálogo no se encontraban conformes con los términos del contrato y habían circulado un documento donde manifestaban su inconformidad al respecto. Sin embargo, este incidente no impidió que, el día posterior a la inauguración de la Feria del Libro, varios autores del catálogo fueran recibidos en el stand de Guantanamera y recibieran sus ejemplares, como parte de lo estipulado en el contrato. También, como parte del trabajo de marketing, Guantanamera tenía planes de presentar algunos títulos dentro del programa de la Feria, entre dichos títulos se encontraba Rapear una Cuba utópica, de Alejandro Zamora Montes.

Pero en la tarde de ese mismo viernes, para la desagradable sorpresa del equipo de trabajo de la mencionada editorial, un grupo de personajes uniformados con los colores de la Aduana de la República de Cuba, hicieron su aparición en el stand para decomisar un grupo de libros. Las explicaciones de los inquisidores aduaneros quedaron en una extraña vaguedad, entre si los libros incautados no habían pasado los controles adecuados de la Aduana o habían sido declarados subversivos. De modo que los autores cuyas obras fueron incautadas, bajo un acto de cuestionable jurisdicción por parte de la Aduana de la Republica, quedaron censurados. Entre los títulos sacados de circulación está el libro Rapear una Cuba utópica.

De momento, el autor no ha hecho ninguna declaración al respecto. Queremos notar que en ediciones pasadas publicamos una entrevista a Zamora y dos reseñas sobre el libro. La reserva del autor es comprensible, ya que, al parecer, han sido los medios independientes los que han tocado a su puerta en busca de una exclusiva sobre lo sucedido (tal es el caso del diario 14 y Medio, dirigido por la bloguera Yoanis Sánchez). Por otra parte, durante la entrevista con nosotros, Alejandro Zamora dejó claro su compromiso con la causa artística del rap y el hip hop como herramienta de transformación social, no como plataforma de disidencia política.

Pero pese a la postura del autor, las autoridades de la Isla no ven con buenos ojos la aparición de Rapear una Cuba utópica. Llama mucho la atención que el primer libro de rap y hip hop en Cuba, escrito por un periodista cubano residente en la Isla, sea objeto de censura. ¿Qué zona del contenido de este libro puede incomodar tanto a las autoridades como para censurarlo? En la reseña publicada por nosotros, en el mes de diciembre del año pasado, titulada “Llegó Rapear una Cuba utópica a la hora de recoger los bates”, se menciona que el libro consta, entre otras entrevistas, con la de Aldo Roberto Rodríguez Baquero (Aldo, miembro del desparecido dúo Los Aldeanos) y Silvio Liam Rodríguez Varona (Silvito El Libre). Para nadie es un secreto que el proyecto de La Aldea fue censurado en Cuba durante varios años. Quienes estuvieron al tanto de los acontecimientos de lo ocurrido con estos músicos y la USAID, en el 2014, saben que a pesar de que el estado cubano manejó el asunto desde la perspectiva de la manipulación, estos artistas quedaron estigmatizados. ¿Es por esta entrevista la censura? ¿O será por la entrevista al artista urbano Yulier Rodríguez Pérez (Yulier P), quien a través de los medios independientes se dio a conocer el hecho que había sufrido acoso policial por embellecer con sus grafitis la parte carcomida y ruinosa de la Ciudad de La Habana? Dado que no ha existido un pronunciamiento por parte de los censores, el asunto continúa en suspenso.

Quien escribe estas páginas tuvo la oportunidad de que un amigo le prestara el libro. En ningún momento estos artistas entrevistados profieren o dicen algo que pueda ser reprochable para el Sistema. Son sus vivencias como artistas, sus memorias, alegrías y penas las aparecen reflejadas en el libro. Por lo que este acto de censura dice mucho sobre lo que las autoridades de la Isla, o, al menos, un grupo de ellas con capacidad de acción y coacción, callan, creen y piensan sobre el rap y el hip hop. Es la postura de “te mastico, pero no te trago”, pese a que Rapear una Cuba utópica, como cita la reseña mencionada, “está dedicado a poner de manifiesto la voz de mujeres y hombres que han contribuido hasta el presente, con sus luces y sus sombras, lo que después de más de 25 años, podría considerarse la historia (aun no contada) del rap y el hip hop en Cuba”. Pero al parecer, dicha historia, tiene detractores y perseguidores que no desean que esta sea escuchada en la voz de sus protagonistas.

Lo peor de todo es que la comunidad hiphopera está de espaldas a las consecuencias futuras que este acto de censura puede tener para rap y el hip hop en la Isla. ¿Defenderán el libro las raperas y raperos cubanos? ¿O pasará como con la tristemente desaparecida revista Movimiento, única publicación oficial en la Isla de rap y hip hop, que cuando salió de circulación, no hubo ningún pronunciamiento por parte de las raperas y raperos cubanos?

Esto último es reflejo de un problema más grave que amerita otro artículo. Solo queda hacer la salvedad de que semejante indiferencia es indicador de que no solo la censura es el enemigo, hay posturas internas dentro del movimiento hiphopero que lo golpean desde adentro. De momento, el impacto ha llegado desde la zona habitual, y a juicio de quien escribe estas páginas, es un golpe duro y bajo, no solo para la cultura del rap y el hip hop, sino también a la cultura cubana.

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